Augusto Pansard pide unidad a los cofrades y replantear el debate sobre el Sábado Santo
Cofradías. ·
El pregonero de la Semana Santa de Málaga arremete contra quienes se erigen en «los amos del canon», los que usan las redes sociales para «airear disputas y disensos» y los políticos que se acercan a las cofradías en busca de votos
El telón de la Semana Santa de Málaga de 2024 se levantó este sábado en las tablas del Teatro Cervantes con el pregón oficial de la Agrupación de Cofradías pronunciado por Augusto Pansard Anaya. Una exaltación donde el abogado y profesor universitario –que fue presentado por su antecesor del pasado año, Francisco Jiménez Valverde– pidió unidad a los cofrades; abogó por replantear el debate sobre el Sábado Santo; arremetió contra aquellos que se erigen en «los amos del canon», los que usan las redes para airear «disensos» y los políticos que se acercan a las cofradías a conseguir votos; reivindicó el papel de la mujer en las hermandades en un plano de igualdad en todos los ámbitos; y emplazó a salir a la calle «con alegría por sentirnos cofrades».
En el pregón, que comenzó con una declaración de amor a Málaga y donde se entremezclaron partes más líricas con otras más prosaicas y compartieron protagonismo las vivencias personales del actual primer teniente de hermano mayor de la Piedad con la reflexión y la reivindicación y algunos golpes de humor, Pansard reclamó la unión de los cofrades y apeló a la responsabilidad que supone ser cofrade.
«Porque somos cofrades debemos respetarnos, y sobre todo unidad, no ya frente a otros hermanos u otros cofrades, que eso sería ya cainismo, sino frente a las piedras que encontramos en los caminos de ahí fuera, donde tantos nos esperan prestos a la zancadilla y a ponernos palos en las ruedas, dispuestos a negarnos el pan y la sal y, cómo no, prestos a apagar nuestros cirios y nuestras velas», afirmó.
«Unidad frente a las piedras que encontramos en los caminos de ahí fuera, donde tantos nos esperan prestos a la zancadilla»
En esa línea y consciente de las divisiones y enfrentamientos que se producen en el seno de las cofradías, incidió en que aún en la diversidad debe haber unión entre los cofrades porque «los asuntos de familia se solventan dentro, de la familia, que fuera sólo hay ruido». A este respecto, criticó a quienes usan las redes sociales para enturbiar: «Eso de airear disputas o disensos, sólo por tener unos cuantos 'me gusta' en redes sociales, no es de personas cabales, no se debe tolerar».
Asimismo, el pregonero reivindicó que para ser cofrade hay que ser «activista y defender nuestros valores» como cristianos y pertenecientes a la Iglesia, así como que ésta sea cofrade. «Porque somos cofrades debemos unirnos para alzar la voz, sin pausa, con esa fuerza atroz de quien se sabe ganador por defender la mejor de las causas, levantad vuestras pulseras de tela, enseñad esa estampa que duerme en la cartera y con la palabra y las obras como única metralla, colgaos la medalla y gritad como uno sólo: respeto para la Iglesia, que es mi Madre y respeto para nosotros, que somos sus hijos, y todos unidos, porque los cofrades somos Iglesia, y la Iglesia también tiene que ser cofrade».
Una unión entre los cofrades que para Augusto Pansard debe servir para hacer frente «a los predicadores vacuos, a los que con la etiqueta de lo laico nos excluyen sin miramiento y esconden, en verdad, un argumento arcaico para ensalzar su moral de saldo en cualquier foro o tribuna. Desde ya os digo que de esos, lecciones, ni una»; para enfrentarse a los que «durante todo el año nos dan patadas en los tobillos pero acuden prestos a buscar un toque con el martillo; unirnos frente a quienes sin conocernos nos acusan de ostentosos, de soberbios o manirrotos, se confiesan no creyentes pero no pierden la ocasión de salir en cualquier foto si con ello gana unos cuantos votos, aunque sea para su comunidad de vecinos»; y para hacer frente a quienes se les llena la boca de derechos «pero no defienden el más importante de todos ellos, el derecho a la vida». «Hay que estar unidos frente a la mentira, la insidia y la ofensa», proclamó.
