La tradiciones se cumplen, eso siempre ha sido así. Y cuando la cuaresma se acerca este tipo de actos se acentúan aún más. Como suele suceder el primer viernes del mes de marzo, tiene lugar la mítica visita al Cristo de Medinaceli. Un año más la iglesia de Santiago Apóstol ha abierto sus puertas para que los feligreses se acerquen a depositar sus tres monedas como manda la tradición. Este año, a pesar de las inclemencias meteorológica, se estima que unos 25.000 malagueños realicen este ritual con el objetivo de que sus deseos se cumplan, con la devoción como eje central.
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«Este año lo vivimos con la misma alegría y la ilusión de siempre», explicaba Isidoro Rodríguez, presidente de la congregación del grupo parroquial de Jesús de Medinaceli de Málaga, aunque reconocía «el cansancio» acumulado desde la semana anterior debido al triduo y la vigilia. «Estamos también un poco preocupado por el tiempo, sobre todo por los devotos de avanzada edad, que esperemos que la climatología no les afecte», aclaraba.
Por otro lado, el presidente de la congregación ha animado a todos los feligreses ha acercase a los aledaños de calle Granada y poder ver la talla de Jesús de Medinaceli, además de recordar las cuatro misas que se estarán celebrando a lo largo del día con dos en el tramo de la mañana (a las diez y a las doce) y dos en el tamo de la tarde (a las siete y media y a las nueve).
Cada una de las personas que se acercan por la iglesia lo hace por una razón distinta y acompañados por familia, amigos o pareja. Es el caso de Ester Díaz y Marisol González, hija y madre respectivamente, que en la mañana de este viernes siete de marzo han decidido visitar la talla y depositar las tres monedas correspondientes. «Vengo desde que tengo uso de razón», explicaba la hija, mientras que su madre relataba el principal deseo para ella y su familia: «Lo importante es la salud».
Carmen Úbeda y Luis García, un matrimonio que lleva más de 30 años juntos, regresan una vez más a un lugar que para ellos es especial: «Algún año no hemos podido venir pero lo normal es que cada primer viernes de marzo vengamos», manifestaba la mujer. García, por su parte, lo tiene claro sobre su deseo: la salud, porque lo demás «viene añadido».
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La tradición no solo se vive entre una madre y una hija o una pareja, sino también entre una de las conexiones más importantes que hay en la vida: la de los hermanos. Sandra García se acerca por calle Granada a toda prisa para poder ver la figura ante de la misa acompañada de su hermana. «Más de 20 años llevo viniendo con mi hermana a este momento que para nosotras es importante», verbalizaba García. Sin embargo, no es algo que le una únicamente con su hermana sino con toda su familia: «Es algo general: madre, hermana, tías... Venimos a pedir salud para todos nosotros, es lo más importante», sentenció.
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