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Al margen del ambiente de crispación generado en torno al Málaga por su ya extrema crisis deportiva, el entrenador, Pepe Mel, y su cuerpo técnico intentan encontrar soluciones inmediatas para que el equipo consiga una victoria de urgencia en su siguiente partido contra el Lugo ( ... este domingo, a las 18.30 horas en La Rosaleda) y recupere el pulso de una vez por todas.
Estas medidas van dirigidas ahora casi en exclusiva en darle remedio a la dañina falta de gol que sufre la plantilla, bloqueada y sin mordiente en el área rival, sobre todo en los últimos encuentros, cuando acumula tres jornadas sin conseguir perforar la portería contraria. Al conjunto blanquiazul, colista y a cuatro puntos de puestos de permanencia, no le vale empatar y adoptar una versión conservadora, que es la elegida en las últimas jornadas, porque necesita sumar de tres en tres y eso pasa irremediablemente por marcar goles.
Es obvio, pero la tarea de anotar se está convirtiendo en un ejercicio frustrante por la falta de claridad para crear jugadas con verdadero sentido y consistencia. Ni siquiera en sus mejores momentos del último partido contra el Leganés, cuando el equipo madrileño estuvo contra las cuerdas, se aprovecharon para disparar con intención entre los tres palos. Y la conclusión a la que han llegado en el seno malaguista en un primer análisis es que necesitan tener mucha más profundidad en su juego.
¿Y cómo se consigue llevar a cabo este relevante matiz táctico en que van a trabajar durante los próximos entrenamientos? La manera más efectiva es prescindir de las posesiones de balón horizontales y acumular jugadas verticales, fútbol directo, con el fin de exigir al rival en sus transiciones defensivas y mejorar su posicionamiento ofensivo cara a rematar a gol. Aunque esto requiere de un importante cambio de mentalidad en muy poco tiempo. Un reseteo con el que hacer calar la idea de que mantener la posesión de balón para controlar el peligro del rival ya no debe ser una prioridad.
Otro de los requisitos para que estos cambios funcionen es que tienen que ir acompañados también de inyectar un chute de autoestima y confianza con el que dejar de tener miedo a la derrota y a las malas sensaciones. Esto les atenaza ante cualquier fallo más grave de lo normal durante los encuentros y les impide reaccionar. En Butarque desaparecieron después de encajar el 1-0. Y es que sin una actitud más arriesgada y liberada no es posible superar el anquilosamiento en el que ha caído el equipo.
Este es un aspecto sobre el que ha incidido ya en varias ocasiones Pepe Mel, quien se ha encontrado un grupo de jugadores tocados a nivel mental y lentos a la hora de asumir un cambio radical en la forma de trabajar con la salida de Pablo Guede. Esto ha provocado que el efecto del relevo de entrenador no termine de llegar. Y lo cierto es que la tarea de Mel y su equipo se presenta complicada porque los recursos de la plantilla no le acompañan.
Por ejemplo, de poco sirve pedirle a futbolistas como Villalba o Febas que ofrezcan más desmarques de ruptura cuando están acostumbrados a recibir casi siempre al pie. El reto es conseguir que este tipo de jugadores lleguen más a zonas de mayor peligro ofensivo y puedan generar más en el área rival con la intención de que los rematadores como Rubén Castro tengan más opciones.
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