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El jamón serrano y el aceite de oliva son dos básicos en nuestra alimentación, pero en estos días la combinación de ambos productos se ha ... visto mucho en redes sociales. El motivo es una campaña que ha lanzado el Partido Popular bajo el nombre de #Yoaceiteyjamón a raíz de que el Gobierno de España haya entrado en un sistema de etiquetado (Nutriscore) que no deja en buen lugar a los reyes del desayuno. Entre molletes y pitufos (que de pan también hay variedades en Andalucía) dos de los políticos malagueños más relevantes, Elías Bendodo y Alberto Garzón, han polemizado a cuenta de esta clasificación, pero a pesar de sus opiniones enfrentadas, en lo que sí parecen estar de acuerdo es en defender que los dos alimentos son recomendables para todos los ciudadanos europeos.
La controversia tiene su origen en la decisión del Gobierno de España de introducir a partir de 2021 el etiquetado europeo Nutriscore, un sistema voluntario que ya funciona en Alemania, Francia y otros cuatro países más de Europa. En dicho etiquetado, que funciona a través de un algoritmo, el aceite de oliva y el jamón serrano no salen bien parados. En una escala que va de la A a la E en función de lo recomendable que resulta su consumo, nuestro oro líquido se queda con una exigua C, mientras que el resultado del jamón es aún peor, situándose dentro de los alimentos menos recomendables. Ello, obviamente, ha provocado la queja de los dos sectores, y más en un momento de incipiente crisis y lo que ello podría conllevar si cayera el consumo porque afectaría directamente al empleo y al PIB andaluz.
A pesar de ello, esta inclusión no es del todo una novedad. En España el sistema fue anunciado en 2018 por la exministra de Sanidad, María Luisa Carcedo, obteniendo entonces el apoyo de la Sociedad Española de Salud Pública. Sin embargo, esta calificación obtenida por el aceite y por el jamón contrasta con otras opiniones muy consolidadas sobre ambos productos. En el caso del aceite, la composición de ácidos grasos y la presencia de polifenoles hacen que este alimento sea el único que cuenta con tres alegaciones saludables refrendadas por la European Food Safety Authority. Por su parte, está demostrado científicamente que el consumo de jamón ibérico aporta vitaminas del grupo B (B1, B2, B6 y B12) y vitamina E, y que este alimento contiene diversos minerales como calcio, hierro, cinc, magnesio y selenio.
Hace unos días, el consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, se refirió a este asunto con unas declaraciones que no sentaron bien en el Ministerio. «Ahora vienen estos señores comunistas y nos dicen que hasta el jamón y el aceite son perjudiciales», aseguró el también portavoz del ejecutivo regional. «Que el aceite de oliva y el jamón pueden ser perjudiciales para la salud sólo se le puede ocurrir al mismo ministro que dijo que el turismo era precario y estacional», añadió Bendodo en referencia a otra polémica de la pasada primavera.
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Sin embargo, la realidad es que una de las primeras acciones que realizó el Ministerio tras entrar en Nutriscore fue conseguir que se retirara del etiquetado el aceite de oliva al considerar, según explican desde el Gobierno a este periódico, que el algoritmo «falla» con respecto a este producto. Matizan desde el Ministerio que se encuentran negociando su calificación a mejor, una acción que también están llevando a cabo con el jamón serrano.
Tras varios días con estas declaraciones sonando en los medios -y también con la campaña en redes en la que hemos visto todo tipo de modalidades de desayunos-, el ministro de Consumo ha ahondado en la cuestión a través de en un hilo de Twitter aclarando algunos de los principales aspectos, y admitiendo además que el sistema puede ser mejorado. «Es el caso de la exclusión de los monoingredientes, como el aceite de oliva, que pueden tener propiedades no reconocidas por el sistema», apunta Garzón en la red social. Para el ministro, la implantación de Nutriscore no es sencilla, y sostiene que la experiencia francesa demuestra que parte de la industria alimentaria «boicoteó el proceso y propagó fake news». A su juicio, esos actores «anteponen sus beneficios empresariales a la salud pública».
Fuentes solventes del Ministerio consideran además que, «estratégicamente», es mejor entrar en Nutriscore antes de que se convierta en un etiquetado obligatorio (que avanzan que podría ocurrir a partir de 2022), ya que así se podrá modificar en lo que no estén de acuerdo antes de que esté «todo el pescado vendido». Como prueba de ellos hablan directamente del caso del aceite, que ha dejado de tener la calificación C en países como Alemania y Francia gracias a que España forma parte de este sistema de etiquetado.
Más allá del debate sobre si España debería o no sumarse a Nutriscore por las consecuencias negativas que podría tener para el sector (eso siempre y cuando no se convierta en algo obligatorio en la Unión), este asunto ha provocado un nuevo enfrentamiento entre el Gobierno de España y el de la Junta de Andalucía. Esta misma mañana, Bendodo ha asegurado a preguntas de los periodistas que Garzón y el Ejecutivo central «atacan» a dos sectores agroalimentarios clave de Andalucía, aunque no ha planteado ninguna alternativa al etiquetado de Nutriscore por ser una competencia estatal.
Aun así, las declaraciones que peor han caído en el Ministerio fueron las que el consejero pronunció este jueves en el Parlamento. Además de llamar «lumbrera» a Garzón, aseguró textualmente que el ministro malagueño se había referido a la mala calidad de los alimentos. «No tiene otra cosa que decir que el jamón y el aceite de oliva son perjudiciales para la salud», declaró el portavoz de la Junta. Para el ministro, tanto Bendodo como el PP han iniciado una campaña «difamatoria y grotesca» contra Nutriscore sin argumentos. En este hilo de Twitter, Garzón sostiene que el consejero «acusó a los comunistas» de haber afirmado que el jamón y el aceite perjudican a la salud; y se pregunta. «¿De dónde sacó esas afirmaciones? Es fácil: de su imaginación. Es decir, mintió. Nadie del Gobierno ha dicho nunca tal cosa». Siga o no la polémica más allá de este fin de semana, lo que está claro cuál ha sido la primera consecuencia de ella: una campaña publicitaria tremenda a favor del pan con aceite y jamón; una acción muy oportuna ahora que llega el 28 de febrero.
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