Fernando Torres
Domingo, 8 de noviembre 2020, 01:35
Varias cuentas de la red social Instagram difundieron sin descanso una imagen promocional de una 'private party' ambientada en Halloween. Calabazas, telarañas y una noche de «terror» a prueba de toque de queda. Siguiendo las indicaciones del cartel, SUR contactó con los organizadores pidiendo información ... sobre el evento:así se gestionaban las reservas para acceder a una fiesta privada en plena pandemia.
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En la imagen promocional había dos teléfonos móviles marcados como «secretos». No atendían a las llamadas, pero sí contestaron (con prudencia) a un mensaje de WhatsApp pidiendo reservar plaza:«¡Hola! ¿Quién te dio la info?». Una vez remitida la imagen de Instagram, el interlocutor pide varios datos de contacto y asegura que «en breve» habrá noticias. Al día siguiente (a falta de dos jornadas para la llegada de la fiesta), el organizador escribe, preguntando para qué día de los tres que dura la fiesta es la reserva, y para cuántas personas.
Una vez seleccionada la noche del desenfreno (la de Halloween), comienzan las indicaciones para esquivar a las autoridades. «Abrimos a las 20.00 horas», indica, y las puertas se cierran «a las 22.45». «Ya no se puede salir hasta las seis de la mañana», explica, creando un espacio «privado» en el que la policía no puede intervenir. «Señor, todos dentro, nada de estar saliendo, por seguridad», apostilla el comercial, que acto seguido envía un listado de servicios y precios.
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En el cartel promocional se ofrecían cachimbas, cuyo consumo en establecimientos abiertos al público está prohibido por motivos sanitarios. En esta 'carta' de productos y precios existía la posibilidad de reservar mesas de seis y de ocho personas, con botellas de alcohol y una cachimba desde 250 hasta 600 euros en función de lo contratado. «Si vais a comprar botella no tenéis que pagar entrada», matiza el organizador.
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Preguntado por las medidas de seguridad y de distancia social, responde sin dudarlo:«Todo está bien», y recuerda: «Cualquier persona que quiera salir a partir de las once de la noche lo hace bajo su propia responsabilidad».
Pero aún quedaba un cabo suelto:¿dónde iba a ser el evento? En los carteles distribuidos por redes sociales solo aparecía el término municipal de Marbella, así que la pregunta era obvia:«¿Dónde va a ser más o menos la cita?». La respuesta, sucinta:«Estamos bastante cerca de Puerto Banús». Las insistencias no surtieron efecto:«Cuando llegue el día de la fiesta te mandamos la dirección por WhatsApp».
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