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Quiso pasar a la posteridad el Málaga como el único equipo de octavos en la Copa del Rey de esta edición que no juega en Primera División (no había ejemplos consumados a la hora de escribir estas líneas), pero no pudo ser. Un tanto en ... propia puerta de Galilea frustró el sueño de los de Martiricos, que compitieron de forma más que digna. La calidad, ese aditivo que se ha perdido progresivamente en un lustro en la plantilla, hasta dar con los huesos en Primera RFEF, marcó la diferencia. A la Real Sociedad no le falta, y exigió a su rival hasta encontrar el premio del gol, no sin fortuna. Simplemente por empeño, otro gallo habrá cantado.
Se trataba de una eliminatoria que no incomoda en el calendario, ni siquiera a la Real, que colocó a una mayoría de jugadores habituales en la Liga en su once, con las excepciones de Marrero, Odriozola y Zakharian. El Málaga partió con una propuesta más conservadora, no con defensa de cinco como se jugó al despiste en el croquis oficial de los onces, pero con Gabilondo como extremo y con Murillo en el lateral para tratar de tapar mejor a Barrenetxea. Todo en la línea de la dificultad que entrañaba el rival, el campeón del torneo en la temporada 2019-20 (aunque la final se jugase en abril de 2021, debido a la pandemia).
Málaga: Carlos López; Murillo (Kevin, m.54), Moussa, Galilea, Víctor García; Gabilondo, Juanpe (Dani Lorenzo, m.54), Sangalli (Manu Molina, m.79), Antoñito (Dioni, m.54); Ochoa (Larrubia, m.65) y Roberto.
Real Sociedad: Marrero; Odriozola (Elustondo, m.80), Zubeldia, Le Normand, Aihen Muñoz (Tierney, m.80); Brais Méndez, Zubimendi (Turrientes, m. 46), Mikel Merino; Zakharyan (Carlos Fernández, m.46), Oyarzabal y Barrenetxea (Magunazelaia, m.73).
Gol: 0-1, minuto 49: Galilea, en propia puerta.
Árbitro: Gil Manzano (extremeño). Amonestó a los locales Juanpe y Moussa, y a los visitantes Aihen Muñoz y Carlos Fernández.
Campo: La Rosaleda. 22.111 espectadores.
Ilusionado con la perspectiva de sorprender a uno de los dieciséis mejores equipos de Europa (en tanto que es octavofinalista en la Champions), el Málaga se fajó con orgullo, con unos Gabilondo y Sangalli ultramotivados, con dos menores de edad en su once y seis canteranos, por ocho de la Real, que aún es más fiel a ese modelo de apuesta por la casa.
Y las ocasiones se fueron sucediendo para la Real, que controló el juego con Marrero muy lejos de la portería, bien relacionado con la defensa. Primero lo intentó Brais Méndez, en una falta lateral en la que trató de sorprender a Carlos López, que no tardó en convertirse en protagonista. Después tuvo dos oportunidades Oyarzabal, sobre todo una segunda en un estupendo desmarque a la espalda de Galilea, bien visto por Barrenetxea. Pero López repelió con el cuerpo, y también lo intentaron Zubimendi y por dos veces Zakharian, una en una volea de zurda a priori muy propicia, con toda la portería para él.
Pero el Málaga, aun sin tener mucha posesión, lejos de arredrarse, no jugó colgado del larguero ni demasiado atrincherado. Fue vital para creérselo la clarísima ocasión de Víctor García, en un trallazo al poste. En la segunda jugada casi llegó Roberto a conectar un tiro cruzado de Gabilondo, igual de punzante como volante que cuando lo hace de lateral.
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Aplaudía Pellicer la llegada del descanso como si le fuera la vida en ello, tal era la tensión y concentración con la que vivía el Málaga el partido, pero en la segunda mitad el asedio de la Real se intensificó. Fue una copia de lo que ha venido sucediendo en esta ronda estos tres últimos días, porque el equipo de superior categoría casi siempre impuso su jerarquía tras el descanso poniendo una marcha más.
Eso sí, el gol llegó de la forma más inopinada. Brais Méndez ejecutó una falta lejana al área, peinó Mikel Merino y, en su afán por anticiparse a un posible remate peligroso de Zubeldia fue Galilea el que se marcó en propia meta.
Trató de enderezar la situación Pellicer con tres cambios, Introdujo a Kevin para retrasar a su puesto a Gabilondo y también entraron Dani Lorenzo y Dioni por Juanpe (amonestado) y un poco activo Antoñito, con lo que Ochoa, que le había dado mucho aire al equipo con sus intervenciones, se fue a la banda izquierda.
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Despertó el Málaga, sin nada que perder, ante una Real que pareció de pronto algo más relajada con la ventaja, y el primer aviso lo dio Kevin, en el minuto 67, a la salida de un córner. Poco a poco la recomposición del equipo le hizo adquirir la fisonomía del once de gala, también con Larrubia en el campo, pero no lograba el Málaga intimidar más a su oponente, también con Imanol dándose prisa en agotar el cupo de sustituciones. Un remate alto de Roberto y otro de Larrubia de rosca (sólo hubo uno entre los tres palos y manso de los locales en el duelo) fueron los últimos hálitos de vida de las huestes de Pellicer en el torneo. Habrá quien lo lamente, pero también el que asuma que puede ser un mal que por bien no venga, porque habría tocado jugar Copa dentro de diez días, muy poco tiempo antes de recibir al Castellón, en un duelo clave.
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