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La próxima cosecha del cereal en la provincia de Málaga está amenazada por la falta de agua y el alto precio que tienen que pagar los agricultores por las semillas. No hay cultivo que se escape de los malos augurios y del contexto complejo que ... vive el campo, pero en el caso del cereal se ve afectado una pata con mucho peso para la agricultura en Málaga. La provincia cuenta con unas 38.000 hectáreas en los que se siembra trigo duro, trigo blando o avena. La actual coyuntura, sin embargo, convierte esta actividad en «inviable» para muchos profesionales que en estos momentos están haciendo cuentas. La siembra debería llevarse a cabo hasta finales de enero, pero muchos agricultores se acuerdan de lo ocurrido este 2023, cuando la falta de lluvia ya se ha llevado por delante una inversión cuantiosa.
«Yo, por ejemplo, sembré guisante. El precio de las semillas era alto, pero era lo que había y afronté el gasto. Como no ha llovido nada, no hubo cosecha y lo que era una inversión, al final, fue tirar el dinero», explica Benito Avilés, que tiene varias hectáreas que cultiva en Campillos.
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El coste de las semillas casi se ha triplicado en tres años. Por ejemplo, la tonelada de semillas de guisante ha pasado de los 300 euros en 2021 a un coste actual de 850 euros. Un aumento que ya afecta a la rentabilidad. Si a ello se le suma la falta de agua, Avilés augura que habrá muy pocos que se atrevan a sembrar más allá de lo requerido para poder conservar las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) que llegan de Bruselas.
En este sentido, la Junta de Andalucía ha asegurado que está dispuesta a flexibilizar las reglas del juego dentro de las competencias que tiene en esta materia. Así, la idea es elevar a un 40% el total de terreno que se puede dedicar a barbecho dentro de una explotación. Avilés asegura que es una opción que elegirán muchos profesionales del campo que no pueden asumir el riesgo de perder otra vez una cosecha.
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Las zonas en las que más se concentran estos cultivos se encuentran en Teba, Almargen, Ardales, Campillos, la zona Norte de Antequera, la Serranía de Ronda y el Valle del Guadalhorce.
En 2022, se facturaron unos 47 millones de euros con una producción de 72.520 toneladas. En este 2023, según confirma Avilés, lo cosechado fue algo testimonial. «Estuvimos a años luz del 2022, que tampoco fue un año para tirar cohetes», dijo. La gran mayoría del cereal que se cultiva en Málaga se destina a la fabricación de piensos para animales. El 10%, aseguran los expertos consultados, se utiliza para la alimentación humana (trigo blando). De la producción de la cebada, una parte pequeña se dedica a la producción de cerveza. En este 2023, ninguno de los sectores se pudo atender con cereal procedente de Málaga.
Si la zona de Teba y Antequera son los grandes graneros de la provincia, una conversación con el alcalde de Teba, Cristóbal Corral, confirma las dificultades por las que pasan en estos momentos los agricultores. «Hace dos días hemos tenido una reunión con las cooperativas de la zona. Sembrar ahora mismo cereal es más una cuestión de fe que otra cosa», asegura Corral a SUR.
El contexto está marcado por la sequía, aunque los agricultores aseguran que no es el único factor. Hay un triángulo de problemas que está conformado por la falta de agua, el alto precio de la semilla y unos crecientes costes de producción que luego no se ven contrastados en el precio del trigo. «Está pasando lo contrario de lo que pasa con las aceitunas. El agricultor ve como los rendimientos son bajos, pero el aceite se está pagando a un precio alto y más o menos puedes tirar. Con el trigo todo se ha encarecido, pero el precio en el mercado sigue siendo bajísimo», señala Corral.
«Hablamos de lluvia, pero hay muchos más problemas», insiste el alcalde de Teba. «La especulación en los mercados es muy fuerte», precisa. Con los graneros a nivel mundial bajo mínimos, con la inestabilidad que provocan las guerras en Oriente Medio y Ucrania, sumado a una demanda cada vez más alta de cereales por el aumento de la población a nivel mundial, Corral señala que las leyes del mercado tendrían que marcar un precio récord para el trigo. La realidad, sin embargo, es otra.
Las cifras que deja el balance agrario de 2023 para la provincia de Málaga son tan claras como deprimentes. La facturación total fue de 11,7 millones de euros. En 2022, un año considerado como «tremendamente malo para el cereal», la facturación fue de 47,1 millones de euros.
La caída de la facturación se produce a pesar de que aumentan los hectáreas dedicados a la siembra del cereal. Si en 2022 el terreno cultivado era de 50.941 hectáreas, en 2023 fue de 51.239 hectáreas. Los cereales fueron el cultivo predominante, seguido de las leguminosas, oleaginosas, proteaginosas o forrajeros. «Muchos de los que sembrarán lo hacen porque no han hecho otra cosa en su vida», resume Corral el sentir de los agricultores.
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