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Ni siquiera un cuarto de hora. El Málaga sólo duró en Elche trece minutos, el periodo en el que creó dos claras ocasiones. Después fue un alma en pena, con una pésima imagen individual (algunos jugadores no dan ni el 5 por ciento de lo que deben) y, en esta ocasión, colectiva. Totalmente deslavazado y superado en el centro del campo, fue incapaz de frenar a su rival, se mostró muy vulnerable y no tuvo ni ocasiones ni personalidad, esa que se supone que deben demostrar futbolistas muy bien pagados y que aún no se han dado cuenta de que sólo con el nombre no se va a ningún lado. Fue un equipo patético sin juego ni garra.
Se intuía un partido exigente y frenético porque esa es la propuesta del Elche y desde el primer minuto el duelo se asemejó en intensidad al vivido en Tenerife la temporada pasada, incluso con tantas idas y vueltas. El Málaga huyó en cierto modo del estilo de los últimos tiempos, con más precauciones para proteger a su cobertura, y esta vez se le vio más adelantado. El objetivo era dificultar la salida del balón de los locales, el principal déficit del conjunto de Pacheta. Y mientras se cumplió el viento sopló a favor, pero cuando esa presión resultó estéril llegaron las dificultades.
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El Málaga arrancó con brío, fortalecido sin duda por la facilidad con la que recuperaba la pelota –o con la que la perdía su adversario, según se mire– y gracias a ello el Elche fue más vulnerable, víctima de una evidente fragilidad. El equipo hilvanó una acción de calidad en el minuto 5 que a priori fue muy determinante. El pase al hueco para Hicham tuvo como continuación un centro del marroquí al área pequeña que inexplicablemente no llegó a rematar Sadiku completamente solo. De un tiempo a esta parte el ariete albanés falla las oportunidades más fáciles... Al filo del cuarto de hora apareció de nuevo Hicham, que se aprovechó de que la defensa ilicitana reculó sin miramientos para poner a prueba al cancerbero Edgar. Y ahí se acabó el equipo de Pellicer en la primera parte.
En el cambio de escenario tuvo mucho que ver el dominio del Elche en el centro del campo. En un equipo que jugó sin delantero centro (se ha marchado Qasmi al Rayo y ahora va a encomendarse a un viejo conocido, Jonathas), Nino bajó a recibir continuamente a la zona de medios y Pere Milla se movió entre líneas, así que fue fácil comprobar la superioridad local. Y desde ahí comenzó el crecimiento de los franjiverdes. Con un centro del campo muy inseguro, menos sólido, el Málaga ya comenzó a hacer aguas. Las transiciones de los pupilos de Pacheta comenzaron a ser fulminantes. Juan Carlos no pudo parar a Josan hasta que sufrió por enésima vez problemas físicos y tuvo que ser sustituido, e Hicham dejó de perseguir al tosco lateral zurdo Juan Cruz duplicando el trabajo defensivo de Cifu.
Es cierto que el Elche apenas había creado peligro serio hasta que llegó su gol (sólo un disparo desde la frontal de Nino), pero la solvencia defensiva del Málaga ya era bastante cuestionable. Del empuje inicial ni quedaban rescoldos. Dani Pacheco era de nuevo intrascendente, Juanpi estaba desaparecido (definitivamente se ha acomodado a recibir en zonas en las que se limita a tocar la pelota) y Adrián no terminó de meter el ritmo necesario. El tanto de Pere Milla fue el reflejo de lo que es hoy por hoy el Elche, pero también de lo que es este Málaga cuando se descose. El último cuarto de hora fue un suplicio para el equipo de Pellicer, incapaz de trenzar juego y de frenar a un rival crecido y sobrado de confianza. Munir evitó el 2-0 en un tiro desde la frontal de Nino y luego Verdú estrelló el balón en el larguero al rematar un córner en el primer palo.
En la reanudación no se produjo el esperado punto de inflexión a favor del Málaga. Entre otras razones, porque se mostró incapaz de estar a la altura de su rival en el centro del campo. La superioridad del Elche en esa zona fue en ocasiones apabullante con una primorosa lección de conocimiento del juego por parte del incombustible Nino. Porque el almeriense se ofreció constantemente para facilitar una fluida circulación de la pelota e impedir cualquier respuesta visitante.
Es más, el Elche salió dispuesto a sentenciar la contienda con el extremo Josan y el lateral Juan Cruz como puñales en las dos bandas y los movimientos de Fidel y Pere Milla. Este perdonó en un testarazo a centro de Josan y más tarde Folch remató a placer, tras girarse en el área, en un córner. Del Málaga no hubo noticias. Ni siquiera los cambios tácticos surtieron efecto. Primero Pellicer trató de apuntalar la medular con Boulahroud y pasó a un 4-4-2 (con Antoñín junto a Sadiku) y más tarde situó arriba a Buenacasa junto al albanés. Todo fueron fuegos de artificio por parte, sobre todo, de Hicham.
El duelo quedó finiquitado después de que el VAR corrigiera la decisión arbitral de anular un gol a Escriche por fuera de juego. El Málaga hacía tiempo que no estaba en el partido. En concreto, más de una hora y cuarto. A muchos jugadores se les sigue esperando. Ya va siendo hora de que se pongan las pilas.
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