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En un parking de caravanas en la carretera de Guadalmar la actividad es intensa en los últimos días. Desde que Rusia invadió Ucrania y dio comienzo la guerra, la comunidad ucraniana vive con preocupación lo que sucede a 3.000 kilómetros de la Costa del ... Sol. Allí siguen sus familiares, padres, abuelos, primos o amigos, con el sonido más o menos cercano de los incesantes bombardeos sobre las ciudades y la población civil.
Ante la situación de emergencia creada por el ataque ruso a la población, la comunidad ucraniana de Málaga se ha organizado para enviar a su país la ayuda humanitaria que la guerra hace hoy día más necesaria que nunca.
La llegada de vehículos a esta zona del polígono San Julián es incesante durante la mañana de este sábado. Bolsas y cajas repletas de alimentos y medicinas que voluntarios se encargan después de empaquetar para cargar en una furgoneta. Carlos, un joven malagueño, ultima el arreglo del vehículo, que tenía averiado el radiador. «Tiene tres mil kilómetros por delante y hay que ponerlo a punto», dice el joven, con novia ucraniana.
La asociación Maydan, de ucranianos residentes en la Costa del Sol, lleva años enviando ayuda a su país, en concreto desde que se desató la guerra en la región separatista de Donbás. Anna, una de sus responsables en Málaga, explica que han estado mandando un par de furgonetas al año. «Hasta que ha estallado la guerra, y ahora nos necesitan más que nunca», señala, mientras atiende y realiza llamadas de emergencia: un grupo de niños llegará a España en breve y está buscando familias de acogida.
Victoria Slyunko, de 28 años, llegó a España con 12. Vive horrorizada los acontecimientos en su país. «Cada mañana lo primero que hago es mirar el móvil por si hay noticias de la familia», comenta. Tras estallar la guerra se ha producido una corriente de solidaridad hacia la población ucraniana. Se han establecido puntos de recogido en casi todos los municipios de la Costa del Sol, desde donde se llevan a este parking de la capital.
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Alex Oleksandr Yakovchuk, un albañil que lleva años en Málaga, tiene miedo por su madre, de 60 años, y su abuela, de 87, que están en Ucrania, en una ciudad cerca de la frontera de Moldavia y Rumanía. «La ciudad todavía no ha sido atacada, pero dice mi madre que no quieren abandonar su casa, que si mueren será allí, en su pueblo».
En la explanada del parking, Ilia, de 14 años, Taras, Iván y una decena de personas organizan el material que les llega para empaquetarlo. «Hay farmacias que nos han vendido con descuento, otras que directamente lo han donado», explica Victoria, mientras separa y ordena los botes de Betadine, alcohol y suero. Otras jóvenes sacan de las cajas gasas y vendajes «para que ocupen menos espacio», mientras Alex y otros compañeros se encargan de colocar en la furgoneta las cajas.
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Además de comida y medicamentos de primeros auxilios ya hay cargados varios generadores a gasolina que un compatriota envía a su país: se ha gastado 1.500 euros en este material tan necesario por si falla el suministro eléctrico.
La ayuda se puede llevar a los siguientes puntos: Párking de caravanas Costa Golf, en la carretera de Guadalmar, frente al Leroy Merlin (desde las 10 de la mañana), en los comercios ucranianos situados cerca de El Corte Inglés y en la barriada de Huelin o en el Mini Market, calle Salitre, 12. También se pueden hacer transferencias a la cuenta de asociación Prosvita ES91 2085 8267 9203 3029 0610.
La actividad en este parking seguirá los próximos días, pues ahora más que nunca la comunidad ucraniana de la Costa del Sol tiene su pensamiento puesto en lo que sucede a 3.000 kilómetros de distancia.
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