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Patricia y Karo Stockmans han disfrutado este lunes de su última cena en Málaga. Estas dos belgas, madre e hija, decidieron salir a tomar algo y se toparon por sorpresa con las nuevas restricciones que la Junta de Andalucía. Karo, la hija, aseguraba desconocer las ... medidas ya que no había estado atenta a las noticias, por lo que habían salido como cualquier otro día. «Bueno, disfrutaremos por las mañanas, ya que en mi país el cierre es total», se consolaban mientras brindaba con una copa de vino blanco en El Pimpi.
Haciendo un símil con la escena bíblica, los bares y restaurantes de Málaga han servido su última cena. Las nuevas restricciones horarias que entran en vigor la madrugada del lunes al martes obligaron a los establecimientos a despedir a los clientes de la noche, ya que a partir de ahora deberán cerrar sus puertas a las 18 horas. El nuevo horario, que afectará a todos los negocios no esenciales (sobre todo hostelería y comercio), estará vigentes durante las dos próximas semanas.
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Aunque numerosos restaurantes llevan días sin ofrecer el servicio de cena (muchos cierran a mediodía por la escasez de clientes), los que permanecieron abiertos registraron una buena actividad. En la céntrica plaza del Carbón cenaron Ángela y Margarita Robles, dos hermanas que no dudaron en echarse a la calle para despedir como se merece el horario nocturno. «No sabemos cuándo podremos hacerlo de nuevo y por eso hemos salido hoy aunque sea lunes», confesaban.
A pesar del ajetreo que había en determinados establecimientos, el ambiente no era precisamente de fiesta. En los restaurantes reinaba el silencio, y la visita a los locales se asemejaba más al acompañamiento durante un duelo que a una salida de ocio. En la cercana plaza del Siglo cenaba María Victoria Ríos con dos amigos y confesaba que habían reservado en su restaurante de cabecera en apoyo a la hostelería. «Ellos lo están pasando muy mal y queríamos acompañarles un día como hoy».
También mostraban esa imagen de tristeza los camareros y propietarios de restaurantes, muchos de ellos contando las horas para volver al ERTE. «Esto nos va a destruir por completo y va a llevar a muchos camareros al paro», explicaba Jesús Cazorla, uno de los responsables de la pizzería Ciao. «Intentaremos dar comidas a domicilio, pero esa no es la solución para que podamos resistir tras tantos meses de parón», opinaba.
En una jornada de despedidas, los comercios del Centro y las diferentes superficies comerciales también se despidieron de sus clientes, ya que a partir de este martes también deberán cerrar a las 18 horas (menos los que vendan artículos considerados esenciales). Por ello, durante toda la tarde la afluencia de visitantes también se notó en la calle. Las restricciones de horario y, sobre todo movilidad, animó a muchos malagueños a adelantar sus compras. Fue el caso de Topacio Fernández, una malagueña de la zona de Maqueda que aprovechó para adquirir regalos ante el temor de que el toque de queda se prolongue más allá de quince días. «Hemos querido aprovechar la tarde, pero no no esperábamos que hubiera tanto ambiente», decía. Acompañada de su pareja, se encontró una cola enorme para poder acceder a la tienda Primark en Larios Centro.
También se encontraba en la misma cola Jonathan Berenguel, un vecino de Alhaurín de la Torre que no podrá salir de su término municipal mientras duren las actuales restricciones y, por tanto, visitar ningún centro comercial. En su caso tenía que hacer algunas devoluciones y cambios, por lo que este lunes era el último día para hacerlo. «Ya no sólo es por la hora de cierre, sino porque los que vivimos en otros municipios no nos podremos desplazar a la capital».
Aunque la actividad comercial se ha reducido bastante desde que se instauró el nuevo toque de queda, el ambiente en la calle estaba algo más animado por ser la última tarde de compras completa. Otra de las que quiso aprovechar esa última jornada fue Ana Palacios, que a media tarde iba cargada de bolsas por la calle Larios. Ella es de Rincón de la Victoria, por lo que también era el último paseo que podía dar por el Centro. «Me encanta venir con mis amigas todas las semanas, aunque ahora no podremos hacerlo durante un tiempo», lamentaba. Sin duda, la de ayer fue una tarde-noche de despedidas.
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