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Al margen de que el Málaga no ofreció su mejor versión en Mallorca, donde se le vio incómodo desde el primer momento al ver disminuidas sus principales armas por el planteamiento del conjunto balear, el equipo de Pellicer volvió a reflejar uno de sus «debes», ... como definió el propio entrenador días atrás. Este es el de su juego en acciones a balón parado. Ya sea en defensa o en ataque.
Los malaguistas recibieron dos goles fruto de acciones de este tipo donde la defensa titubeó y cedió grandes ventajas a sus rivales. En el primer tanto del Mallorca, que se inicia desde la tercera oportunidad bermellona desde la posición de córner, a pesar de que aún sólo era el minuto 10, la zaga blanquiazul se ve sorprendida por un disparo desde la frontal, que no estuvo lo suficientemente bien tapado, y genera que Mejías se quede colgado y habilite a Amath para poder marcar a placer ante Soriano en posición correcta.
En el segundo tanto, la acción es mucho más clara. Aunque la defensa intenta aguantar la línea del fuera de juego al máximo, permiten que Raíllo remate con mucha facilidad. Corre a favor de la defensa del Málaga que la posición del cabeceador está casi en fuera de juego, y de hecho el VAR revisó la jugada. Pero aún así, se aprecia un error en la marca, ya que ni siquiera se consigue estorbar al rival.
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Y en una categoría como Segunda, donde la igualdad es máxima y la mayoría de los equipos se sustenta con un desarrollado sistema defensivo que apenas deja margen para crear ocasiones en transiciones de defensa-ataque o robos en campo contrario, el manejo de las situaciones a balón parado se antojan claves.
No es la primera vez que el técnico malaguista, Pellicer, cuenta que el balón parado supone casi el 40% de los goles en la división de plata. Sobre todo ante rivales con un gran potencial como el Mallorca, que como buen aspirante a regresar a Primera cuenta con una completa plantilla. Luego, en campo contrario, el Málaga sigue sin presentar peligro en jugadas de estrategia.
A pesar de contar con grandes cabeceadores (de esa lista destaca sobre todo el malagueño Escassi, que el año pasado marcó la mayoría de sus tantos con la testa, o incluso logrando posicionarse para rematar un rebote), el equipo no termina de encontrar el gol de esa manera. Ni siquiera estar cerca de ello. Frente al Mallorca se contabilizaron hasta un mínimo de cinco oportunidades de acciones en el estático (ya fueran saques de esquina o faltas laterales).
La más acertada fue un remate de Mejías, que logró zafarse de su marcador, pero su efecto fue poco potente y apenas creó peligro para Manolo Reina. Esto ocurrió también porque el centro, que esta vez estaba a cargo de Rahmani, fue con poca fuerza y demasiada parábola, lo que hizo que cayera llovido al área. Por tanto, si en defensa es crucial mantener la concentración y no fallar en estas acciones, en ataque también es un factor clave incluir esta herramienta en el repertorio, más aún si no se cuenta con grandes goleadores. Como definió Pellicer, el «gol del pobre».
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