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La mayor explosión del malaguismo de las últimas décadas
Efeméride

La mayor explosión del malaguismo de las últimas décadas

Hoy se cumplen 25 años del ascenso a Primera División de los 'Peiró Boys', que desencadenó imágenes icónicas, como la celebración en el Parque con un autobús engullido literalmente por unos 200.000 aficionados

Jueves, 30 de mayo 2024, 00:38

Fue la mayor explosión de malaguismo que se recuerda y, por qué no decirlo, también la celebración más masiva de las últimas décadas en relación a un hito deportivo en la ciudad. Hoy se cumplen 25 años del penúltimo ascenso a Primera del cuadro de La Rosaleda. Fue un domingo 30 de mayo de 1999. San Fernando (era la onomástica del presidente de la entidad entonces, Fernando Puche, y la del delegado, Fernando Peralta) guió a las huestes de Joaquín Peiró a la gloria al mediodía de una jornada calurosa de primavera.

Todo sucedió a tres jornadas del final del campeonato en Segunda. Como el Atlético de Madrid B, segundo, no entraba en los cálculos (con el primer equipo en la élite), se trataba de sacar al menos nueve puntos (con el 'goal average' ganado) o diez al tercero, el Toledo (igualado con el Sevilla) y se cumplió con ese 3-2 al Albacete, aunque las cosas no pudieron empezar peor: a los 16 segundos Bravo, al interceptar un cambio de orientación del rival, se la cedió mal a Rafa, y José Juan Luque (que luego sería malaguista) lo aprovechó para el 0-1.

Panorámica de La Rosaleda llena antes del choque. SUR

En honor a la verdad no es que se sufriera demasiado, en un estadio en el que no cabía literalmente un alfiler. Bravo se redimió con un golpe franco directo impecable sólo diez minutos más tarde (1-1) y, casi a renglón seguido, Sandro sacó su batuta para asistir a Edgar (2-1), que a su vez dio el pase a Agostinho para el 3-1 antes del descanso. A media hora del final el Albacete, que todavía no tenía la permanencia asegurada, logró el 3-2 por medio de Gustavo Díaz, pero el cuadro de Martiricos supo enfriar la situación con mucho toque en corto hasta la invasión de campo final. En el aspecto estadístico, algo en lo que hoy se incide más, el Málaga había abrumado al cuadro visitante con trece remates entre los tres palos, por sólo dos de su oponente.

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Bravo celebra su gol de falta directa, que supuso el 1-1 provisional. SUR

A los héroes de aquella jornada los pudimos ver vestidos de corto hace menos de una semana en La Rosaleda, en el Partido de Leyendas organizado con motivo del 120 aniversario del fútbol en Málaga. Se alinearon Rafa, Bravo, Larrainzar, Roteta, Valcarce; Rufete, Movilla, Sandro (Ruano, minuto 64), Agostinho; Edgar (Guede, minuto 79) y Catanha. Completaban aquella plantilla Sánchez Broto, Lekovic, Cristian Díaz, Brahim, Dorado, Milijas, Caracol, De los Santos, Rodrigao, Zárate, Quino, Ismael, Afriyie, Basti y Popovic.

Añón, Catanha, Rafa y Guede levantan a Peiró. SALVADOR SALAS

«Somos el equipo que más se ha merecido el ascenso, y ahora vamos a por el campeonato», sostuvo un flemático Peiró. La procesión iba por dentro, pero el 'Abuelo', el 'Galgo del Metropolitano' en sus tiempos de estrella del Atlético (luego en el Inter de Milán), lo había pasado mal en algún tramo del curso y luego fue bañado en el vestuario, al que entonces pudieron acceder los medios de comunicación, que también se llevaron ataques con diferentes líquidos. No había espacio de zona mixta, sino un 'self service' para el profesional.

Los dos autobuses, con jugadores y dirigentes, sin poder abrirse paso entre miles de aficionados saliendo de la Plaza del General Torrijos hacia el Paseo del Parque. SALVADOR SALAS

A pie de campo, y eran las dos del mediodía, los protagonistas fueron manteados, hasta el utilero Miguel Zambrana. Fernando Puche (otro que también fue bañado) hacía la conga, trajeado, seguido por varios de los jugadores; Juan, el aficionado del bombo, le pasó el instrumento a Agostinho; Antonio Banderas felicitaba al Málaga desde Las Vegas; el excolegiado Joaquín Ramos Marcos asistía a la fiesta como mero aficionado luciendo una camisera malaguista con el '24' regalada por Catanha; raparon la cabeza de uno de los utileros, Juan Carlos Zambrana, y una enorme bandera blanquiazul engalanaba el edificio de este periódico, frente a La Rosaleda.

