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Sin profundidad no se generan ocasiones ni remates. Sin estos no llegan los goles, y sin la salsa del fútbol sólo se puede aspirar a un insuficiente empate, incurriendo en un claro riesgo de derrota, como sucedió anoche en El Alcoraz. Sin demasiadas opciones de ... peligro para el Huesca tampoco, los azulgrana aprovecharon al menos una de las dos claras (la otra fue la parada de Manolo Reina a un cabezazo picado de Escriche) de las que dispusieron para llevarse el partido.
Centrado el foco en las últimas semanas sobre la debilidad defensiva, en el duelo de ayer resultó especialmente llamativa la incapacidad del equipo para construir su juego de ataque y concluir las acciones en algo tangible. Siempre fueron imprecisos los centros, o al menos no terminaron de llegar a su destino, hubo una falta de acierto total en el último pase, y el paupérrimo resultado fue un solo remate entre los tres palos, el de Álex Gallar al comienzo de la segunda mitad y sin que inquietara lo más mínimo a Andrés Fernández.
Al Málaga no le cunde lo más mínimo reunir en el once a tantos jugadores creativos o con capacidad para el pase definitivo, como Febas, Fran Villalba (al que apenas se vio antes de ser sustituido) o Álex Gallar. Tampoco reunir dos delanteros en su formación, o incluso un lateral como Juanfran con experiencia en la máxima categoría y capaz de proyectarse con acierto en el campo rival. Hubo fases del duelo en el que el control de la posesión fue total por parte del Málaga, pero absolutamente estéril. Ni siquiera los cambios de Guede, todos después de que se produjera el gol de Juan Carlos, cambiaron la dinámica del choque. Las ocasiones no llegaron, los acercamientos al área nunca fueron en jugadas limpias, y el equipo careció de reacción alguna al gol encajado. Basta repasar la acción del último minuto del periodo añadido, en la que N'Diaye le cede el balón a Jozabed y ambos se muestran torpes para trasladar con un pase en largo el esférico al área rival antes del último silbido arbitral.
La plantilla dispuesta a las órdenes de Guede se perfilaba antes del arranque liguero como especialmente ilusionante en el capitulo ofensivo, con un goleador consumado como Rubén Castro y bien rodeado por jugadores creativos, pero a la hora de la verdad el Málaga apenas es capaz de nutrirle de balones y se pierde en fuegos de artificio y posesiones estériles una y otra vez.
Puede que el cuadro blanquiazul mejorara anoche en defensa, concediendo menos ocasiones y ganando más disputas de balón, pero el gol volvió a desnudar al equipo. Escriche, al que perseguía N'Diaye fuera de zona, recibió cerca del costado izquierdo del ataque local. Su envío a la frontal del área fue aprovechado por Juan Carlos, libre de marca, que precisó en el remate sin que le encimara del todo Escassi y reculando Juande. La acción resucitó la pesadilla de partidos anteriores y privó al equipo de un premio menor, un punto.
Frente a los problemas de equilibrio que mostraba el Málaga, que le han llevado a encajar una cifra muy elevada de goles y a conceder un alto número de ocasiones de peligro a los rivales, Pablo Guede optó en Huesca por un once muy ofensivo, quizás el que más en lo que va de curso, con dos delanteros una vez más (Fran Sol y Rubén Castro) y con tres volantes con un claro carácter atacante, como son Álex Gallar, Fran Villalba y un Febas que se ubicó esta vez como segundo medio centro junto a N'Diaye. Paradójicamente, con esta formación el Málaga apenas generó peligro en el área de Andrés, pero mantuvo a raya al rival más que en jornadas anteriores.
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