Conor McGregor pasea por Marbella, rodeado de una tromba de fans. Josele

El paso de Conor McGregor por Marbella: iconografía mundial con aroma a barrio humilde

El mito de las MMA se mostró cercano con sus fans y logró revolucionar a una ciudad que está acostumbrada a los grandes focos

Viernes, 19 de julio 2024, 11:42

Basta medir el impacto del acontecimiento para entender el fenómeno Conor McGregor. A eso de las once de la mañana, cuando ya se empezó a correr del todo la voz de que el mito de las MMA iba a dar una rueda de prensa en ... el hotel Hard Rock, se colapsaron los accesos a la zona, que está a pocos metros del corazón de Puerto Banús. Agentes de la Policía Local tuvieron que acudir para cortar algunas calles y poner algo de cordura. McGregor estuvo en Marbella para promocionar la primera velada de 'bare knuckle' que se celebrará en España, el 12 de octubre. Una modalidad de boxeo que se realiza sin guantes.

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La plasta marbellí no ahuyentó a los fans del luchador irlandés. Entre ellos, muchos jóvenes y niños que aún no daban crédito del todo. La rueda de prensa para presentar la velada del 12 de octubre estaba anunciada a las doce del mediodía. No fue hasta casi las dos, cuando McGregor apareció en escena. Gafas de sol, reloj de oro, traje hecho a medida y camisa de seda. El 'look' del irlandés superaba fácilmente los cinco dígitos. Si la rueda de prensa empezó tarde fue, en parte, porque McGregor se entretuvo en saludar a sus fans. Rodeado de un séquito de guardaespaldas y con unas medidas de seguridad muy fuertes, se abrazó, se hizo 'selfies' y atendió a la masa casi de uno en uno.

En esos gestos se sintetizaba mucho de lo que es el fenómeno Conor McGregor. Una personaje en sí mismo que trasciende de largo al propio deporte de contacto. Detrás de ese abrazo con un joven que llevaba la emoción escrita en la cara, hay varios mensajes. Soy multimillonario, por donde voy se detiene el tiempo y mi yate atracado en Puerto Banús es el más grande de la dársena. Pero luego está el otro: sigo siendo el mismo chico de Crumlin, uno de los barrios más humildes de Dublin. No he olvidado de donde vengo.

Este dilema entre dos mundos, precisamente, es lo que hace atractivo a McGregor y nutre su carisma. En esto no es el único en el mundo del deporte de contacto. Pero nadie lo ha sabido comercializar tan bien como él. Es uno de los deportistas mejor pagados del mundo. Solo por el combate de boxeo con Floyd Mayweather se embolsó 85 millones de dólares. Tiene su propia marca de whiskey (Proper 12), una línea de ropa y ahora también ha creado una cerveza negra (Forged Irish Stout). Es una máquina de imprimir dinero y todo se reinvierte en más lujo.

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McGregor creció en Crumlin, como se ha dicho, uno de los barrios más humildes de Dublin. De aquí han salido muchos miembros del clan de los Kinahan. Un sitio peligroso. Una vez dijo que a él le habría servido para «hacerse más duro». El deseo de su padre era verle de fontanero. Podía haber vendido droga como alguno de sus amigos. McGregor no quiso ninguna de las dos cosas. Aspiraba a algo más. Soñaba con ser famoso.

Desde abajo a lo más alto

Logró salir de Crumlin a base de lucha y esfuerzo. Luego llegó hasta lo más alto en las MMA. No solo derrotando a los contrarios sino ofreciendo el mejor show. En el ring y también fuera de él. Su boca golpea al menos igual de bien que sus puños. El show es una parte importante en los deportes de contacto, donde no gana más el mejor sino el que logra que se pague más por él en 'pay-per-view'.

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Marbella, una ciudad acostumbrada a todo, pudo comprobar este jueves que pocos personajes, quizá ninguno, han pasado por ella como lo hizo McGregor. Atrae y moviliza a las masas porque cuenta mejor que nadie una historia que ya se ha contado mil veces en los deportes de contacto: uno de muy abajo que llega hasta lo más alto, pero que mantiene lo «muy abajo» en su corazón. Y en el lenguaje.

McGregor se hace un 'selfie' con una joven que le esperaba en la entrada del hotel Hard Rock. Josele

Después de la rueda de prensa en el hotel Hard Rock, estaba previsto un acto cerrado en el Clubhouse Marbella. Apenas un kilómetro separa a ambas ubicaciones. En la puerta del hotel ya esperaban las grandes furgonetas negras con los cristales tintados para trasladar a McGregor. En un gesto de improvisación (quizá no tan improvisado), éste desdeñó a las furgonetas y decidió hacer el recorrido a pie.

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Un paseo que colapsó el tráfico. El irlandés seguía saludando y abrazándose a los más jóvenes. No hubo pitidos ni señales de malestar entre los conductores. Estaban entretenidos en sacar su móvil para grabar a la leyenda de las MMA.

El paso del luchador irlandés por Marbella fue el de una iconografía del pop que no renuncia a sus orígenes. Puedes sacar a McGregor del barrio, pero no puedes sacar el barrio de McGregor. El próximo 12 de octubre volverá por estos lares.

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