La antigua fábrica de ladrillos de Salyt , donde ahora está prevista la construcción de un parque comercial, se ha convertido en la última década en símbolo del abandono y deterioro, pero también del ocaso industrial de Málaga. La empresa Sociedad Anónima de Ladrillos y ... Tejas inició su actividad en 1945 junto a un yacimiento arcilloso de la Granja Suárez, cerca del arroyo del Cuarto, que era explotado para la elaboración de ladrillos y tejas. El negocio iba tan bien que la extracción de arcilla no daba para más y acabó agotándose, por lo que tuvo que abastecerse de otras canteras de la misma compañía para cumplir con sus proveedores.
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A lo largo del tiempo, las instalaciones fueron objeto de varios procesos de modernización para reducir la emisión de humo y la contaminación, ya que el desarrollo residencial de Málaga, el mismo que demandaba ladrillos y convirtió a Salyt en protagonista del avance urbanístico, también la iba dejando encajonada entre viviendas. En vista de ello, se llegó a plantear el traslado de la fábrica a unos terrenos situados junto al Parque Tecnológico (PTA) que se financiaría con la recalificación de la parcela para uso comercial.
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Posteriormente, en 2006 el Ayuntamiento inició el proceso para cambiar el planeamiento urbanístico de esta pastilla de 51.000 metros cuadrados para permitir la construcción de medio millar de viviendas. A cambio, los grupos de la oposición (PSOE e IU) exigían que la empresa se comprometiera a mantener los 41 puestos de trabajo directos e indirectos.
Finalmente, no prosperó. El negocio empezó a flaquear, y en 2009 todos los grupos políticos aprobaban por unanimidad frenar la recalificación urbanística y prestar «el total apoyo municipal a la actividad productiva de la empresa para asegurar el compromiso de ésta de mantener los 20 puestos de trabajo» que existían entonces, ofreciendo la colaboración de la entidad municipal Promálaga para tratar de salvaguardar la actividad o, en caso contrario, enderezar el rumbo para su transformación y reconversión en otra línea de negocio.
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De poco sirvió, porque el estallido de la burbuja inmobiliaria había hecho más daño del deseable. La crisis económica que arrancó a mediados de 2007 tocó de lleno en la línea de flotación de Salyt, que vio mermada su actividad. Una de las últimas industrias que quedaban en Málaga empezó a tener serios problemas de viabilidad. La producción fue disminuyendo paulatinamente hasta que en 2009 se dejaron de fabricar ladrillos. El paso siguiente fue el inicio de un ERE temporal mientras se vendía el 'stock' que quedaba. Poco a poco se fueron extinguiendo los contratos hasta que los últimos siete fueron resueltos en marzo de 2011, poniéndose fin a casi siete décadas de historia.
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