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Soledad González junto a su novia en el Pride GALERÍA DE FOTOS: FRANCIS SILVA

Las generaciones del Orgullo en Torremolinos

Manifestantes del evento de diferentes edades valoran el avance del Pride y su lucha por la visibilidad del colectivo LGTBI

Ramón Pérez y Teresa R. del Sol

Torremolinos

Domingo, 5 de junio 2022, 12:43

Este 2022 se cumplen 45 años desde que en España se celebró por primera vez una manifestación a favor de los derechos LGTBI. Desde entonces, el Orgullo se ha organizado en diferentes puntos del país hasta llegar a Torremolinos. Soledad González (18), Bárbara Laya ( ... 35), Carolina Antúnez (44) y Miguel García (71) salen a festejar el Pride en el Centro Cultural Pablo Ruiz Picasso. A pesar de la diferencia generacional, tienen claro un mismo objetivo: la lucha por lograr la visibilidad del colectivo LGTBI. Con el paso del tiempo se han conquistado derechos para el colectivo y no sorprende que cada generación sienta el Orgullo con perspectivas distintas.

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Fiesta y reivindicación

Bárbara Laya manifiesta de forma contundente lo que significa para ella este día: «El Orgullo es romper muchos paradigmas, festejar por lo que han luchado muchas generaciones de la comunidad LGTBI y romper mitos y cadenas que nos tenían atadas durante años». En general, todos los entrevistados destacan que el Pride es fiesta y reivindicación. Soledad Antúnez ve especial el Orgullo porque significa salir a la calle sin ningún tipo de miedo a cómo solía tener ella hace años. «En esta ocasión voy sola, pero normalmente voy al evento con mi hija, que tiene dos mamás», destaca. Miguel García cree que el Orgullo es algo tan simple como ser normal, «sin etiquetas», añade.

Si por algo se ha caracterizado el origen del Pride, es por su lucha contra la discriminación que hay hacia las personas del colectivo. Y se podría decir que hoy en día está empezando a dar sus frutos. La mitad de los entrevistados están de acuerdo que no sufrieron ningún tipo de discriminación relevante. A Miguel García incluso no le hizo falta salir del armario: «Mi madre sabía que era maricón desde chico». Por sorpresa, la más joven afirma que sí sufrió homofobia cuando tenía siete años. «Desde que intuían que era lesbiana, no fue muy aceptado por parte de mi familia», revela. Laya por su parte vivió una infancia con muchos episodios de discriminación. «Soy latina, de Venezuela, que es un país donde no había cultura homosexual y siempre fuimos la diana de todo el mundo. Pero bueno, de alguna manera nos han hecho más fuertes y las personas que somos», expresa la mujer trans.

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Con el paso de los años, el colectivo se ha ido renovando. Laya cuenta que se están añadiendo más letras en la sigla o en los colores de la bandera LGTBI. «Poco a poco somos más, pero cada persona mira por lo suyo, entonces si cada uno lucha por su cuenta y no en conjunto va a ser difícil que logremos el mismo objetivo», explica. Soledad González afirma contundentemente que las personas trans son las que están más invisibilizadas. La joven cree que muchas veces se le da el enfoque a la orientación sexual y no a la identidad de género. «Antes no había referencias, y para mi esto es muy importante para los niños», dice Carolina. Ella aclara la importancia que está teniendo los iconos actuales en la visibilización de la sigla que define al colectivo.

Camino por recorrer

El camino hasta llegar al punto donde se encuentran hoy ha sido largo, pero todavía, coinciden las diferentes generaciones que hace falta salir y recorrer las calles, paso a paso, para mostrar que están al frente y que no tienen miedo a expresarse tal y como son porque a día de hoy siguen llamando 'maricón' por la calle y el contador de agresiones LGTBfóbicas no descansa. Antúnez aclara que falta por avanzar a nivel de familias porque aún se encuentran invisibilizadas. «Yo lo vivo desde dentro, para mí no es un espectáculo, es algo muy necesario para la sociedad», puntualiza. Miguel García que a sus 71 años ha visto desde pequeño como la sociedad ha ido avanzando, señala que hay «algún retroceso con nuevos partidos políticos, pero que sabrán vencer».

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Bárbara Laya en la Nogalera . Carolina Antúnez con la bandera LGTBIMiguel García cerca de las carrozas del Orgullo

Una palabra que abandera al colectivo y que no se entendería sin ella es 'libertad'. Para Bárbara Laya es algo muy amplio. «Todavía siendo quien soy, haciendo lo que estoy haciendo y viviendo donde estoy viviendo creo que no somos libres del todo porque tenemos impuestas las directrices que nos da la sociedad o las etiquetas que nos ponen nuestro mismo colectivo, familiares o amigos. Es imposible ser libres totalmente. Lo que tenemos que tratar es ser lo más felices posible. Creo que si buscas cambiar el pensamiento de las personas es muy complicado, pero lo que sí puedes exigir es un poquito de educación», explica.

Carolina Antúnez con la bandera LGTBI

Eterno agradecimiento

Ahora, las generaciones que vienen van a poder disfrutar de una adolescencia más libre gracias a que las generaciones pasadas lucharon por normalizar la diversidad. «Los padres no tienen que tener miedo, lo saben desde que nace su hijo o hija. Tu madre cuando te escucha llorar sabe que eres maricón», expresa García.

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La más joven de todas, Soledad González, se siente profundamente agradecida de las personas mayores que han luchado por ella. «Son los que más sufrieron y tuvieron que sacrificarse por nosotros». Bárbara Laya pone el énfasis en no olvidar a los ancianos del colectivo, que expresa, son los más olvidados y los que más han luchado. «¿Por qué me preocupo por esto? Porque yo en algún momento llegaré a esa edad y no me gustaría que me dejaran olvidada como estamos haciendo con ellos», explica.

A González, Laya, García y Antúnez les separa la edad pero les une el orgullo y la necesidad de reivindicación y celebración. Cada uno, con su historia detrás ha acudido a esta cita para hacer fuerza, formar colectivo y no retroceder en los derechos conquistados.

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«A los más jóvenes les diría que se preocupen más por sentir que por debatir, que se preocupen más por vivir y no por discutir, que recuerden siempre que el que da amor recibe amor y el que da educación recibe educación. Eso para mí es la base fundamental de la vida», concluye Laya.

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