El Málaga no podía fallar y no lo hizo. Al fin se puso el mono de trabajo en un partido a domicilio y mantuvo a raya al Amorebieta, uno de los inesperados rivales directos, para obtener un triunfo imprescindible, el primero con Natxo González. Muy ... concentrado, casi sin dejar opciones al conjunto vasco, sólo sufrió desde el minuto 89 en adelante después de que Orozko hubiera acortado la distancia y otra vez afloraran el sufrimiento y los miedos. El triunfo, más que merecido, permite alejarse del descenso (a expensas de lo que haga este lunes la Real B) y, sobre todo, recuperar confianza.
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Natxo González resolvió la baja obligada de Escassi por sanción con un cambio de sistema que pasó por la presencia de tres centrales (Juande se sumó a Lombán y Peybernes) y de Jozabed como ancla en la medular. El técnico se inclinó por dos puntas (Brandon y Chavarría) y situó tras ellos a Vadillo con la clara función de que su libertad de movimientos contribuyera a crear superioridad en las subidas de los laterales convertidos en 'carrileros', Víctor Gómez y Cufré. No se puede hablar de planteamientos idénticos porque el Amorebieta mantuvo su 3-5-2 habitual, con más fútbol directo y llegada de los interiores, mientras que en el Málaga Jozabed y Febas trataron de fomentar el juego combinativo con el último de ellos tratando de superar líneas gracias a sus recursos técnicos.
El Málaga se pertrechó en los primeros minutos como mandaba el guion y esperó que escampara futbolísticamente (meteorológicamente fue otro cantar) para tratar de imponer poco a poco su estilo. No le costó excesivamente porque con sus triangulaciones y con las subidas de Víctor Gómez (de Cufré no hubo noticias) desgastó mucho al adversario. Otra cuestión fue la solvencia al llegar al último tercio del campo. Faltó más eficacia en los centros y también se echaron en falta los desmarques de ruptura. Brandon, Vadillo (que se diluyó demasiado pronto) e incluso Febas (algo más retrasado) no aprovecharon los típicos movimientos de Chavarría al bajar a recibir para sacar de su zona al central de turno. Por eso el claro dominio en algunas fases no se tradujo en acciones de peligro para el exmalaguista Santamaría. Claro que tampoco Dani Barrio tuvo trabajo porque los cuatro intentos locales llegaron desde lejos (dos tiros desde la frontal y dos faltas laterales) que se marcharon siempre por encima del travesaño.
Al filo de la media hora el Málaga y Brandon sacaron petróleo de una falta lateral sacada por abajo por Víctor Gómez y en la que Iker Bilbao golpeó al balón y al atacante blanquiazul. Este firmó su séptimo gol, aunque cuatro de ellos desde el punto fatídico. Hasta el descanso el equipo malaguista no perdió la compostura y supo neutralizar los continuos envíos al área, así como las prolongaciones de cabeza en el área de alguno de los atacantes del Amorebieta.
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Íñigo Vélez movió ficha en el descanso con la inclusión de un 'nueve' corpulento (Orozko) y del veterano San José en la medular, pero el Málaga siguió en su línea. Muy serio atrás y con esa actitud de la que hubo pocas noticias en demasiadas salidas, ni siquiera dio opción al Amorebieta a una nueva salida en tromba. A los siete minutos de la reanudación logró incrementar su ventaja al aprovechar el talón de Aquiles de su rival en lo que va de Liga: la falta de concentración en la estrategia defensiva. El saque en corto de Víctor Gómez le permitió a Vadillo progresar, otear el área y poner el balón para que Juande marcara a placer de cabeza.
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El Amorebieta trató de embotellar al Málaga, pero obligado a centros previsibles debido a la óptima disposición visitante. En el ecuador del segundo periodo Natxo González metió hombres de refresco (Paulino y Roberto), así como a Ismael atrás por los problemas físicos de Peybernes. El equipo al fin disfrutó de posesiones más largas ante un rival muy tocado físicamente, aunque le faltó más precisión en sus ataques. También, por supuesto, una buena dosis de ambición, aunque en este último aspecto probablemente pesó el temor a que una pérdida pudiera pagarse cara. El gol de Orozko en el minuto 89 convirtió el final en una agonía interminable, aunque el triunfo no se escapó. El malaguismo respira.
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