En Huesca el Málaga mostró más equilibrio y apenas concedió ocasiones, pero volvió a quedarse a cero por un grave desajuste táctico y por la falta de ideas en ataque. Y aunque intentó crear más juego por las bandas, a la postre es un equipo ... concebido casi exclusivamente para jugar por dentro, lo que condiciona las buenas intenciones. La cuarta derrota en cinco partidos suscita el lógico debate sobre la figura de Pablo Guede por más que la imagen fuera mejor (aunque el listón estuviera tan bajo).
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Avanzó Guede su deseo de que el Málaga jugara más por las bandas, pero una cosa es querer y otra, bien distinta, poder. En realidad la plantilla sólo cuenta con dos extremos, Hervías y el canterano Haitam... Y como ninguno figuró en el once, este se vio plagado otra vez de futbolistas interiores. Con N'Diaye como principal (y esperada) novedad, el técnico se decantó por Febas como acompañante en la medular e incluyó a Fran Villalba como teórico extremo izquierdo. Por lo demás, lo esperado, con los inamovibles Álex Gallar, Fran Sol y Rubén Castro arriba.
Al menos en esta ocasión el Málaga estuvo más equilibrado con un 4-4-2 claro; es decir, el mismo patrón que suele emplear Ziganda, ahora en sus primeros pasos en el Huesca. La diferencia radicaba en que el conjunto blanquiazul sí buscó más movimientos interiores mientras que el local se dejaba ver en los flancos con Mateu y Soko, escasamente vigilado el primero por Juanfran y casi siempre ganador el segundo en su pulso con Javi Jiménez.
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La presencia de N'Diaye bastó para contener merced a su privilegiada lectura del juego –que compensó la posible fragilidad de Febas en esos menesteres–, pero el Málaga también dejó de ser ese equipo 'largo' del arranque liguero que hace aguas en las transiciones debido a la posición escalonada de sus futbolistas. Es cierto que el Huesca apenas brilló en el juego entre líneas (si acaso con Escriche, casi siempre bien frenado en sus arrancadas), pero se observó más implicación colectiva.
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En realidad ambos priorizaron la necesidad de no conceder errores. Manolo sólo tuvo que intervenir en un cabezazo de Escriche en falta lateral de Mateu (en el Málaga Gallar no estuvo fino en sus servicios). Hubo más sensación de peligro en el área local, aunque siempre que los jugadores blanquiazules conectaron por dentro. Tanto Gallar como Fran Villalba mostraron su tendencia a aparecer en la media punta, aunque el futbolista que más daño hizo fue Febas, porque, más allá de dos contragolpes a endiablada velocidad y con mejorable resolución (en el primero falló la conexión con Rubén Castro), su facilidad para superar líneas provocó una notoria zozobra en los locales. El empate a cero al descanso era el reflejo a partes iguales de las precauciones de ambos conjuntos y de su escasa capacidad para generar espacios.
El Málaga, que había aunado control y posesión en el tramo final de la primera mitad, también se adueñó de la pelota en la reanudación. Sólo las imprecisiones en el último pase impidieron que en el tramo inicial el dominio se tradujera en oportunidades. Ziganda vio que su equipo ejercía como visitante, arrinconado y sin recursos ofensivos, y optó por un triple cambio. Buscaba más conexión arriba con la entrada de un medio punta dinámico, Juan Carlos, por el ariete Kevin Carlos y en sólo cuatro minutos el recién entrado no perdonó desde el balcón del área casi sin oposición. N'Diaye había salido a tapar la diagonal de Escriche y el equipo blanquiazul pagó que Febas no es tácticamente el mejor para jugar por delante de la defensa.
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La necesidad apretaba y Guede recurrió a Haitam, que en sus dos primeras intervenciones sorprendió al Huesca, pero fue un espejismo. Nunca llegó a combinar en su banda con Juanfran (para hacerlo tienen que trabajarse ciertos hábitos) mientras que en la izquierda el recurso fue de nuevo Febas con la entrada de Jozabed. El cuadro local se protegió con otro central, pero en el Málaga escaseaban las ideas porque se empotraba continuamente en sus intentos por dentro y además los centros casi siempre eran previsibles. Hubo mejoría, pero escasa para ser un equipo competitivo.
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