Asimismo, defendió que cada cofradía es soberana para decidir «lo que le venga en gana para conseguir mejorar. Mejorar como única razón y no porque haya que buscar la imitación por la imitación, sino sólo lo que, sin renegar de nuestros cánones, nos pueda hacer mejores».
En un pregón donde mencionó a los titulares de las cofradías intercalándolos a lo largo del texto en función de la composición estilística y donde hizo un recorrido por los escenarios donde Málaga representa la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, Pansard invitó a la autoridad eclesiástica a replantearse el debate sobre las procesiones el Sábado Santo y también lanzó un mensaje a la hostelería.
«Y un año más, volveremos a soñar despiertos, y en cualquier lugar, con la mirada perdida con destino a ningún sitio, imaginar. Imaginar que esa minoría de hostelería que no acaba de entender, recapacita hasta hacer gala de un poquito, aunque sea un poquito más de empatía. Imaginar qué. Imaginar que el chorrito, esa ducha a golpe de manguera y jabón se compadece y deja de sentir atracción por nuestra túnica nazarena. Imaginar las sillas siempre llenas. Imaginar... bueno, mejor quedar despiertos, vaya a ser que de imaginar tanto hasta soñemos que el señor obispo se replantea el Sábado Santo», dijo. En esa clave de reivindicación, también solicitó al alcalde de la ciudad, el arreglo de la calle Ollerías.
Reivindicación de los mayores
En el inicio de su exaltación, el pregonero reivindicó la labor de los cofrades que a lo largo del tiempo trabajaron para engrandecer la Semana Santa. «En nuestros mayores hemos encontrado el mejor caldo de cultivo para sembrar nuestra cosecha. Fueron pasando el testigo para que con aquellas semillas, tengamos ahora este trigo», subrayó. «Traigo hoy ese reconocimiento porque no es extraño asistir a debates en el que insignes, muy insignes principiantes, reniegan de todo lo que ellos denominan 'lo de antes' y se cuestionan cómo es posible que alguna vez pareciera todo tan distinto a lo que ahora vivimos, que es como siempre tenía que haber sido. Ahora rendimos culto a una cultura de lo inmediato y novedoso. Enseguida se da de lado a lo que se tacha de obsoleto, de material caducado. Y a las personas se les despacha y mandan a la cuneta con una pirueta entre compasiva y chuleta por quienes creen saberlo todo, por quienes creen haberlo inventado todo. Y además inventado por ellos solos, vayamos a creer, que para eso está Internet, y no es ninguna tragedia sacarse el doctorado cofrade a golpes de Wikipedia».
En este punto, Pansard recordó sus inicios en las hermandades y aquella Semana Santa de los años setenta y ochenta no para reivindicar volver a ella sino para poner en valor la labor de aquellos cofrades que aprendieron a sortear dificultades. «Hoy se rasgarían las vestiduras los amos del canon y únicos dueños de la cordura, esos críticos inmisericordes de todo lo que no es de su gusto. Pero no es justo. No es comparar por comparar. Las cosas hay que valorarlas en su tiempo y en su lugar. En tiempos que, tal vez, había falta de todo, y sin embargo, parecía que no faltaba nada. Si algo no había, se inventaba, si algo se descosía, se remendaba, que tanto daba si fuera noche como día, que no había horas para dejar de servir lo que era el centro de sus vidas. Sólo con este tesón y esa entereza podía nacer algo con la fortaleza de lo que hoy disponemos», remachó.
Tuvo un reconocimiento a «una hornada de guerrilleras» que abrieron el camino a la igualdad
El pregonero tuvo palabras de recuerdo para figuras cofrades como Jesús Saborido, Paco Piédrola y Waldo Fernández –exhermanos mayores de las cofradías de Pollinica, Sentencia y Piedad, a las que Augusto Pansard está vinculado–, así como para mujeres «pioneras que empujaron más que abrieron puertas más cerradas que entreabiertas» como Paloma Sánchez y Lola Carrera, que levantaron la bandera de «una hornada de guerrilleras que fueron abriendo una senda sin más protagonismo que algo tan simple como es ser lo mismo en la dignidad cofrade». «Gracias a ellas y quienes fueron tomando el relevo de esa bandera, hoy no hay discusión, o al menos no debiera que ya nos vale, al afirmar que aquí rige la igualdad y que en todos los lugares cabemos todos, que es lo mismo que decir que aquí no sobra nadie», proclamó.
