El fútbol y los resultados, como terapia en La Rosaleda

Sin embargo, el fútbol tiene la capacidad de borrar dudas de un plumazo con una actuación convincente o, hasta con resultados, aunque el juego no esté a la altura. De victorias quiere hablar el malaguismo. De ganar, de situar al equipo en la zona alta del grupo 2 de Primera RFEF, antes de que el nerviosismo se convierta en una bola de difícil digestión.

Sólo los resultados pueden acallar esa sensación generalizada de que el Málaga ha fichado poco (hablemos a día de hoy de lo cuantitativo, es pronto para sentenciar sobre lo cualitativo). Pese a la llegada sobre la bocina anoche de Manu Molina (el undécimo de la lista), no se acaba de entender por qué los millones que llueven en cascada (salidas de Cristian y Álex Calvo, 'caso Ontiveros', pedrea por Iván Jaime, 'caso Horta') no acaban de sumarse a una planificación en la que prima la filosofía de cantera antes que la cartera y la justificación de no fichar «a nadie que no mejore lo que hay». El desagrado de Pellicer ya no necesita casi ni una lectura entre líneas.

A La Rosaleda llega un Atlético de Madrid B que ha subido dos categorías en otros tantos años para alcanzar el que podría considerarse su acomodo natural, la tercera categoría nacional. Comparece con todos los pluses y defectos que se le presumen a un filial: calidad por espuertas, atrevimiento, pero inexperiencia e irregularidad.

Aunque los filiales suelen ir de menos a más durante el curso, este ya debutó ganando (2-0 al Antequera) y mostrando detalles de su potencial, con un gol de bandera de Diego Bri, que forma un peligroso tridente junto a otros dos talentos de ascendencia marroquí, Abde Raihani y Salim El Jebari, que de momento dejan sin sitio al malagueño y excanterano Mario Da Costa, que en realidad puede moverse más atrás.

El equipo que entrena el exsevillista Tevenet puede calentar el ambiente a poco que el Málaga no muestre argumentos contundentes. Ha llegado el momento de los goles de Dioni y de que los jugadores con experiencia en categoría profesional (los Alfonso Herrero, Juande, Galilea, Nelson, Genaro, Juan Hernández, y hasta los Kevin y Roberto) muestren galones.

Ese «ambiente positivo», que preconiza Sergio Pellicer, para que La Rosaleda no sea un 'runrún' desasosegante, es vital en el objetivo del ascenso, pero todo se retroalimenta. Sin resultados no hay calma, y sin tranquilidad no se construye. El Málaga llega a su estreno de local (un cuarto de siglo después, en una categoría no profesional) sin Ramón, Haitam (reciente lesión muscular), Juanpe (aún habrá que esperar para que juegue con mascarilla, después de su fractura nasal) ni Moussa, pero las bajas no son, ni mucho menos, excusa cara a lo que pueda suceder esta noche en la 'bombonera' de Martiricos, que debería ser un plus a este nivel.