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Antonio Góngora
Jueves, 26 de octubre 2017, 01:16
El partido ante el Numancia del martes marcará un antes y un después en el devenir del Málaga, sobre todo por lo ocurrido en el terreno de juego y también fuera del mismo. Era el comentario generalizado en el viaje de vuelta del Málaga ... la madrugada ayer: la tremenda bronca de Míchel en el vestuario tras la derrota en la Copa del Rey en Soria. Los dos goles del conjunto de Segunda en el descuento indignaron al entrenador madrileño, que cambió claramente de estrategia en la relación con sus hombres ante la imposibilidad de encontrar una salida de otra forma.
Los goles de Nacho y del malagueño Escassi en los minutos 93 y 95 del encuentro en Los Pajaritos provocaron que Míchel dejara de defender a sus jugadores (a algunos de ellos), algo que hasta ahora no había sucedido. De ahí que la bronca del técnico nada más concluir el encuentro y antes de la también llamativa rueda de prensa resultara muy sorprendente para algunos futbolistas, sobre todo para los más jóvenes del conjunto blanquiazul.
Míchel se despachó a gusto en el vestuario malaguista, recordando la falta de concentración y la actitud de los jugadores en el choque copero con un enfado terrible, según comentaron durante el viaje algunos de los expedicionarios. Esta reprimenda, desconocida para los futbolistas en la etapa del actual técnico, representa la situación límite en la que se encuentra el conjunto de Matiricos.
Aunque las fuentes consultadas aseguran que la bronca a los futbolistas no supone una ruptura del entrenador con la plantilla, sino que representa una nueva táctica del madrileño para motivar de una vez por todas a los jugadores, a los que se les acusa, en muchos casos, de no ser conscientes de lo que está ocurriendo y de las dificultades actuales, con el equipo como colista y con sólo un punto en los nueve compromisos ligueros disputados. El objetivo central, sin duda, es el partido del domingo contra el Celta.
Tras los últimos acontecimientos, queda claro que todo será diferente a partir de ahora internamente en la plantilla. Parece claro que Míchel ha roto hostilidades y cara al futuro prescindirá de una forma clara de los futbolistas que él considera que no están dando el nivel mínimo para jugar en el equipo, y en Primera División.
Era evidente la tristeza de los expedicionarios en el largo de regreso de la madrugada de ayer (en autobús desde Soria a Zaragoza y el posterior vuelo directo desde la capital aragonesa hasta Málaga). El silencio siempre era el protagonista, aunque esto es algo habitual cuando se sufre una derrota. Pero en esta ocasión fue diferente, seguramente la bronca de Míchel ahondó de una forma importante en los sentimientos de los futbolistas. Ni siquiera hablaban entre ellos, sólo miraban sin rumbo y sin pronunciar palabra alguna. Un auténtico ‘velatorio’.
Tras la llegada al aeropuerto de Málaga sobre las dos de la madrugada, la plantilla se marchó hacia La Rosaleda en autobús y descansó ayer (regresa hoy al trabajo), seguramente para reflexionar sobre lo sucedido y para recuperarse físicamente tras dos partidos y otros tantos viajes en los últimos días (a Barcelona, el sábado, y a Soria, el martes).
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