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Eugenio Cabezas, Antonio J. Guerrero, Andrea Jiménez, Vanessa Melgar, Iván Gelibter y JOAQUINA DUEÑAS
Domingo, 7 de febrero 2021, 00:13
La zona azul sigue en el centro del debate ciudadanos en los grandes municipios de la provincia a pesar de la pandemia del ... Covid-19. Aunque durante el primer confinamiento se suspendieron estas zonas de estacionamiento regulado en las calles, y en esta tercera ola, en la mayoría de los municipios en los que se han decretado cierres temporales de los negocios no esenciales se han vuelto a paralizar, grandes ayuntamientos como Marbella, Torremolinos o Vélez-Málaga están trabajando en implantar más plazas.
Siguen así la estela de la capital, que lleva la voz cantante en este asunto con un plan de nuevas zonas azules que le está ocasionando un fuerte rechazo vecinal en barrios tan populares como Huelin o Cruz de Humilladero. Al igual que en la ciudad, el debate entre adeptos y detractores sigue dejando, en el primer grupo, a los empresarios y comerciantes, que ven en este sistema una forma para conseguir mayor rotación de los vehículos. En el otro lado, los residentes, que tienen que pagar por aparcar en la calle.
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En Marbella se instauró la zona azul con unas 3.000 plazas en 2009. Desde entonces, el número ha ido oscilando: descendiendo según se realizaban cambios y obras en las calles o aumentando cuando se aprobaban nuevas plazas para la compensación de las que se habían perdido.
En el pleno de enero se aprobaron 170 nuevas en el puerto de La Bajadilla, junto a la urbanización La Zambomba. Con esta medida, se compensa a la empresa concesionaria por la pérdida del aparcamiento regulado. También esto respondía a una petición realizada por Ciudadanos, en nombre de los vecinos de la zona, que la planteaban como solución a los aparcacoches no autorizados.
«Entiendo que la zona azul es práctica cuando aparcar es difícil», afirma Antonio Gabarrón, empresario de Marbella. «Además, los gorrillas son un problema», añade. Más escéptica se muestra Dunia Fayad, terapeuta de educación especial y vecina de Puya, el barrio adyacente donde hay graves problemas de espacio. «Estas calles son el desahogo del barrio y no sé qué efecto podrá tener», se pregunta.
«No entiendo por qué sigue funcionando la zona azul cuando no es necesario incentivar la rotación de vehículos. Cuando voy al parque de La Constitución con mis hijos en invierno suele haber bastante aparcamiento y, sin embargo, tengo que pagar la zona azul igualmente. En otros destinos turísticos del norte de España la suspenden en temporada baja», reflexiona Fayad.
Torremolinos ha sido el último municipio en anunciar la incorporación de la zona azul, mientras que Fuengirola y Benalmádena cuentan con ella desde hace años. El Ayuntamiento torremolinense comunicó el mes pasado la apertura de una consulta pública para la elaboración de una ordenanza reguladora. Fuentes municipales confirman que se hará efectiva, sobre todo, en «zonas turísticas, comerciales y masificadas», sin especificar, de momento, cuáles serán las vías afectada. El objetivo es «la racionalización del uso del espacio público». Aunque el proyecto aún se encuentra en un estado embrionario, desde el Consistorio adelantan que la implantación se hará «de forma progresiva y que se respetarán las zonas residenciales».
Este periódico contactó hace unos días con la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Torremolinos (ACET), que desconocía la intención del Consistorio de habilitar la zona azul en el municipio y alega que «habrá que estudiar a fondo en qué lugares», y con el Círculo de Empresarios de Torremolinos (CET), que celebró la medida al considerar que «permite que haya un mayor dinamismo y da opciones a todos». El CET ya puso sobre la mesa esta posibilidad en La Carihuela, Montemar y la avenida Carlota Alessandri, donde en verano «solemos encontrarnos con aparcamientos ocupados durante semanas enteras».
La llegada de la pandemia en marzo de 2020 conllevó la supresión temporal de las zonas de estacionamiento reguladas en la provincia durante los meses del primer confinamiento. Progresivamente fueron recuperándose. Sin embargo, con la tercera ola, las localidades que se han visto afectadas por el cierre de las actividades no esenciales han optado por volver a paralizar el cobro.
Así ha ocurrido, por ejemplo, en Marbella, Coín, la capital y Vélez-Málaga. Sin embargo, en este último municipio las mantienen en los entornos de los mercados y de la Escuela Oficial de Idiomas.
En las localidades costeras donde ya se aplica una ordenanza similar a la que Torremolinos pretende elaborar ha ido aumentando en los últimos años el número de beneficiarios de la tarjeta de residente y que los vecinos pueden solicitar para que el estacionamiento les salga más barato. Por poner otros ejemplos, en Benalmádena recaudan unos 300.000 euros anuales. Ese es también el caso de Fuengirola, cuya zona azul está extendida en casi toda la localidad, lo que favorece la rotación de los vehículos ante la falta de aparcamientos por el reducido tamaño del municipio.
