El rictus del entrenador del Málaga, Sergio Pellicer, en su comparecencia posterior al encuentro contra el Mirandés fue muy elocuente. A pesar de la victoria, el sentimiento fue de tristeza por la rara noche vivida en La Rosaleda, que no aguantó más y cargó ... con dureza sobre la plantilla y la gestión del club ante el muy probable descenso. Pero precisamente gracias a este último triunfo este hecho aún no es matemático y eso quiso destacar el técnico blanquiazul.
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«Entiendo todo lo que ha pasado perfectamente porque es una situación muy complicada, pero quiero reflexionar desde que estoy aquí este equipo ha demostrado ser luchador. Desde el partido del Racing hemos conseguido cinco victorias en diez partidos, que es algo muy complicado aunque no nos sirva para llegar quizás. La situación es límite, nos queda un 0,1% de probabilidad, tenemos que mantener ese hilo», valoró de primeras Pellicer.
«No dependemos de nosotros, es muy complicado, pero hay un mínimo de posibilidades y vamos a aferrarnos a ello con responsabilidad más que con ilusión porque también debemos tener los pies en el suelo», matizó luego el preparador malaguista, que sobre todo quiso arropar a sus jugadores, que han jugado desde el minuto uno con cánticos en contra por su nefasto rendimiento en el general de la temporada y que apunta a uno de los mayores batacazos de la historia de la entidad.
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«Los jugadores han demostrado personalidad en este partido. Tengo que felicitarles porque creo que han sacado amor propio y orgullo», comentó el entrenador, que reiteró ser comprensivo con el ambiente crispado y de frustración. «Es normal porque esta afición lleva mucho tiempo sufriendo. Entendemos perfectamente a la afición», insistió un Pellicer que también se abrió a contar su experiencia personal dentro de la actual situación.
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Desveló que lo lleva con un gran aislamiento. «Ahora mismo voy de mi casa a La Rosaleda y no quiero ver a nadie en esta situación. Intento mantenerme al margen de todo. Sólo saldré para ir a ver el filial y ya», comentó antes de concluir sobre la forma en la que el vestuario ha encajado los últimos acontecimientos y la victoria ante el Mirandés.
«El otro día en Ponferrada fue una puñalada en el corazón. Les hablé muy transparente. La verdad a veces duele en el momento, pero a la larga es buena. El vestuario ya está pensando en el partido de Vitoria, que tendrá el estadio lleno y se juegan la vida para subir. Va a ser un contexto muy intenso. A los jugadores les he visto confiados en ganar estos dos próximo partidos», finalizó Pellicer con un finísimo hilo de justicia a su esfuerzo desde que cogió las riendas del equipo.
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