Enrique Urkijo: «Hay que ser más agresivos en movilidad, en Málaga se usa demasiado el coche»

– A usted su paso por Málaga le marcó mucho.

– Sí, Andalucía en general. En el franquismo estudiaba Derecho y Economía en la Universidad de Deusto, era delegado de curso y me despidieron. Me acogieron en Granada, acabé la carrera allí, me casé con una granadina en Santa María de la Alhambra, luego me separé y ella se quedó en Bilbao y yo me vine aquí (sonríe). Cuando empezaron los metros de Sevilla y Málaga me ofrecieron la posibilidad de venir y acepté. Estuve cinco años encantado de la vida, me enamoré de Málaga, que responde a su escudo, donde dice que es muy hospitalaria... Siempre digo que probablemente es la ciudad más abierta y acogedora de España, hice muchas amistades. Tengo dos hijos, Patxi, el mayor, tiene una compañera sevillana; e Íñigo, el segundo, está con una gaditana y vive en Málaga... ¡Andalucía me rodea por todos los lados!

– De su etapa al frente del metro, ¿qué recuerda?

– Siempre me acuerdo de la falta de acuerdo, que era el problema fundamental. Cuando llegué pensaron que yo iba a ser como un delegado de la Junta para hacerle daño al Ayuntamiento. Me invitaron a algún acto y yo fui, por responsabilidad institucional, y les extrañó verme. '¿Qué hace usted aquí?' Yo venía de Euskadi, donde ya existían hasta siete partidos, entre los nacionalistas y los otros, y había que pactar siempre. Yo venía de esa escuela y el metro de Bilbao estaba pactado por el PNV y el Partido Socialista antes de empezar, no se cambiaba un ápice aunque cambiaran. En obras de esa envergadura no se pueden cambiar cuando se van a gastar cientos y cientos de millones. Y luego esa utilización desde el Ayuntamiento, y a la inversa, con las asociaciones de vecinos, que recogían firmas para hacer la obra con tuneladora. ¿Y cuál es el nivel técnico de las personas que firman? El ayuntamiento, a espaldas de nosotros, le encargó a Manuel Melis (catedrático, padre del soterramiento de la M-30 en Madrid) un estudio sobre la tuneladora en la línea 1, que hizo un informe demoledor, diciendo que eso era una barbaridad con el suelo de Málaga. Se estaban pegando continuamente tiros que le tocaban al metro, aunque yo llegué a tener una buena relación con mucha gente. El alcalde (Francisco de la Torre) en unas jornadas que coincidimos, le dijo al público: 'Está aquí Enrique Urkijo, que ha hecho muchas cosas por esta ciudad'.

– ¿Cómo ve la situación del metro de Málaga?

– Pues que hasta que no llegue al Centro...

– Esa era la siguiente pregunta que le iba a hacer.

– El metro de Bilbao es una Y griega igual que el de Málaga, y si la cortas en el punto de encuentro de la V, los 90 millones de viajeros pasan a 40, los otros son de gente que quiere ir al Centro o que viaja entre ramas. Aquí, si ahora está en seis millones, en cuanto llegue al Centro serán 14 o así. Y lo que he dicho siempre: los metros son organismos vivos. En 1918 el de Madrid se inauguró con cuatro kilómetros, entre Cuatro Caminos y Sol, y hoy tiene más de 300 kilómetros. Eso será, no se quedará donde llega, tendrá que seguir hacia La Malagueta, El Palo, y si logra salir será la bomba, con el tiempo se irá imponiendo.

– ¿Cree que los ciudadanos pedirán más metro cuando llegue al Centro?

– Evidentemente. Es que el tren es muy cómodo. Hace unos días me fui a Granada, tengo familia allí y por conocer los Avant directos. Y más a gusto. Los horarios todavía son malos, dicen que están puestos para los malagueños. Y luego no tienes el atasco. Si tienes carriles bus y se respetan, todavía se puede conseguir una cierta libertad, pero hace falta plataforma segregada y prioridad semafórica, si no, no sirve de nada, vas como un coche, salvo porque medioambientalmente es mejor. Tampoco se puede poner metro a cualquier sitio, sólo si se justifican los números, el ferrocarril subterráneo es una tecnología tan cara que sólo se justifica si mueve masas. El tren de la Costa es una de las cosas que habría que hacer, pero el urbanismo ha sido tan disparatado aquí que ahora la elección es: si quiere ir por donde está la gente tiene que ser subterráneo; y si no, me voy al monte donde no está la gente, para que sea más barato. Los números en una obra subterránea son tan brutales que es un problema.

– ¿Qué le parece el desarrollo que ha experimentado Málaga desde que llegó en 2004?

– Ha mejorado mucho, sobre todo el Centro. Tiene el mismo problema de gentrificación que tienen todas las ciudades turísticas, Málaga es tan agradable para vivir, por el clima... Para playas las de Cádiz y Huelva, aquí el clima, que es imbatible. Todavía hay que mejorar mucho en movilidad, hay que ser más agresivos en temas de movilidad porque aquí se usa mucho el coche, demasiado. La política más esencial para que los coches no vayan a un sitio es evitar los aparcamientos en destino. Pero esa requiere otras dos: la UITP (Unión Internacional del Transporte Público) dice que la movilidad sostenible tiene tres pilares, que son la ubicación de los centros generadores de transporte en sitios adecuados; el transporte público de calidad, y medidas coercitivas contra el vehículo privado, sobre todo cargarte el aparcamiento en destino. Pero si eso lo haces antes de lo segundo tienes una revolución. Hecho esto, a la gente se le obliga. Javier Bustinduy (autor de la llamada solución Bustinduy para facilitar el intercambio de viajeros entre líneas en las estaciones) solía decir que al transporte público se obliga, y tenía toda la razón, porque la fuerza atractiva que tiene el coche es brutal.

– ¿Cómo valora la actual política de movilidad que se hace en la ciudad?

– Me parece que tendría que ser más agresiva en la batalla contra el vehículo privado. También en parte por el desarrollo urbanístico de la ciudad, con casas en lo alto del monte, donde hay que dar servicio y con un coste brutal. Mientras no haya, la gente se va en varios coches. Cuando se hablaba de prolongar el ferrocarril de la Costa veíamos que el 94% de los viajes se hacían en vehículo privado, es una barbaridad. La culpa es de aquellos que dejaron embolsarse los bolsillos construyendo al lado de las autovías, y luego todos los servicios que los ponga la administración. Hay que tener más en cuenta los servicios cuando se plantea una promoción de 5.000 viviendas, pues esa gente necesita escuelas, centros de salud... y tendría que hacerse a costa de los beneficios, no con los impuestos de todos.

– ¿Cuál es la infraestructura de transporte más importante que falta en Málaga?

– El tren de la Costa, lo tengo claro, hasta Estepona. Hay tal concentración de población que se mueve en vehículo privado que esa es la prioridad. Hay que plantear un Cercanías en alta velocidad, donde la distancia se mide en tiempo, no en kilómetros. Cercanías de alta velocidad, donde se puede ir de pie y con la bici, no el concepto elitista de la alta velocidad en España. Hay que romper ese concepto, de que como voy rápido es de élite. No, como voy más rápido se puede ir más lejos, pero la gente normal tiene que poder ir, y se está consiguiendo.

– ¿Y cree que es factible económicamente poder llevar el tren a Marbella?

– Hombre, cuesta dinero, pero con las obras importantes lo que suele suceder es que, si se enamora un político que tenga peso de ella, pues empieza a presionar y a presionar. Igual que hay AVE a Cuenca, a Ciudad Real y a Huesca.