Han pasado 25 años, pero hay algo que no ha cambiado para ellos: les siguen brillando los ojos cada vez que recuerdan aquel día. Para muchos, uno de los más felices de su carrera, porque hay trofeos que no valen lo que un ascenso. La ... mayoría ya peinan canas y, como todos, van acusando cada vez más los dolores típicos del paso de los años, pero cuando se trata de volver a vestirse la camiseta blanquiazul se les olvidan las molestias: prima la ilusión.
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Muchos de los protagonistas de aquel histórico ascenso a Primera en 1999 volvieron a La Rosaleda como leyendas el viernes pasado, vistiendo esta vez la elástica del 120º aniversario del fútbol en Málaga y reencontrándose con compañeros del vestuario con el que marcaron una etapa. Para ellos ese día no sólo se celebraba la efeméride citada, también los 25 años de su logro.
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El asturiano Rafa, el carismático portero de los dos ascensos consecutivos y la Intertoto, que siempre guardará Málaga en el corazón, tras cumplir sus minutos en el partido de las leyendas, se quitó su camiseta y lució una conmemorativa de aquel ascenso, con la emoción a flor de piel: «Buscando una antigua camiseta mía para una subasta benéfica encontré esta, con el nombre de todos los socios del Málaga de la temporada del ascenso. Quería hacer un simbolismo y dedicárselo a la afición del Málaga, a ver si vuelve para arriba», valoró, aún emocionado. Y recordó: «Fue una alegría increíble. Ya dimos muestras durante la temporada de que podríamos subir, cuando ganamos en Vallecas con el 0-2… Pero había que hacerlo en casa y devolver al Málaga a Primera. Yo, además, venía de un equipo de Primera y para mí significó muchísimo, y esta ciudad y este club tenía que estar ahí sí o sí».
El lateral Vicente Valcarce recaló aquella misma temporada en el Málaga, tras forjarse en la cantera del Real Madrid. Aquella experiencia le marcó de por vida, como el primer gran logro de su vida deportiva: «Ha sido el día más bonito que he vivido en el Málaga, y en el fútbol. Creo que es lo mejor que he vivido», asegura, con los ojos brillosos. «Recuerdo La Rosaleda llena -añade-. Era domingo por la mañana, contra el Albacete. Empezamos perdiendo, remontamos. El Málaga volvió a Primera después de muchos años y lo celebramos de una forma… Con toda la ciudad entera. No he visto otra cosa igual. De los días más bonitos de mi carrera deportiva».
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Rafa
Uno de los más queridos de esa generación, Roteta, también evoca aquel día como si fuera ayer. El guipuzcoano, autor del gol que dio al Málaga la Intertoto y uno de los únicos que prevaleció de aquel doble ascenso, relata: «Tuve la suerte de vivir el ascenso anterior, el de Segunda B a Segunda, y el segundo ascenso fue ya ponerle la guinda. Llegar a Primera con el Málaga fue algo histórico y esperamos que la gente de ahora lo pueda vivir también». Y valora también que «era un ascenso que teníamos a mano, porque nos quedaban dos o tres jornadas y con ganar aquí al Albacete se confirmaba». «Lo vivimos con el campo a reventar y luego con la fiesta en la ciudad, que no cabía un alfiler», termina.
La celebración fue casi más emblemática que el partido… Y ya es decir. Así lo recuerda el malagueño Basti. No hay seguidor del club que no sepa quién es, por todo lo que ha contribuido al crecimiento de la entidad dentro y fuera de la cancha, como jugador y ahora en la Fundación. «Recuerdo que éramos como 40.000 personas aquí en el campo y más de 100.000 personas en la Fuente de las Tres Gracias y el Ayuntamiento… Algo maravilloso. Como anécdotas, recuerdo meter en el vestuario y en la ducha a Celia Villalobos. Ha sido algo insuperable para mi».
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El brasileño Catanha, haciendo la gaviota al celebrar cada uno de los goles que le dio el Pichichi aquel año en Segunda, fue, sin duda, una de los referentes de aquel equipo. Años después sigue en plena forma y marcando goles por doquier, así como lo hizo el pasado viernes en La Rosaleda, donde volvió a volar la gaviota. «Recuerdo muchas cosas de aquel día, el Pichichi, la gente en la calle… La celebración fue lo máximo. Fue una satisfacción, uno de los mejores años de mi vida».
Basti
El nombre de Manel Ruano suena aún más actual para la entidad, porque tras su etapa como jugador, durante cinco campañas, regresó en 2011 como entrenador del juvenil y posteriormente del Atlético Malagueño. «Recuerdo que teníamos muy claro que teníamos que ascender. Fue un partido muy bonito, en un día con mucho calor. Lo dimos todo y conseguimos algo que fue muy merecido. El partido, la celebración… La ciudad se merecía volver a la élite. Estaría bien volver este año al fútbol profesional, y poco a poco, ir creciendo».
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