El 'efecto Guede' sirve para sumar un punto y llevar la fiesta a La Rosaleda (2-2)

Las carencias del equipo blanquiazul son evidentes, pero el punto sumado supone un paso adelante, un cambio de rumbo en busca del camino ideal que le permita alejarse mucho más de la zona de peligro. El choque ante el Valladolid fue, en cualquier caso, otra historia. El público se volcó cada vez más para llevar a su equipo al triunfo, pero no pudo ser en esa fase final en la que las fuerzas flaqueaban ya. Las sensaciones malaguistas fueron excelentes ante uno de los rivales de más nivel.

La 'era Guede' comienza bien. Pudo arrancar con una merecida victoria, pero las circunstancias no lo permitieron. Los aficionados entendieron que el punto sumado era válido después de los problemas de los últimos meses y, sobre todo, al observar cómo se emplearon los jugadores hasta el final del encuentro. El Málaga dio un primer paso y a partir de ahora deberá confirmar lo observado para cerrar el campeonato de la mejor manera posible.

Guede apostó por la moderación para comenzar su nueva etapa al frente del Málaga y no 'revolucionó' la alineación. Utilizó de entrada un sistema con tres centrales, retrasando a Escassi y buscando la máxima contención ante un rival fuerte y muy en forma ahora. A partir de ahí entraba en juego la motivación especial por el debut del técnico, la actitud y la ambición... Y todo funcionó desde el pitido inicial, con un equipo blanquiazul volcado sobre la meta contraria, buscando el gol y sin darle un respiro al Valladolid.

Con un ritmo frenético y todos sus jugadores con la moral por las nubes, el Málaga enganchó de inmediato a la numerosa afición que acudió al estadio para un día especial y trascendental. Fruto de ese espectacular arranque llegó un desmarque de Febas, el 'mano a mano' con Masip y el pase a Brandon para que pudiera abrir el marcador. Un golazo que desató el júbilo de un público ansioso de alguna alegría. Era el justo premio para una presión descomunal y un gran derroche al principio. El 'efecto Guede' estaba funcionando como un reloj.

El argentino había conseguido momentáneamente ser el revulsivo, la excusa perfecta para reaccionar. Aunque apenas habían transcurrido cinco minutos. Había que esperar. Y el Valladolid, que juega 'otra liga', tenía que mostrar sus cartas, y lo hizo. Muy pronto Dani Martín tuvo que realizar una parada salvadora (un despeje), algo que repetiría algunos minutos después. La fragilidad de la defensa blanquiazul y la escasa contundencia del centro del campo estaban facilitando el trabajo de los visitantes, que encontraban un camino más fácil por la banda derecha, la izquierda local.

El dominio del Valladolid, que se acentuó con el paso de los minutos, no daba tregua a un Málaga que también dispuso de dos buenas opciones para marcar por medio de Javi Jiménez y Genaro, en sendos disparos desde fuera del área. Con Guede permanentemente en cuclillas al borde del área técnica, el equipo blanquiazul no encontraba la manera de equilibrar el encuentro. La entrada por las bandas estaba haciendo mucho daño. El Málaga necesitaba alcanzar el descanso con la ventaja para ordenar las ideas y reforzar su despoblado centro del campo.

Y a las primeras de cambio, Guede reaccionó y dejó al joven Andrés, con una tarjeta, en el vestuario y dio entrada a Antoñín. Cambió el sistema a cuatro defensas y otra vez muy rápido llegó el gol, el segundo. Indecisión de Masip que salió casi a la banda, lo que aprovechó Vadillo para marcar desde lejos a puerta vacía. Empezaron a escucharse cánticos a favor del técnico («¡Guede Guede, Pablo Pablo Guede!»). Pero el Valladolid no arrojó la toalla.

La vulnerabilidad de la defensa malaguista permitía que los visitantes tuvieran opciones en casi todos los ataques, lo que aportaba dudas. De esta manera, muy pronto acortaría distancias Weissman al quedarse solo y desmarcado. Era un duro golpe para los blanquiazules, que volvieron a la carga con otras dos buenas oportunidades en las que faltó acierto. Pero podía ser peor, y lo fue: Weissman hizo el segundo en otro desajuste.

Sin sacar del centro del campo entraron ya Adrián y Paulino, pero el ritmo bajó hasta que el equipo blanquiazul pudo digerir la igualada. Entonces lo intentó de nuevo en la fase final del choque. El propio Adrián tuvo dos ocasiones muy claras que no pudo convertir (todavía no ha conseguido el ritmo de juego necesario). Y aparecieron algunas opciones más, pero no hubo acierto, y así se llegó al final. Los aficionados se marcharon satisfechos tras observar que su equipo reaccionó.