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El dinero activa el sistema de recompensa en el cerebro. Empieza a fluir la dopamina. Al contrario de lo que pasa con el chocolate o con otras drogas, se ha podido comprobar que la hormona de la felicidad ya se libera solo con la existencia ... de la posibilidad de obtener un premio. La simple idea de hacerse con el bote genera un bienestar momentáneo. ¿Qué pasa entonces si esa fantasía se convierte en realidad de un día para otro? Las probabilidades son ridículamente pequeñas, pero no es algo imposible. Un ejemplo de ello se acaba de vivir en Málaga, donde la administración de lotería San Judas Tadeo, en la calle Martínez Maldonado, ha vendido el boleto premiado en el sorteo de los Euromillones del 31 enero. El premio: la friolera de 66 millones de euros para una sola persona.
Unas cifras y un hecho extraordinario que se deben poner en contexto. Convertirse en el presidente de los Estados Unidos o ser proclamado santo por el Papa Francisco…. Hay muchas cosas que parecen disparatadas, pero que son más probables que ganar el Euromillón. Es normal que el cerebro del premiado, una vez ratificado la suerte, empiece a hiperventilar.
¿Meter todo en la cuenta corriente lo antes posible? ¿Llamar al trabajo y pedir el despido? ¿Ir de tiendas que hasta que la tarjeta de crédito empiece a echar fuego?
Con la intención de dar respuesta a estas preguntas, SUR ha consultado a psicólogos y asesores fiscales con experiencia sobre el terreno para recabar consejos. Surgen varias conclusiones. La más importante: un premio de la lotería es mucho más que dinero. Es algo que te cambia la vida. Y si las cosas no se hacen bien, lo que parecía un sueño, se convierte en pesadilla.
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Matías Stuber
Arun Mansuhkani, psicólogo con décadas de experiencia, confirma que un premio mal gestionado puede tener un efecto inverso al esperado: «En muchas ocasiones viene peor que mejor. Las personas no saben gestionarlo, empiezan a gastar el dinero en estupideces y lo pierden».
El experto alude también a un cambio en la personalidad, que se produce de forma casi inevitable. «Muchos empiezan a alejarse de los amigos de siempre, creen que la gente te quiere por el dinero», sostiene. «La relación de amistad, como cualquier otra relación, tiene que ser una relación de igual a igual. Cualquier cosa que desequilibre eso, afecta. Y el dinero es lo que más desequilibra».
Sobre si es recomendable mantener el premio en secreto, Mansukhani no tiene dudas: «Recomiendo el anonimato».
Pero claro, quien empieza a gastar más dinero de lo habitual no podrá mantenerse fuera del radar para siempre. Aunque cueste, la prudencia emerge como otro mandamiento principal. José Antonio Pérez Muriel, el delegado en Andalucía Oriental de la Asociación Española de Asesores y Planificadores Financieros (EFPA), apela a ella de manera reiterada. «Recomiendo ser lo más reservado a la hora de transmitir información sobre el premio. Debe ser una alegría enorme y se deben sentir muchas ganas de contarlo, pero hay que tener cuidado», dice.
A partir de aquí, Pérez Muriel recomienda darse un 'caprichito', pero sin perder de vista la cantidad del premio. «Obviamente, no es lo mismo la Primitiva que el Gordo de la Navidad», explica.
Más allá de cantidades, cree que es buena idea huir de compras impulsivas y darse un tiempo para asumir lo ocurrido. A partir de aquí, el experto propone que se cancelen las deudas pendientes, como puede ser la hipoteca, y se busque ayuda de un experto financiero. «El asesoramiento es fundamental cuando manejas una cantidad de dinero a la que no estás acostumbrado. No hay que olvidar que se trata de dinero que te llega de forma inesperada», sostiene.
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Un premio de lotería abultado también representa «una ruptura con lo cotidiano». Aquí radicaría también el mayor peligro. Es lo que defiende Macarena Humares, psicóloga sanitaria, que ha tratado a personas que han descarrilado a nivel mental después de ganar la lotería.
«De entrada, cambia el patrón de las necesidades. De un día para otro, las necesidades básicas están cubiertas. Pero luego están las necesidades de pertenencia. Puede haber un cambio de barrio, un cambio de amistades. También se produce una sensación de desconfianza», explica. Humares recomienda hacer una introspección para controlar gastos que no son necesarios. «Es muy importante que me pregunte dónde estoy y dónde quiero estar. Cuáles son mis deseos de verdad», reflexiona.
Controlar la impulsividad. Confiar en profesionales y evitar una cadena de decisiones erróneas que acaban pulverizando el dinero. Es, en esencia, lo que argumenta Maribel Ruano, directora del equipo de banca privada y patrimonio del Banco Sabadell. «Ganar un premio millonario en la lotería siempre sorprende y obliga a pararse a reflexionar acerca de qué hacer con ese capital. Estadísticamente, en torno al 80% de los premiados con una cuantiosa cantidad de dinero producto del juego, lo pierde en menos de 10 años», advierte.
¿Cómo es posible, aunque se trate de premios cuantiosos? «A causa de una toma de decisiones desafortunadas sobre el destino de ese dinero, y no tener en cuenta todas las derivadas del mantenimiento de un patrimonio importante», responde Ruano y añade: «De entrada, no es fácil mostrar mesura ante la alegría de ganar un premio considerable, pero conviene gestionar con prudencia esa emoción, ya que ser reservado nos puede ayudar a eludir presiones que pueden conducir a tomar decisiones de forma errónea o precipitada».
Para evitar formar parte de ese 80% que se arruina en menos de diez años, la experta recomienda ponerse en manos de la banca privada. «Empleamos toda nuestra experiencia, recursos y servicios para satisfacer las necesidades de inversión, planificación patrimonial, financiera y fiscal de personas o grupos familiares con un elevado patrimonio, como en el caso que nos ocupa de un agraciado con un importante premio de Lotería», defiende.
Por último, Ruano da también una recomendación a la hora de distribuir el premio y hacer partícipe a familiares, algo muy común, sobre todo, si se trata de premios abultados. «La mayoría de las veces que hay un premio importante, es habitual querer compartir el premio con familiares y allegados, pues bien, el primer consejo profesional a este respecto para ahorrar impuestos, es decidir al respecto con anterioridad al cobro del premio. Comunicando a la entidad financiera en la que se cobrará el premio, una vez ya se haya decidido el reparto, identificando igualmente como premiados a los afortunados elegidos según el importe decidido, se evitará incurrir en donaciones por las que haya que volver a liquidar impuestos adicionales al del propio cobro del premio».
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