Jiménez Valverde exalta la Semana Santa desde la prosa poética de sus vivencias
Cofradías. ·
Pone en pie el Teatro Cervantes durante un emocionante y emotivo pregón donde reivindica la figura del nazareno, del hombre del trono, de los músicos y de los cofrades
Fiel a su estilo y su trayectoria, Francisco Jiménez Valverde exaltó esta noche la Semana Santa de Málaga desde la prosa poética de sus vivencias. El pregonero puso en pie el teatro durante una intervención emocionante y emotiva y donde reivindicó la figura del nazareno, ... del hombre de trono, de los músicos y de los cofrades con un texto lírico que fue un canto poético a la ciudad, los recuerdos, sus devociones y la memoria de personajes relevantes de la Semana Mayor ya fallecidos y que se convirtió en el altavoz del anuncio de la llegada del Domingo de Ramos.
Jiménez Valverde comenzó su intervención con un recorrido vital por su despertar cofrade que fue, asimismo, un viaje por las plazas, calles y rincones de la ciudad que son el escenario donde se representa la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Un arranque que le sirvió para, jugando con la versatilidad de las palabras, mencionar a todas las hermandades integrantes de la Agrupación de Cofradías y a Servitas.
«Te busco en los amaneceres cuando despierta tu cara de señorita y recorro tus arterias, pues me robaste con un beso de pétalo y varada en ti mi quilla, me refugié en tu manto como un enamorado Zamarrilla. Esta es mi cruz, mi Santa Cruz más verdadera, haber nacido en tu nombre lleno de Misericordia, donde conocí la senda nazarena y formar contigo una alianza de tierra y madre, pues me llené de ti al saber de la Esperanza y me aferré a este ancla y su mirada, como a ti desde que nací para decir siempre que mi túnica es de varales antiguos y penitente, mi tierra desde el mar al cielo que alcanza, mi vida entre Patrocinio y Rocío el torrrente, mi Nazareno de Viñeros y tú Málaga, donde reina mi Esperanza», proclamó.
Francisco Jiménez Valverde innovó en el saludo protocolario ya que huyó de los tradicionales formalismo para recurrir a la lírica en el momento de referirse a las autoridades civiles y religiosas y a su presentador, el pregonero del año anterior, el presidente de los empresarios andaluces Javier González de Lara, quien en la presentación destacó de Jiménez Valverde «su oratoria brillante, cercana y personal». «Es el pregonero eterno. Y tanto es así, que resultaría más sencillo contar qué pregones no ha dado que aquellos que ha defendido en todos los años de su vida», añadió.
Tal y como había avanzado, el pregonero de 2023 destacó la labor y el trabajo constante de los cofrades como continuadores de una tradición heredada, con la mano tendida a los necesitados y una pasión vigente a lo largo de todo el año. «Un cofrade es la vida derramada por cuarenta veces cuarenta primaveras y es la ilusión que espera a la palma y al romero, es el incienso en cortina de sueños y el hábito con el que nos amortajaremos y la túnica de los varales eternos, es el cordón de la medalla y la lágrima que talla los surcos de recuerdos por los que se fueron. Y es un padre que te alzó entre la gente y una madre que te llevó de la mano», exaltó.
En este punto, también aprovechó para lanzar un mensaje a quienes van a las cofradías buscando el protagonismo. «Un cofrade es esta historia, la nuestra, la que pone la otra mejilla. Pero no será nunca el que se pone el primero en la silla, el que busca martillos en las campanas del prestigio, el que no conoce al prójimo ni a su propia familia, el que busca papeletas para alcanzar su gloria, el primero en la foto del blanco y negro de los sin nombre, el que da sólo para recibir, el que se ampara en la cuaresma sin saber de otras estaciones, el capataz de los corrillos del bien quedar, el mayordomo que no fue nazareno, el nazareno que no es penitente, el que sólo busca el brillo de la plata sin saber del alma que la repuja», dijo.
Uno de los momentos más emotivos fue el recuerdo nazareno a cofrades de todas las épocas ya fallecidos
En el itinerario de sus recuerdos, donde puede identificarse cualquier cofrade, Jiménez Valverde viajó a la niñez de la ilusión por vestir la túnica de penitente como gancho para reivindicar la figura del nazareno en los desfiles procesionales.
«Yo quiero ser nazareno y arropar las estrellas con el tergal negro del infinito, regenerar mi promesa con mi tierra, mi familia y mi gente siendo de ruan y crema, tañendo el esparto que me cubre con la sinfonía del silencio, con el brillo del damasco, negro y blanco de contrastes, con los pasos de sandalias de barrio inmaculado y ofrecerme como negro terciopelo una y otra vez para dormir la muerte en los brazos de Málaga, para resucitar mi alma del blanco más puro y saber que los caminos me acunaron, mi penitencia contó mi historia y la cera quedó en la memoria como el aire de estandartes y paños. Y volver a caminar con los años, para cuando llegue la hora de dejar esta senda, haber escrito la promesa que en el silencio sonó como un trueno y quede la estela porque yo, yo quiero ser nazareno», proclamó.
El 'crujío'
Como hombre de trono que es, Jiménez Valverde enalteció la figura de quienes meten el hombro debajo del varal. «Porque aquí renacemos, en los varales nos reconocemos, en la mecida estaremos, en el paso justo nos encontraremos, que no se llega así porque así a este anhelo, que los tangaos siguen sin entrar por las puertas de los cielos», afirmó.
