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La Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía afronta estos días la compleja gestión de la presa de Casasola. Al contratiempo de enfrentar un tren de borrascas con precipitaciones continuadas y con picos concentrados en cortos espacios de tiempo, se suma el problema que los arrastres y sedimentos han provocado en el desagüe de fondo del embalse. Básicamente, esto impide soltar agua de manera controlada y voluntaria, como se está haciendo por ejemplo, estos días en La Concepción, el Tajo de la Encantada o el Conde de Guadalhorce. Tras varias reuniones técnicas, se ha decidido contratar una obra de emergencia que se sumará a los intentos que ya se vienen realizando para desatorar el conducto de salida.
Según publicó SUR, hace semanas que el organismo de cuenca estaba realizando otra obra de emergencia porque los arrastres de las danas de otoño habían dañado el desagüe. Se ha trabajado con máquinas bivalvas, unas palas especiales que realizan movimientos poco frecuentes para no remover en exceso.
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Sin embargo, el tiempo no dio tregua y llegó el actual tren de borrascas. La turbidez extrema del vaso del pantano ha hecho imposible visualizar dónde está el atoro. Los buzos no pueden trabajar con garantías mínimas.
La bomba de extracción se intentó poner en marcha hace unos días. Y se comprobó que funcionaba. Sin embargo, algo obstruye la salida.
¿Qué se va a hacer? Se va a construir una tubería de desagüe complementaria que añadirá 3 hectómetros cúbicos a la semana de capacidad de evacuación. Esto permitirá que el nivel descienda a un ritmo adecuado y controlable y que el volumen de llenado quede en márgenes de seguridad, máxime cuando se trata de una presa de laminación de avenidas, diseñada para defender a Málaga contra las inundaciones. Eso no impide que, durante periodos de sequía y de problemas en el canal del Guadalhorce, avería o turbidez Emasa tire mucho de este recurso, conectado a la red a través del sistema de Pilones). De hecho, según fuentes técnicas, toda la operativa de emergencia se está consultando y compartiendo con la empresa de aguas de la ciudad.
Al mismo tiempo, se seguirá con la estrategia de las palas especiales y una nueva batimetría del fondo del embalse, lo que permitirá conocer con exactitud su relieve y posibles sedimentos.
La idea es que la obra de emergencia, ya encargada, esté lista justo antes de la Semana Santa. Si no se hubiera conseguido liberar el desagüe antes, esto permitiría bajar de nivel el embalse para que buzos y palas trabajasen en mejores condiciones,
Cuando el agua embalsada esté por debajo de los aliviaderos, la presa dejará de desaguar y no podrá hacer sueltas voluntarias hasta que no se recuperen los órganos de desagüe. Si se hubiera podido, se hubiera desembalsado durante el fin de semana antes de Laurence para aumentar las garantías, dado que entonces el cauce estaba tranquilo.
El sistema de desembalse que se ha visto desde el sábado pasado es por alivio. Existen tres vanos en el cuerpo de presa. El central está más bajo (6,5 metros bajo la cota de coronación) y es el que primero desagua, deslizando el agua por el paramento a modo de tobogán. Los dos laterales están 2,5 metros más arriba. Son tres vanos independientes.
Se trata por lo tanto de una presa de labio fijo cuya construcción se terminó en el otoño de 2000. Según los datos de FCC, que la construyó: «La presa tiene una altura de 76 metros sobre cimientos, situándose su coronación en la cota 160. El ancho de coronación es de 9 metros, que corresponden a 7 metros de calzada y dos aceras de 1 metro, estas últimas en voladizo. El volumen embalsado, a nivel máximo normal, es de 23,64 hm3».
El volumen de agua que ha entrado en el embalse, situado en Almogía, ha superado en unos días al de las dos danas otoñales. A medianoche del Día de Andalucía, que marcó el inicio de las borrascas consecutivas de las que no hemos salido, el pantano almacenaba poco más de 11 hm3. La noche de los desalojos, del lunes al martes, superó los 25. Se puso al 115% de su capacidad. La entrada al embalse pasó de 5 metros cúbicos por segundo hasta casi cien veces más: 470.
El caudal, aguas abajo, hacia Campanillas, llegó a 351 metros cúbicos por segundo a las ocho de la mañana. Eran 100 más de lo que aguanta la cuenca. Se puso en más de 5 metros de profundidad. En todo caso, nunca estuvo en riesgo la propia presa: el problema era río abajo, tal y como comentó el consejero de Presidencia, Antonio Sanz.
En todo caso, la seguridad completa no se alcanzará hasta que el río esté encauzado para lo que se están realizando los primeros proyectos. El gran escollo es el elevado coste de la actuación. En todo caso, si la presa no estuviera y no cumpliera con su capacidad de laminación, todo ese agua hubiera supuesto un desastre. Ya en noviembre del año pasado la infraestructura evitó una crecida del Campanillas al triple del caudal que finalmente alcanzó.
Al cierre de esta edición, el embalse rondaba los 22 hm3. Su capacidad segura es de 21,72.
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