Unos aficionados acuden a su asiento en en al anillo bajo de La Rosaleda. ÑITO SALAS Vídeo: Pedro J. Quero

Tímida respuesta en el regreso de la afición en una noche de terral

Apenas un millar de seguidores se repartieron por el anillo bajo de La Rosaleda diecisiete meses después de la última ocasión con público

Sábado, 7 de agosto 2021

Lo que podía haber sido un día histórico en La Rosaleda se quedó casi en algo muy parecido a un partido a puerta cerrada, de ... esos de esta era de pandemia en los que se escuchan a la perfección los gritos de los jugadores y que la señal televisiva oculta con un rugido enlatado de público. La afición volvió al estadio de Martiricos, sí, pero en un número muy bajo, incluso más escaso de lo permitido por los aforos establecidos por Sanidad. Al final apenas llegó al millar de seguidores, según la información del club. Desde el 8 de marzo de 2020, en una derrota por 0-1 ante el Zaragoza (jornada trigésima primera del campeonato 2019-20), no se veían seguidores dentro del recinto, pero la ocasión se quedó en un tímido ensayo de lo que se avecina, una paulatina recuperación de la normalidad, a la espera de nuevas pautas gubernamentales a los clubes del deporte profesional.

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Ha habido que esperar a un Málaga-Tenerife de pretemporada, coincidiendo con la quinta oleada de la pandemia, pero la respuesta fue escasa, a pesar de que se podía llegar a 7.500 aficionados con el 25 por ciento de aforo establecido hasta final de mes por Sanidad. No obstante, desde el Málaga se interpreta que el tope estaba en realidad en 3.900 al necesitar mantenerse metro y medio de separación (dejando filas desiertas) sobre la restricción de público de 25 por ciento. Pero ni cerca de eso...

Casi sin sonido ambiente, el choque se desarrolló como uno más en la etapa de pandemia y se entendían los gritos entre los jugadores

El terral (37 grados a las ocho de la tarde) y la necesidad de pagar por las entradas (entre 10 y 25 euros), incluso en el caso de los abonados al carné Fiel Malaguista, también ha pesado. Precisamente a eso se refería un aficionado, Carlos Pardo: «La gente se ha abonado como todos sabemos al Fiel Malaguista y creo que esa respuesta del club de poner esos precios ha sido lo que ha podido calmar un poco los ánimos».

Se puede añadir el hecho de que en agosto hay aficionados que pueden estar veraneando fuera de la ciudad, pese a las circunstancias actuales, y el interés deportivo que suscita el equipo en los dos últimos años, bloqueado por el tope salarial sin poder hacer una gran inversión en jugadores, pero en todo caso sorprendió la respuesta.

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Demasidos requisitos

Cada aficionado pudo adquirir un máximo de dos entradas personales e intransferibles (de forma 'online', porque no se abrieron taquillas), y tampoco animó nada todos los requisitos de acceso. Una vez en las puertas, que se abrieron antes de las ocho de la tarde, se debía llevar una mascarilla FFP2 (el club ha facilitado estas a quienes llevaban otras en esta primera ocasión advirtiéndolo) y presentar su DNI acompañado por un certificado COVID digital en vigor de la Unión Europea por pauta de vacunación completa, certificado de recuperación, prueba PIDIA negativa en las últimas 72 horas o prueba diagnóstica de infección activa con resultado negativo expedido en las 48 horas anteriores.

Una joven seguidora accede al estadio mientras le toman la temperatura. ÑITO SALAS

Los menores estaban exentos de presentar una prueba PIDIA negativa, pero tenían que validar una declaración responsable adjunta a la entrada e ir acompañado de un adulto. Las taquillas del estadio, la consigna y los bares estuvieron cerrados al público y se limitaron los movimientos internos en el recinto, que sólo se ocupó en el anillo inferior, sobre todo el Fondo opuesto al de la grada de animación y Tribuna, porque en Preferencia y el Fondo Sur apenas hubo seguidores.

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Pese a todo, había cosquilleo entre los seguidores que acudieron con ganas al estadio: «Lo echábamos ya de menos, porque después de tanto tiempo, un año y pico, ya tocaba. A ver si al final las condiciones nos dejan venir todo el año... Ojalá», comentó Alberto García, y le secundó Adrián Azuaga: «Después de diecisiete meses vamos a volver a entrar, y a ver si se cumplen los protocolos. Es una pena que con un campo tan grande como este, para 30.000 espectadores, que se reduzca a este porcentaje. Mientras, las plazas de toros se ven llenas, y en un campo de fútbol, que es un espacio más amplio y abierto, conceden tan pocos asientos...».

Pesó el calor, la fecha, el pago obligado por las entradas (incluso para los Fieles Malaguistas) y los requisitos de acceso

El propio Alberto García se mostraba sorprendido con la escasa presencia de público, después de tanto tiempo sin poder acudir. «Me esperaba que se llenara. Compramos las entradas corriendo porque estábamos previendo que se iban a agotar en nada... Un poco raro sí que me parece. Pero después durante la temporada seguro que sí que va a estar el campo como siempre, como antes», deseó.

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