En la parte dedicada a los hombres de trono tuvo unas sentidas palabras para sus compañeros del 'submarino' de la Virgen de la Esperanza. «El rezar en el metal para que suene como caracola de un Carmen que nos trae sus recuerdos. Donde nunca me pierdo, en el alma verde de la misma primavera, donde crece el romero y está más cerca el cielo, donde el hermano es compañero y Ella elige a su gente y cuando estás frente a frente, una mirada te escoge y ya eres uno con los tuyos y se levanta el orgullo, tiembla Málaga de remaches y volamos en singladura, cogidos a los metales, a las voces de los que fueron, de los que compartieron esta bendita locura. Y el silencio es 'crujío' y el 'crujío' es esfuerzo, el esfuerzo es amistad, la amistad compañerismo, el compañero uno mismo, el compás la música de las cinturas, los riñones la palanquita de la sabiduría, una Madre que es Reina y una Reina que es más Madre, una familia junto a la tuya, unos amigos que te enseñaron el mejor de los amaneceres, donde chocan los planetas porque bajo los varales los profetas cantan la gloria de sus gentes, por los presentes y los asuntes, por un camino peregrino, por una campana que llama, por el compañero primero, por los atlantes de la mecida, los caballeros del romero, una túnica ennegrecida o el hombro sin costuras; por Ella, siempre por la Esperanza, donde aprendí a escuchar los varales, a sentir a mi gente y a vivir no sólo un día sino siempre eternamente».
Acompañado del piano y el chelo versionó el Novio de la Muerte con una letra dedicada al Cristo de Mena y la Virgen de la Soledad
Otro de los actores principales de los cortejos son los músicos, cuya labor como «pentagrama penitente» glosó el pregonero con unas palabras donde reivindicó a la banda de cornetas y tambores del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga: «Aquí estuvo de la madre Andalucía la corneta primera, el primer metal que rompía fronteras, la madre más maestra».
Bajo los acordes de la nostalgia y el homenaje, uno de los momentos de mayor intensidad emocional del pregón se vivió cuando Francisco Jiménez Valverde tuvo un recuerdo nazareno a cofrades de todas las épocas ya fallecidos. Antonio Baena, Paco Triviño, Jesús Saborido, Jesús Castellanos, el Tío de los Capirotes, Emilio Bautista, Pepe París, Pepe Atencia, Paco Hermoso, Enrique Navarro, Francisco Piédrola, Lola Carrera, Carlos Gómez Raggio, Jesús Frías, el padre Gámez, Esteban Ribot, el sargento Villegas, Perfecto Artola, María la Faraona, Antonio de Canillas, el Bigote Pana, Antonio Cabra, Manolo Montero, Juan Antonio Bujalance, Antonio Garrido, Pedro Pérez Hidalgo, Manolo Picasso, Eloy Téllez, y el fotógrafo de SUR Fernando González 'Fefe' fueron algunos de los nombres que brotaron de los labios del pregonero para proclamar que «en este universo fueron, serán y siguen estando, que alzaremos en obelisco desde esa primera plaza donde la Merced tenía convento, que cofrade que transmite su memoria nunca muere, siempre sube al templo de la gloria». Cuando terminó de recitarlo, el público se puso en pie tributándole una cerrada ovación.
Sus devociones
Jiménez Valverde se detuvo especialmente en exaltar las devociones de las cofradías a las que pertenece o las que se siente especialmente vinculado. Así, sobre la Virgen del Patrocinio, declamó: «Fuiste fervorosa imagen que mis días acurrucaban, hermandad que cubrió las horas de juventud, fuiste antigua y divina maestra que me hablaba en el silencio de San Felipe, fuiste el nombre de un Nazareno y Salutación de vivencias, fuiste la divina providencia que reina en los cielos, la santa mujer, señorita entre velos».
A su hermandad de cuna, Viñeros, dedicó unas sentidas palabras al Nazareno: «Con una cruz de sarmientos Dios camina penitente y pasa y se hace presente, y llega como pasa la corriente y cuando se fue con zancada valiente queda el mosto de sangre como sendero doliente». Además le recitó un Padrenuestro con la letra adaptada a esta imagen y su vínculo vitivinícola.
En su declamación proclamó que «¡La Madre de Dios se llama Esperanza!» y que «¡Dios es malagueño y es de Málaga Cautivo!»
Acompañado por el piano y el chelo versionó el Novio de la Muerte con una letra adaptada al Cristo de Mena y la Virgen de la Soledad y cuya primera estrofa dice: «Nadie en Santo Domingo podía dejar de mirar aquel Cristo que en la cruz se moría. Y el fervor, tan audaz y temerario al madero se agarraba, con oraciones se unía y a la cruz se alistó. Todos contaban su historia y Málaga suponía, que el fuego te mordía como un lobo el corazón».
Sentidas fueron también sus palabras a la Virgen de la O y al Cautivo. Del Señor de Málaga proclamó: «Tú eres el que eres, la zarza blanca que no se consume y aquí el tiempo es testigo y proclama con voz de vientos su motivo: ¡Dios es malagueño y es de Málaga Cautivo!».
Francisco Jiménez Valverde no ahorró elogios ni epítetos para ensalzar a sus dos grandes devociones marianas: Rocío y Esperanza. De la primera, proclamó: «(...) Por el halo que la corona sin imperiales, por Lagunillas o la tribuna, por el barrio o Málaga entera, por el cielo o la tierra no hay madre como Tú ninguna que proclame el gentío, que eres novia nazarena de Andalucía y te llaman Rocío».
«Déjame 'herío' el trocito que tengo, / deja abierta la ilusión que no perdí, / déjame saber que siempre te tengo, / deja que me muera queriéndote a Ti». Así comenzó el pregonero su canto a la Divina Prisionera del Romero proclamando que «Dios cubrió con manto de romero esta tierra para siempre, del norte de montes al sur del mar, de este de dorados a oeste de azules para que Málaga fuera el cielo y creó con ella una alianza para dejárnosla y decir que ¡la madre de Dios se llama Esperanza!».
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.