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Era el comentario generalizado en el viaje de vuelta del Málaga la pasada madrugada: la espectacular bronca de Míchel en el vestuario tras el partido de la Copa de ayer en Soria. Los dos goles del Numancia en el descuento indignaron al entrenador madrileño, ... que cambió claramente de estrategia ante la imposibilidad de encontrar una salida de otra forma.
Los tantos de Nacho y el malagueño Escassi en los minutos 93 y 95 del encuentro en Los Pajaritos provocaron que Míchel dejara de defender a sus jugadores (a algunos de ellos), algo que hasta ahora no había sucedido. De ahí que la bronca del técnico nada más concluir el encuentro y antes de la también llamativa rueda de prensa resultara muy sorprendente para algunos futbolistas, sobre todo para los más jóvenes.
Míchel se despachó a gusto en el vestuario malaguista, recordando la falta de concentración y actitud de los jugadores en el choque copero con un enfado terrible, según comentaron durante el viaje. Esta reprimenda, desconocida con el actual técnico, representa la situación límite en la que se encuentra el conjunto de Matiricos.
Aunque las fuentes consultadas aseguran que la bronca a los futbolistas no supone una ruptura del entrenador con los jugadores, sino que representa una nueva táctica del madrileño para motivar de una vez por todas a los futbolistas, a los que se les acusa, en muchos casos, de no ser conscientes de lo que está ocurriendo y de las dificultades actuales. El objetivo central, sin duda, es el partido del domingo contra el Celta.
Tras los últimos acontecimientos, queda claro que todo será diferente a partir de ahora internamente en la plantilla. Parece claro que Míchel ha roto hostilidades y cara al futuro prescindirá de una forma clara de los futbolistas que él considera que no están dando el nivel mínimo para jugar en el equipo, y en Primera.
Era evidente la tristeza de los expedicionarios en el largo de regreso de la pasada madrugada (en autobús desde Soria a Zaragoza y el posterior vuelo directo desde la capital aragonesa hasta Málaga). El silencio siempre era el protagonista, aunque esto es algo habitual cuando se sufre una derrota. Pero en esta ocasión fue diferente, seguramente la bronca de Míchel ahondó de una forma importante en los sentimientos de los futbolistas. Ni siquiera hablaban entre ellos, sólo miraban sin rumbo y sin pronunciar palabra alguna. Un auténtico 'velatorio'.
Tras la llegada al aeropuerto de Málaga sobre las dos de la madrugada, la plantilla se marchó hacia La Rosaleda en autobús y descasa hoy, seguramente para reflexionar sobre lo sucedido y para recuperarse físicamente tras dos partidos y otros tantos viajes en los últimos días (a Barcelona, el sábado, y a Soria, ayer).
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