Los jugadores, en el balcón del Ayuntamiento. Invasión de campo tras el ascenso y Fernando Puche, en el vestuario. SUR
Imagen principal - Los jugadores, en el balcón del Ayuntamiento. Invasión de campo tras el ascenso y Fernando Puche, en el vestuario.
Imagen secundaria 1 - Los jugadores, en el balcón del Ayuntamiento. Invasión de campo tras el ascenso y Fernando Puche, en el vestuario.
Imagen secundaria 2 - Los jugadores, en el balcón del Ayuntamiento. Invasión de campo tras el ascenso y Fernando Puche, en el vestuario.

¿Por qué aquella fue la mayor explosión de júbilo de las últimas décadas? Las imágenes icónicas del autobús con los jugadores en el Paseo del Parque, engullido literalmente por las masas de aficionados rumbo a la glorieta de la Plaza del General Torrijos, así lo atestiguan. Este periódico cifró entonces en 200.000 el volumen de aficionados en la celebración, que empezó a las siete de la tarde. No estuvo exenta del caos, con carencia de Policía Nacional y los dos buses casi sin poder avanzar entre los cientos de seguidores. Todo transcurrió lentamente y con cierta improvisación, como suelen ser estas fiestas.

La procesión de carrozas hacia el Santuario de la Victoria. SUR

Al día siguiente hubo paseo en coches de caballos de los protagonistas hasta el Santuario de la Victoria. La emoción era indescriptible y sólo se puede entender en el contexto de lo que significó aquella gesta. El Málaga había llegado a Primera División por la vía rápida, tras dos ascensos consecutivos. Apenas pasó diez meses por la siempre exigente Segunda y con un núcleo de jugadores que estaban ya en Segunda B, sobre todo en el armazón defensivo (los Bravo, Larrainzar y Roteta). La gestión de los fichajes fue casi impecable, con un cuerpo técnico sabiamente conducido por Peiró, con una impecable gestión del vestuario, auxiliado por Juan Carlos Añón, de segundo, y José Luis Gilabert, encargado de la preparación física. Y el ciclo posterior en Primera sería muy positivo.

Fin a la travesía en el desierto y un cambio sociológico

El duodécimo (y penúltimo) ascenso a Primera de la historia, el primero del Málaga Club de Fútbol, llegó tras un largo túnel. En este siglo el equipo completó un ciclo de once años (de la temporada 2008-09 hasta la 2016-17, ambas incluidas) en la élite, el más largo de la historia, y antes, después del ascenso aquí recordado, resistió hasta el final de la 2005-06 con los mejores. A ello se le une la conquista de la Intertoto el verano de 2002; los cuartos de final en la extinta Copa de la UEFA en la 2002-03; la mejor clasificación de la historia en Primera, la cuarta plaza en la 2011-12, y la participación en la Champions en la 2012-13, con el infausto episodio de Dortmund en la vuelta de los cuartos de final. El poso fue una afición sólida y fiel, con mucha juventud y con un cambio sociológico en la ciudad: el malagueño empezó a presumir de la camiseta malaguista en el día a día, en las calles.Aquel ascenso de 1999 cerraba una larga travesía en el desierto, con la desaparición del Club Deportivo Málaga. Desde 1990 no jugaba el equipo en Primera. Si el Real Madrid o el Barcelona disputaban  amistosos en La Rosaleda, se llenaba, como con la selección, con una ciudad ávida de fútbol de nivel. Los gustos cambiaron desde entonces y cada vez se corearon menos los goles de los 'grandes' en el feudo de Martiricos. Cambió la historia, y ahora queda confiar en que el túnel actual no se alargue. El Málaga dejó el fútbol profesional el pasado verano y no juega en Primera desde 2018. Seis años después, en el mejor de los casos, y es mucho desear en el actual entuerto judicial, no volvería hasta la primavera-verano de 2025.

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