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«Teníamos el objetivo cumplido bien, y el último fichaje ha sido un extra y bienvenido sea». Así se expresaba el pasado sábado, en la víspera de la enésima decepción en La Rosaleda del Málaga, Pablo Guede sobre el fichaje de Alfred N'Diaye. Pero ... no, N'Diaye está a llamado a ser el salvavidas, la pieza a la que debe aferrarse el hispanoargentino para tratar de contener la hemorragia que muestra el equipo, cualquiera que sea, en la contención en el centro del campo y que deja más expuesta, si cabe, a la línea defensiva.
Porque de salida no estaba prevista la incorporación de un medio defensivo. En realidad, sólo se trataba de conseguir la continuidad de Febas y de cumplir el deseo del entrenador de contar con un '10', con un futbolista de último pase, con un 'nuevo Sandro'. Pero las sensaciones y los resultados mandan. Los últimos compromisos de la pretemporada no fueron convincentes en cuanto al equilibrio necesario. Ante el Al Nasr saudí en Marbella el equipo acabó por descoserse y en el Nuevo Los Cármenes contra el Granada se hizo con el trofeo en la tanda de penalti, pero concedió demasiadas transiciones al cuadro dirigido por Aitor Karanka.
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Independientemente de que el estilo impuesto por Guede no termina de convencer (hasta los gestos de los propios jugadores lo delatan) y de que no permite explotar ciertas virtudes ofensivas, en las cuatro primeras jornadas no son pocos los aficionados que han empleado la misma frase: «La defensa es un coladero». En todos los encuentros del campeonato ha concedido en exceso a sus rivales. Dos lo aprovecharon mejor porque tienen más talento de mitad de campo hacia arriba (Las Palmas y el Albacete), y los otros dos no sacaron más partido bien por su falta de pegada (el Burgos) o por la candidez de sus futbolistas (el Mirandés, con cuatro futbolistas de ataque que la pasada temporada militaban en filiales).
Hasta el técnico ha hecho hincapié desde el principio en que el Málaga regala demasiados centros, una cuestión que no es estrictamente achacable a los laterales porque los rivales asumen que el equipo juega sin extremos y también optan por envíos desde un poco más atrás. Así lo hizo constantemente el Mirandés en la recta final –lo que obligó a Guede a recurrir en esa fase a un extremo (Hervías) y a Víctor Olmo para jugar con 'doble lateral' en la izquierda– y así ocurrió en el tramo inicial contra el Albacete. Los dos goles visitantes, en los primeros siete minutos, se originaron con cambios de orientación de Álvaro Rodríguez (lateral) y Juanma (en función de extremo) no muy lejos de la divisoria.
No obstante, la principal carencia del Málaga ha sido más evidente por dentro. Con uno u otro sistema, con unas u otras piezas, el equipo ha exhibido un alarmante déficit de contención. En particular, las transiciones de los adversarios lo han dejado al desnudo y han facilitado con frecuencia situaciones que ponían en riesgo a los defensas, bien con envíos cómodos a la espaldas de estos o bien generando situaciones de uno contra uno entre atacante y zaguero. Esa es la principal razón de que el club, a través de la dirección deportiva, pusiera sobre la mesa la necesidad de hacerse con un medio de contención de gran fortaleza física. Guede ya advirtió en vísperas del comienzo de la pretemporada sobre el detalle de que Escassi y Genaro tendrían que pelear por un puesto. Después, como se comprobó con la construcción del equipo y la llegada de tres piezas para el centro de la defensa (Burgos, Bustinza y Ramalho), quedó patente que el malagueño y el sevillano tendrían que conformarse, en condiciones normales, con actuar por delante de la zaga.
La inconsistencia de Escassi y Genaro llevó a acelerar la llegada de un '6' y N'Diaye se puso a tiro. El sábado, horas antes de la cita con el Albacete, Guede reconoció las carencias físicas del senegalés. Después, en el partido, el técnico lo mandó a calentar en el minuto 35. Efectivamente, la baja forma del centrocampista se puso de manifiesto en su primera intervención: salió tras el descanso y al minuto y medio ya había visto la amarilla.
Ahora, con una semana más de trabajo, N'Diaye está llamado a ser una pieza clave para mejorar la contención del equipo y minimizar la preocupante fragilidad en las transiciones del rival. Guede se aferra a él. No, no es una pieza extra.
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