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Celebración del ascenso
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Celebración del ascenso
La fiesta que el malaguismo necesitaba«Ya nos tocaba vivir algo así». Esta fue una de las frases más recurrentes entre las miles de personas que se echaron ayer a la calle para celebrar el ascenso del Málaga a Segunda División. Después de una larga época de desgracias y decepciones, la afición blanquiazul celebró eufórica el regreso de su equipo al fútbol profesional sólo un año después de caer al abismo de la Primera Federación.
El listón de los festejos estaba muy alto tras de lo vivido en el aeropuerto durante la madrugada, con un recibimiento masivo a la plantilla horas después de su triunfo en Tarragona. Fue una escena inédita. Pero la excitación general no dejaba conciliar el sueño y el fulgor se mantuvo hasta la tarde, cuando se organizó una rúa del equipo en un autobús, descapotable y blanquiazul, con el lema 'Lo hicimos' en tamaño gigante.
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A las 17.30 horas ya había miles de aficionados del Málaga en los aledaños de La Rosaleda para el comienzo del recorrido anunciado, que fue ganando en intensidad a cada paso. Aunque el inicio fue potente y emotivo porque era la primera imagen de un acontecimiento histórico. En los primeros metros del desfile ya se desveló el que iba a ser el cántico de moda, uno de los más repetidos.
«¿Dónde están los balones, los balones dónde están?», entonaron tanto jugadores como aficionados en alusión a las pérdidas de tiempo del Gimnástic de Tarragona en la final y que se le volvieron en su contra después. Este era el cántico que empezaron a gritar los aficionados granas del Nou Estadi cuando su equipo iba por delante en la eliminatoria y buscaban ralentizar el juego tirando pelotas al campo. Una vez más, se pasaron de pillos y el malaguismo ahora ha hecho suyo ese cántico como icono de este ascenso.
La primera parada de la rúa malaguista ayer fue la iglesia de San Pablo, donde el club realizó una ofrenda floral a Nuestro Padre Jesús Cautivo, al que varios jugadores del equipo visitaron antes de jugarse el ascenso. En la explanada del barrio de la Trinidad, los futbolistas, nuevos héroes para la afición, se dieron el primer baño de masas de la tarde al bajarse por primera vez del autobús.
El siguiente destino fue el céntrico edificio de la Diputación de Málaga en la plaza de la Marina. Allí uno de los protagonistas fue el delantero Roberto, el máximo goleador del equipo que ha completado una temporada estelar. Los aficionados le pidieron a gritos que se quedase en el Málaga, donde tiene un año más de contrato, aunque hay muchos clubes interesados en ficharle y parece complicado retenerle.
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Borja Gutiérrez
También recibió mucho cariño el entrenador, Sergio Pellicer, visiblemente emocionado además de aliviado por devolver al equipo a Segunda después de una temporada donde estuvo cuestionado desde el principio. En la Diputación, el presidente Francisco Salado dejó entrever que reforzará su patrocinio en club cara a la temporada siguiente (con la marca 'Sabor a Málaga') y repartió un paquete de productos de la provincia.
El momento álgido de la tarde llegó de camino al Ayuntamiento por la gran avenida del Paseo del Parque. Ahí se concentró la gran mayoría de la afición malaguista, dejando imágenes impresionantes por la cantidad de asistentes. Fue entonces cuando se vino arriba el futbolista Larrubia, que ejerció de maestro de ceremonias desde el balcón del consistorio para dar un comentario y pedir la ovación para cada uno de los integrantes de la plantilla.
Fue entonces cuando la parroquia blanquiazul se rindió ante Antoñito Cordero, el canterano que se disfrazó de héroe marcando el gol del ascenso. Y fue ovacionado de nuevo el entrenador, Pellicer, tras las bromas de Larrubia: «El capitán de este barco se lo merecía más que nadie. Se las sabe todas el canoso este», comentó el malagueño antes de que el alcalde, Francisco de la Torre, tomase la palabra. El regidor animó la fiesta, pero también fue exigente y recordó que el objetivo sigue siendo devolver al club a Primera.
Tras la explosión de júbilo en el Ayuntamiento, la expedición malaguista, acompañada también por otro autobús descapotable para empleados del club, familiares y medio de comunicación, se dirigieron a su último punto del itinerario: la visita a la Divina Pastora en el barrio de Capuchinos, con la que tiene un vínculo especial e histórico, ya que antes de empezar cada temporada también le realiza una ofrenda floral. Fue algo más íntimo e ideal para rematar los festejos.
En resumen, fue una tarde histórica donde miles de seguidores, muchos de ellos menores que ni siquiera vivieron el último ascenso del Málaga (fue hace 16 años), pusieron el colofón a una temporada que sobre todo destacó por producirse un extraordinario crecimiento de la afición.
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