Esta situación de Fuengirola, que fue el primer municipio en cobrar la zona azul a través de una aplicación y por el tiempo exacto de estacionamiento, contrasta con la de sus vecinos de Mijas, que apuestan en Las Lagunas por un modelo más centrado en los aparcamientos públicos. De hecho, esta misma semana anunciaron que se van a habilitar 1.055 nuevas plazas de estacionamiento en este núcleo urbano, que vendrán a sumarse a las 668 que ya están en su recta final de ejecución tanto en El Juncal como en La Candelaria.
Por su parte, en Vélez-Málaga hay unas 350 plazas desde 2015 que gestiona la Asociación de Minusválidos (Amivel). El pliego, que contemplaba más del doble, está prorrogado desde abril de 2020. El Ayuntamiento quiere multiplicar por tres el número de estacionamientos con el nuevo contrato, especialmente en el casco histórico y Torre del Mar. «Será por diez años y queremos que tenga todos los servicios tecnológicos, como la geolocalización y sistemas para pagar desde el móvil», asegura el concejal de Movilidad y Transportes, Chema Domínguez.
En el Valle del Guadalhorce la zona azul está presente desde hace más de una década en Alhaurín el Grande, donde se instaló en 2008 con unos 70 aparcamientos en el centro, que luego han aumentado hasta los 236. También en Alhaurín de la Torre cuentan con unas cien plazas, mientras que en Coín ya suman 62 desde que se comenzase a implantar en 2012.
Según explican desde Fedelhorce, entidad que agrupa a los comerciantes, la zona azul es un «asunto peliagudo», aunque se muestran favorables a su puesta en marcha. «Es algo bueno para dinamizar el centro de los barrios y pueblos, pero siempre se debe buscar el mayor consenso con el empresariado de la zona y debe hacerse bien, porque de lo contrario será una ruina para el comercio». Asimismo, destacan que por las noches y fuera del horario comercial los residentes «deberían tener preferencia de aparcamiento y facilidades para que les cueste muy poco o nada».
La zona azul en Antequera, con 313 plazas, la coordina Singilia Barba, colectivo de discapacitados físicos que da empleo a 34 trabajadores, de los que 14 se dedican a estacionamientos. Se recibió de buen grado su puesta en marcha por el comercio, porque evita que alguien deje su coche todo el día y no rote la plaza. Pero, con el paso del tiempo, hay vecinos que no la abonan por dos razones: por dejar el coche antes de que empiece la zona azul o porque no están de acuerdo en el pago de las tarifas.
En el caso de Ronda, el municipio no cuenta en la actualidad con zona azul y no se prevé «ni a corto, ni a medio plazo», explica el concejal de Tráfico, Juan Carlos González. Y eso que la ciudad del Tajo llegó a contar con este tipo de aparcamientos durante seis años, desde finales de 2012 hasta 2018, aproximadamente.
Torrox constituye una 'rara avis' en los sistemas de estacionamientos regulados en la provincia. Desde 2014 cuenta con un mecanismo de control gratuito, en el que los conductores no tienen que pagar cada vez que aparcan. Basta colocar en el salpicadero un cartón con un reloj, que se adquiere por un euro y que vale para siempre, en el que se fija la hora a la que se deja el vehículo aparcado.
En él se marca la franja permitida para dejar el coche en ese mismo espacio. En las alrededor de cien plazas habilitadas en la zona del casco histórico, donde se sitúan el Ayuntamiento, los juzgados, el centro de salud o las principales oficinas, como Correos, el Registro de la Propiedad o el Servicio Andaluz de Empleo, se permite una hora, mientras que en la costa, donde sólo funciona en los meses de julio y agosto, se autorizan hasta dos horas.
El control de las posibles infracciones, sancionadas con 50 euros, lo hace la Policía Local, que revisa que los cartones no se hayan pasado de hora. «Es un modelo que ha sido muy bien recibido, tanto por los vecinos como por los comerciantes, especialmente en el casco antiguo, aunque en la costa es verdad que tenemos más quejas de los residentes, sobre todo de los que vienen a pasar unas semanas de vacaciones», explica el alcalde torroxeño, Óscar Medina.
Las plazas en la franja costera se han ido ampliando en los últimos años hasta rondar las 400 en las avenidas desde la zona de Conejito hasta El Morche. «Con las dos horas permitimos que haya una rotación en los meses más fuertes del verano para que la gente pueda ir a la playa o a comer a los chiringuitos», apostilla.
El alcalde explica que están estudiando crear un servicio municipal de aparcamientos que gestione el 'parking' de El Pontil y el de La Almedina, junto a otros espacios públicos como la explanada junto al hotel Iberostar que ha sido recientemente asfaltada. «Podría incluirse también la zona azul con un sistema de parquímetros en el que se regalasen las primeras horas para que la gente mueva el coche si no quiere tener que pagar», sostiene.
Copiar este modelo de zona azul gratuita es «una reivindicación histórica» de los empresarios de Rincón de la Victoria. «Todas las corporaciones que han pasado por el Ayuntamiento en la última década nos han dicho que lo ven bien, pero ninguna se decide», afirma el presidente de la ACERV, José Antonio Villodres. Por su parte, fuentes municipales admiten a este periódico que se trata de «una reivindicación de parte de la hostelería y los empresarios, pero no se ha decidido todavía nada al respecto».
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