Sin recursos y sin ninguna suerte. El Málaga volvió a decepcionar en un partido equilibrado en el que el Oviedo se hizo con el triunfo ... gracias a un penalti protestado. El equipo blanquiazul consiguió mantener una cierta igualdad en el partido, pero fue incapaz de reaccionar, de mejorar con cierta continuidad, cuando recibió el gol en los últimos instantes del primer periodo, en su prolongación (otra vez de Borja Bastón). Dispuso de dos grandes oportunidades claras para marcar, uno de ellas al final, pero le faltó acierto y pegada para, al menos, rescatar un punto que hubiera sido muy importante.
En un partido de urgencias, de rivales en descenso, el Málaga no pudo darle continuidad a su triunfo del partido anterior en un compromiso ante un rival directo y se mantiene en la penúltima plaza de la tabla. Pepe Mel sigue buscando soluciones, jugando ya por los extremos, pero le está costando que el equipo alcance una velocidad de crucero. En el Tartiere perdió una oportunidad para cambiar el rumbo, no fue posible frente a un Oviedo que rentabilizó al máximo un penalti por mano Escassi.
Mel sigue su labor de búsqueda de su once ideal, su mejor equipo blanquiazul. Para ello, en su sexto partido apostó por darle continuidad de los dos canteranos que marcaron contra el Lugo, Cristian y Dani Lorenzo. El técnico se inclinó por la fórmula de juego que cree más compensada, con N'Diaye por delante de la defensa y Rubén Castro en solitario arriba, lo que le dio cierto equilibrio desde el comienzo ante un rival también muy necesitado de puntos y con muchas bajas.
Al Oviedo le tocaba arriesgar más, exponer, mientras que el Málaga se proponía defenderse con solvencia, pero sin olvidarse del ataque, para poco a poco hacerse con el control del juego gracias a su trabajo combinativo. Con los dos filiales muy activos y unas bandas profundas, el cuadro blanquiazul (vistió a domicilio con su primera equipación) intentaba dominar y adueñarse de la posesión del balón. Las opciones visitantes para marcar, de hecho, comenzaban a llegar, pero muy 'tímidas'.
Las primeras opciones fueron para Rubén Castro, sin una gran claridad en un disparo y un cabezazo, mientras que Luis Muñoz tampoco anduvo acertado en un lanzamiento desde el borde del área. Los porteros apenas intervenían, las urgencias de ambos equipos los obligaba a limitar los riesgos para mantener sus áreas lo mejor protegidas posible, a cerrarse a la espera de acontecimientos y del paso de los minutos.
El ritmo y la intensidad, de esta manera, comenzaron a bajar, con un cierto temor de los dos equipos a encajar algún gol. El Málaga estaba ganado la partida, aunque fuera por muy poco y sin ofrecer un gran peligro. La mejor oportunidad fue para Febas, que remató de cabeza a pocos metros de la meta contraria. Pero el gran mazazo para los hombres de Mel, un nuevo revés en el peor momento, llegó en el minuto 50, en el quinto de prolongación, cuando Borja Bastón marcó de penalti (el VAR confirmó una pena máxima protestada), una falta por la mano de Escassi dentro del área.
La situación había cambiado y era necesario exponer un poco más en la reanudación. Mel hizo de inmediato el primer cambio, saltando al campo Fran Sol para reforzar el ataque. Era el primer paso para después seguir refrescando el equipo con Ramón, Loren, Jozabed e Issa Fomba. El dominio del Málaga no acababa de ser completo, dejando salida a un Oviedo que ya se centraba en el contragolpe. El debutante Álvaro Cervera estaba encontrando la fórmula para detener al Málaga, impidiendo la profundidad en su juego.
Los cambios y los retoques en el sistema de juego de Mel volvían a rebajar las expectativas del equipo e Martiricos, que fue incapaz de reaccionar con contundencia en los últimos minutos. Issa Fomba dispuso de una gran ocasión, muy clara, pero su lanzamiento se estrelló con un defensa y el partido y los puntos se quedaron en el Carlos Tartiere.
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