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Un nuevo primer viernes de marzo y una nueva ocasión para poder cumplir una tradición milenaria. Otro año más que los malagueños de distintos puntos de la provincia se congregan cerca de la iglesia de Santiago Apóstol y depositan tres monedas para que Jesús de Medinaceli pueda cumplir uno de los deseos de cada feligrés. Pero realmente, ¿de dónde proviene esta tradición tan arraigada en Málaga?
Esta acto que se repite cada primer viernes de marzo se remonta muchos años atrás, concretamente al siglo XVII. Una colonia española que se situaba en el norte de África se encargaba de custodiar una talla de Jesús de Medinaceli. Sin embargo, el grupo fue apresado por los musulmanes y además se hicieron con la imagen.
Ante el panorama que se había conformado, los padres trinitarios deciden orquestar el rescate de la imagen. Para ello, esta orden dedicada al rescate de cautivos cristianos decidió cerrar un trato con el rey musulmán en el que se pesaría la figura y se tendría que equilibrar su peso en monedas de oro, y ese sería el valor que se debería asumir para poder recuperarla.
Lo lógico era pensar que el peso sería bastante elevado ante una talla que alcanzaba 1,73 metros de altura. Sin embargo, la leyenda cuenta que, de manera milagrosa, al poner 30 monedas de oro en la balanza, el Cristo se equilibró. De esta forma se inició una tradición que fue evolucionando con el paso del tiempo.
En la actualidad se depositan tres monedas que simbolizan las treintas que en su momento los padres trinitarios desembolsaron por recuperar al Cristo de Medinaceli, acompañado de tres deseos, de los cuales uno será concedido, según cuentan los relatos.
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