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Tras las cámaras que inmortalizaban el que ha sido el mayor alijo de cocaína incautado en la historia de Málaga -el segundo a nivel nacional en tierra firme-, sonreían orgullosos medio centenar de agentes. Son especialistas que muchas veces trabajan ocultos tras un pasamontañas para ... no ser reconocidos por los narcos, a los que observan camuflados entre la vorágine de su día a día esperando el momento de pillarles. Son los rostros de los policías nacionales y los guardias civiles que trabajan sin descanso para que, como asegura el comisario provincial Francisco López Canedo, la Costa del Sol no sea un buen territorio para el narcotráfico.
La respuesta de las autoridades a los últimos episodios protagonizados por el crimen organizado en la provincia malagueña es contundente y esta actuación conjunta de ambos cuerpos ha supuesto un verdadero golpe sobre la mesa. En concreto, se han incautado 6.310 kilos de cocaína en una nave del polígono Santa Teresa de Málaga, se ha detenido a 16 personas y se ha desarticulado esta potente banda dedicada a introducir la citada droga, que provenía de Costa Rica, en España y Holanda.
Es el resultado de una complicada investigación que comenzó hace un año. El alto nivel de vida que llevaban algunos de los ahora arrestados hizo sospechar a los agentes. Ya les conocían por su vinculación con el narcotráfico, según han informado desde el Ministerio del Interior, así que pusieron la lupa sobre ellos.
La información empezó a llegar a los investigadores, quienes determinaron que el grupo en el que estaban centrados, principalmente compuesto por ciudadanos holandeses, se dedicaba a introducir en España y Holanda cocaína, así como a facilitar a otras bandas la logística necesaria para llevar esta droga desde América hasta puertos holandeses, portugueses y españoles.
La organización había adquirido empresas especializadas en el transporte de mercancías y contaba con una nave en Badajoz. Además, recientemente había alquilado otra en Málaga. Los agentes observaron entonces que la banda contaba con la infraestructura necesaria para el mover y almacenar cualquier tipo de género.
Para ocultar sus verdaderas intenciones, los narcotraficantes simularon que la empresa se dedicaba a la importación de fruta. De hecho, siempre según las mismas fuentes, la organización llegó a importar desde Costa Rica 70 contenedores de bananas para que los agentes aduaneros creyeran que la sociedad llevaba a cabo una actividad legal y contaba con una posición sólida, así como con un alto volumen de negocio.
Esto también supuso un gran reto para los investigadores, ya que tenían que determinar cual era el cargamento en el que se encontraba oculta la cocaína. Las horas de trabajo y la experiencia de los guardias civiles y policías nacionales hizo que uno de los cargamentos quedara señalado.
Tocaba ponerse el pasamontañas y el chaleco con el anagrama del cuerpo. Así a primera hora del pasado lunes se desplegó un amplio dispositivo policial, centrado principalmente en la provincia de Málaga, donde estaban afincados la mayor parte de los investigados.
También estaba en una nave de la capital costasoleña la cocaína. Los 6.310 kilos de esta sustancia a los que los agentes seguían la pista desde que salieron en barco desde Limón (Costa Rica), llegaron al puerto de Setúbal (Portugal) y fueron almacenados en una nave del polígono Santa Teresa en Málaga.
El dispositivo fue impresionante. Había que actuar rápido y, esa misma mañana, se avisó a los efectivos del Grupo de Acción Rápida (GAR) de la Guardia Civil, una unidad creada inicialmente para la lucha antiterrorista y que actualmente tiene desplegados a numerosos de sus agentes en el sur del país para combatir el narcotráfico.
Con base en la zona de Algeciras, 40 minutos después de la llamada intentaban echar abajo la puerta de la nave. Estaba protegida con dos barras de acero, instalada por los narcos, que se resistían en el interior. Finalmente, cayó, después de que los agentes estrellaran uno de sus vehículos camuflados contra la puerta. Luego todo fue muy rápido y, en cuestión de minutos, los ocho hombres que había dentro estaban esposados en el suelo.
Llegaba quizás el momento más complicado. Ese en el que pasa por la cabeza de los agentes todas las horas que, lejos de la familia, han invertido en la investigación del caso. Tocaba comprobar si habían valido la pena y si en el cargamento de bananas que se encontraba en la nave también había cocaína.
Allí estaba. Oculta entre las cajas y la fruta. Quedaba por delante mucho trabajo de pesaje y de papeleo, también habrá que sumar más horas a una operación que sigue abierta. Pero los agentes ya lucían en sus rostros esa misma sonrisa de orgullo que tenían esta mañana. Por una labor bien hecha, por asestarle un durísimo golpe a los narcos y por trabajar, como dice el comisario, para que la Costa del Sol no sea un buen territorio para el narcotráfico.
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