Con apenas 14 años ya limpiaba pescado en el parador de Nerja. Antonio Carrillo de Albornoz lleva más de media vida entre planchas y fogones. ... A lo largo de su extensa vida profesional ha cocinado en numerosos establecimientos tanto de España como de Bélgica y hoy es quien se encarga de dirigir la cocina de El Trillo, uno de los restaurantes más tradicionales y con más solera del Centro Histórico.
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Antonio se metió en el mundo de la cocina porque era algo que le apasionaba desde niño. Tanto que en plena adolescencia entró en el Parador Nacional de su localidad para ayudar durante los veranos. «Entré como ayudante de cocina y me pusieron con la partida del pescado; fue una época durante la que aprendí mucho», recuerda.
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Lejos de asustarse, le entró el gusanillo por aprender y se metió a estudiar cocina en La Rosaleda y ya nunca dejó el mundillo. Antonio lleva al frente de las cocinas de El Trillo alrededor de dos meses y su objetivo es modernizar la carta trabajando con productos de temporada. «Hay una muy buena carta con una materia prima excelente, pero le hace falta una pequeña vuelta para modernizarla un poco».
Antonio trabaja con otras cinco personas en «una cocina complicada». Se refiere a que es muy estrecha y las cámaras se encuentran en una primera planta a la que hay que subir por unas estrechas escaleras. «Tenemos que movernos lo mínimo posible», resume. Y es que al encontrarse en pleno Centro Histórico, cualquier intento de reforma supondría un importante quebradero de cabeza para estos profesionales.
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De forma habitual, Antonio y su equipo entran a trabajar a las 11 horas y se reparten en dos turnos. El chef suele recibir en el propio negocio a los proveedores que les ofrecen todo tipo de productos frescos, aunque muchas mañanas prefiere pasarse personalmente por el mercado para ver si se lleva algo más. «Quiero introducir más productos de temporada», insiste.
En El Trillo, negocio especializado desde hace más de 30 años en cocina tradicional, destacan los platos de carne y pescado. El cocinero resalta sobre todos ellos las elaboraciones con bacalao, el pulpo a la brasa, las paellas y los fritos. El negocio también cuenta con una importante variedad para tapear en barra y productos de abacería.
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El Trillo abrió sus puertas en julio de 1998 y actualmente es uno de los referentes de buen tapeo en el Centro. Su ubicación y estilo tradicional lo han convertido en parada obligatoria del numeroso público extranjero que visita la ciudad. Lógicamente, y a tenor de su trayectoria, también es punto de encuentro del público local.
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