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La Rosaleda volvió ayer al ritmo al que se estaba acostumbrado antes de la crisis del coronavirus. Jugadores, técnicos y empleados del club estaban citados para someterse a los test del Covid-19, la antesala del siguiente objetivo del protocolo de reactivación del fútbol: ... arrancar los entrenamientos individuales. Los citados fueron llegando en solitario, y al contrario de como ocurrió el pasado lunes en el Unicaja, los familiares de los llamados a pasar las pruebas no acudieron ni se van a someter a este primer estudio en principio. Aunque el protocolo sí reunió información de cómo y con quién conviven las personas analizadas, y no se detectaron circunstancias sospechosas (podrían llegar a ser hasta 65 integrantes del club los que vayan a pasar las pruebas al final).
Este desfile se produjo de forma puntual desde las 9.00 horas y se extendió hasta entrada la tarde. También porque para muchos fue un día de trabajo más. Y es que, si para los jugadores era una vuelta con sabor de pretemporada, también por el calor y el reencuentro con los compañeros, para otros responsables no fue así. Desde el administrador judicial, José María Muñoz, hasta la secretaría técnica, con Manolo Gaspar a la cabeza, pasando por jefes de áreas como Recursos Humanos o Infraestructuras, accedieron al estadio a primera hora y alargaron la jornada, incluso comieron en el estadio para seguir con su principal ocupación: darle viabilidad deportiva y económica al club.
Pero el protagonismo ayer era de los test. Todos los llamados a pasar los test tenían órdenes expresas de cómo actuar. Lo primero que hicieron, y seguirán haciendo de forma indefinida en otras fases los que accedan a las instalaciones de La Rosaleda, fue desinfectarse las manos con gel hidroalcohólico. Un paso que se ejecuta casi en el umbral de la puerta 18, la que da acceso al aparcamiento. Los que entran deben parar un momento sus vehículos para frotarse las manos, coger guantes y mascarilla, y acto seguido regresar al coche para ingresar definitivamente y estacionar.
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Desde ahí, los jugadores arrancaron, ya a pie, un completo circuito diseñado como una fabricación en cadena. A través de un pasillo, primero pasaron por la sala donde se montó el laboratorio improvisado para pasar dos pruebas diferentes de coronavirus. La denominada PCR, realizada mediante bastoncillos que se introducen por la nariz y la boca hasta la garganta (la parte más desagradable, según contaron los que se sometieron a ella por la profunda incidencia, que provoca sensación de vómito en algunos casos). Y el serológico mediante el proceso conocido como ELISA, para el que se necesita una simple extracción de sangre.
«Los test son rápidos, pero algo incómodos, sobre todo los de la boca y la nariz, que son desagradables», reaccionó el centrocampista Luis Muñoz a SUR a la salida del estadio. Una vez pasadas las pruebas de coronavirus, los jugadores pasaron también por una sala donde se les analizó su estado físico tras 54 días en casa desde que se decretó el estado de alarma y se paró la actividad. Se midió la grasa y otros parámetros de cara a preparar con más precisión los entrenamientos de vuelta al césped y evitar las lesiones, pero los expertos ya dan por sentado que el riesgo aumentará. Asimismo, los utilleros entregaron el material deportivo que los jugadores controlarán de forma independiente desde ahora para evitar contagios. Deben admnistrarse su equipo, incluida las botas, y ducharse en casa. «Estamos con muchas ganas de volver al terreno de juego y llevando como podemos las reglas que LaLiga nos dice», reflexionó Juanpi. Mientras, el canterano Ramón dijo: «Hay que cumplir bien las normas y espero que, por esa parte, no tengamos problemas».
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Borja Gutiérrez
Una vez pasado esta importante fase sin incidencias, queda esperar a los resultados. «Ahora paso a paso, a ver qué tal los resultados y poder entrenarnos cuanto antes, que hay ganas», definió sin poder concretar Juan Carlos. Y es que este regreso está a expensas de las conclusiones de las pruebas, que se conocerán entre las próximas 48 horas o algo más. Es decir, los entrenamientos podrían empezar el fin de semana o ya el lunes siguiente. En el último extremo, los equipos tienen también un modelo de actuación de cara si se detecta algún positivo.
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