Augusto Pansard, que a lo largo de su trayectoria cofrade ha estado vinculado a los medios de comunicación, puso en valor la labor que desarrolla la prensa, con un emocionado recuerdo a Antonio Guadamuro, y sostuvo que Málaga es la tierra de María Santísima: «Decir María es decir alegría. He oído que por eso mismo nos acusan de frívolos. Son aquellos obstinados en vivir la fe como una pesada carga que debe ser amarga para ser cierta. Ignoran que la vida cristiana se vive como una fiesta». Por ello, invitó a piropear a la Virgen, a darle 'vivas' y que llamar Capuchinera a la Señora del Gran Perdón o Novia a la Virgen de Rocío «son cosas que tiene el amor». En esta línea defendió la coronación canónica de la Virgen del Gran Poder, titular de la Cofradía de la Misericordia.
Y al igual que la ciudad sabe vivir con alegría los momentos que se prestan a ello durante la Semana Santa, el pregonero añadió que Málaga también tiene sus silencios y que los lleva a cabo sin que nadie se lo tenga que decir. «Entendemos cada momento. Enmudece el niño en su sillita y el carrito de las chuches. No hace falta director ni nadie que nos dirija, y como diría el pregonero, ¡señores, esto es Málaga y sus gentes!, que nadie lo dude, somos gente de categoría», aseveró.
La labor de las bandas
En sus palabras, Augusto Pansard reconoció la labor de las bandas que «han conseguido educarnos en el sentido de lo bello y convierten la ciudad en un inmenso auditorio» y el sacrificio que hacen sus componentes a lo largo de todo el año. «Desde aquí rindo mi homenaje y sentido aplauso a compositores, a padres y madres aguadores, seguidores penitentes bajo el relente de las noches, a directores y profesores y como no, a esos músicos que tocan, que tocan, digo, pero no se les toca, ¿¡oído!?, No se les toca ni empuja que sólo merecen el respeto de una ciudad a la que ellos convierte en la mejor de las mejores salas de concierto», afirmó.
La parte más lírica del pregón la dedicó Pansard a sus tres cofradías: se detuvo en el 'flechazo' que de niño sintió con Jesús a su Entrada en Jerusalén y la Virgen del Amparo; cantó a su etapa de penitente celeste acompañando a la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos proclamando que es «nazareno, un nazareno mariano»; y se encomendó a la vecina del Molinillo, a Nuestra Señora de la Piedad, en cuya hermandad dio por primera vez un pregón hace veinte años ,abriendo una senda que le llevó hasta el Cervantes.
«Salid a la calle con esa alegría que nos invade por sentirnos cofrades y partir la pana viviendo nuestra fe cristiana y gritarlo a los cuatro vientos»
En el epílogo de su disertación, Augusto Pansard hizo un llamamiento a salir a la calle y exhibir el orgullo de ser cofrade. «Salid y yo con vosotros, con la cabeza bien alta, sin altanería, que eso no hace falta. Pero salid eso sí con esa alegría que nos invade por sentirnos cofrades y partir la pana viviendo nuestra fe cristiana y gritarlo a los cuatro vientos, que aquí no cabe el silencio ni la desgana y tanto dentro como fuera del templo, seamos ejemplo de Su palabra. Y que sea por eso, sólo por eso que nos señalen, sí que nos señalen y digan mira, mira por ahí va un cofrade», dijo.
Pansard pidió que los cofrades salgan sin complejos, que griten la labor solidaridad y de caridad que se desarrolla desde las hermandades y ayudando a entidades como Cáritas y la Fundación Corinto, y que salgan exhibiendo «el privilegio de ser cofrade».
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