Multitudinario anticipo cofrade

Desde que a las 15.45 horas salió Jesús del Prendimiento desde Capuchinos hasta que bien entrada la madrugada el Nazareno del Perdón y la Virgen de Nueva Esperanza llegaron a la parroquia de San Joaquín y Santa Ana, en el barrio de Nueva Málaga, se vivieron doce horas de fervor cofrade en una jornada que, en lo meteorológico, sólo dejó unas pequeñas gotas de lluvia a media tarde que obligaron al Señor del Huerto a refugiarse de manera momentánea en la iglesia de San Juan. Esta circunstancia provocó un retraso de unos veinte minutos en la entrada en el recorrido común de los cortejos y en el acceso a la Catedral.

En el primer templo de la diócesis se llevó a cabo, por parte de sacerdotes y laicos, el rezo de las catorce estaciones del vía crucis de San Juan Pablo II, que se aplicó especialmente por la paz y el fin de la guerra en Ucrania. Este conflicto estuvo muy presente en los tronos, que lucieron lazos con los colores de la bandera del país de la Europa oriental o blancos como símbolo de la paz. El sacerdote Roman Hamratsey, perteneciente a la Iglesia Greco Católica Ucraniana, fue el encargado de dirigir la oración inicial en la Catedral. Visiblemente emocionado, comenzó a llorar y tras él intervino el delegado episcopal de Hermandades, Salvador Guerrero, quien también tuvo un recuerdo para el pueblo ucraniano, al igual que lo hizo el propio obispo, Jesús Catalá, quien presidió la ceremonia. El prelado dio la bienvenida al presidente de la Agrupación de Cofradías, Pablo Atencia, que estuvo acompañado de varios vicepresidentes y del presidente del Centenario, Luis Merino. También acudió al templo el alcalde, Francisco de la Torre, junto con varios concejales.

Los dos órganos gemelos de la Catedral sonaron al unísono para interpretar la obra 'Vía Crucis', compuesta 'ex profeso para este acto extraordinario por el italiano Fausto Caporali, organista de la Catedral de Cremona y profesor de este instrumento en el Conservatorio de Turín, e interpretada por la escolanía Pueri Cantores y el coro de la Catedral, ambas formaciones dirigidas por Antonio del Pino. También intervino el cantaor Bonela Hijo en dos estaciones.

La jornada cofrade dejó estampas para la historia como la de ver por primera vez en la calle al Cristo de la Victoria, cotitular de la Hermandad de la Santa Cruz; la salida desde el convento de San José, de las Carmelitas Descalzas, del Cristo de Humildad y Paciencia; la disposición en un mismo conjunto del Nazareno del Perdón y la Virgen de Nueva Esperanza para recrear la séptima estación (el encuentro de Jesús con su Madre), para ello la mano derecha del Nazareno se posó sobre el hombre de la Dolorosa; o la salida de Jesús de la Pasión desde la iglesia de San Juan.

Antes de acceder a la Catedral, todos los cortejos de las cofradías discurrieron por Puerta del Mar, Martínez, Sancha de Lara y Molina Lario. Fue en estas vías donde se concentró mayor cantidad de público ya que muchos malagueños y foráneos optaron por ver a las catorce hermandades de seguido camino del primer templo de la ciudad. A la salida del mismo, la mayor parte de las corporaciones cambiaron el acompañamiento musical de recogimiento que llevaron a la ida, a base de capillas de metales y corales, tanto infantiles como adultas, por los sones de bandas de cornetas y tambores y de música, muchas de ellas venidas desde otros puntos de la geografía andaluza.

Así, el Prendimiento fue con la banda de la Centuria Romana de la Macarena de Sevilla; el Cristo de la Soledad, con la agrupación musical de la Oliva de Vejer de la Frontera (Cádiz); el Nazareno del Perdón con la agrupación Ecce Mater de Cádiz; el Cristo de la Victoria con la banda de cornetas y tambores de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas (Sevilla); y el Yacente del Monte Calvario con la banda del Maestro Tejera (Sevilla). Asimismo, el Ecce-Homo de la Humildad estuvo acompañado por la coral San Pedro Nolasco de Jerez de la Frontera, un grupo vocal que incorpora un órgano portátil en sus intervenciones en la calle.

Al finalizar el rezo de las estaciones, el obispo afirmó: «En toda la ciudad hemos estado haciendo un vía crucis». Jesús Catalá confió en poder vivir una Semana Santa «plenamente», tras dos años sin tronos en las calles.