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Un día crucial para Peiró

Un día crucial para Peiró

En primera persona ·

De aquel 1-2 me quedo con muchas pinceladas. Recuerdo la salida de los jugadores al Camp Nou y a casi todos recorriendo el césped, comprobando las dimensiones, haciéndose fotos con un par de cámaras...

Jueves, 7 de noviembre 2019, 02:22

No fue un partido cualquiera aquel Barça-Málaga de 1999. Fue el primer gran triunfo del nuevo Málaga y también un día crucial para Joaquín Peiró. Sus jugadores sabían que su continuidad no dependía de puntuar, sino de ganar. Fue paradójico, porque un año antes, tras empatar frente al filial azulgrana en el Miniestadi, el desaparecido Antonio Asensio mandó en tren a José Mari Bakero para que lo sustituyera. Fernando Puche, genio y figura, le espetó: «Conforme llegue Bakero, tienes encima de la mesa mi dimisión». A mitad de camino el exinternacional tuvo que regresar...

De aquel 1-2 me quedo con muchas pinceladas. Recuerdo la salida de los jugadores al Camp Nou y a casi todos recorriendo el césped, comprobando las dimensiones, haciéndose fotos con un par de cámaras... No me pude resistir y llamé a algún miembro del equipo. «¿Qué? ¿Se ve muy grande desde abajo?», pregunté. Luego, durante el partido, en la primera fila de ese palco de prensa situado casi entre las nubes, celebré contenido el gol de Agostinho, con puños cerrados debajo de la mesa. En el 0-2 ya fue más complicado: casi salté. Un poco más y aquel enorme móvil de la marca Nokia sale volando y aterriza en la grada...

La segunda parte fue eterna, pero siempre tuve la convicción de que el Málaga iba a ganar. El excepcional planteamiento de Peiró, el trabajo de Catanha para evitar la salida de balón, el marcaje de Edgar a Guardiola, el impresionante partido de Movilla y De los Santos (sobre todo el 'Uru', al que tanto le exigí el año anterior), la soberbia actuación de Rojas, la increíble adaptación de Valcarce como central junto al rocoso Bravo tras la lesión de Larrainzar, la seguridad en el blocaje de Contreras y, por supuesto, la velocidad de Agostinho y Rufete. A eso del minuto 60 empezamos a reestructurar el periódico por teléfono, ver cuántas páginas más dábamos y qué temas incluíamos... Fue un atracón de los que nos gustan a los periodistas. La cena de los enviados especiales fue a la una de la mañana en un VIPS. Aún nos pellizcábamos. Pocas veces me ha costado tanto dormirme tras un partido. En 2015 volví a vivirlo, pero la primera vez...

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