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«Lo estoy viviendo con grandes esfuerzos para no llorar, todo son muestras de cariño y es curioso, porque algunos me felicitan mientras que otros me dan el pésame». Rafael Prado, propietario del Central, se abre a compartir sus sentimientos en estas últimas horas al ... frente del negocio centenario que acuñó la forma única de pedir el café en Málaga, y que cerrará sus puertas definitivamente este domingo, 9 de enero, después de despachar el último mitad de la tarde. «La gente se ha volcado con el Central, conmigo y con mi familia, no pensaba que sería tanto y me está costando mucho trabajo, no lo puedo negar».
Las despedidas comenzaron el día de Reyes, y tocó primero con la familia. «Mis hijos me regalaron una maqueta del Café Central, como si vieras un trozo de la barra con el botellero dorado y las botellas puestas, una mesa con dos sillas, detrás hay una guitarra, que no me puede faltar nunca, y una pintura de uñas que habla de mi mujer... Las piezas son idénticas a las reales, las han buscado por medio mundo y encima está iluminado», relata el veterano hostelero. Un segundo regalo vino en forma de caricatura a cargo de Patxi, dibujante de SUR y otras publicaciones, «que me ha llegado al alma, porque rememora mis tiempos de portero del Mortadelo, y me representa defendiendo la portería del Central... Acabamos todos llorando».
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La celebración del adiós ha continuado hoy, con una fiesta en la terraza para los amigos y clientes habituales, en la que hubo mucho cante, a cargo de la Cuarentuna, y brindis de chocolate y churros. «Empezamos una nueva vida, pero había que despedirse porque el Central ha sido el punto de encuentro de los malagueños... Los clientes fijos me preguntan que ahora dónde van a ir, porque es cierto que no hay otro sitio igual, no existe esta adaptación del negocio al cliente... Da para una conferencia».
La pregunta que se hace todo el mundo ahora es qué va a ser del codiciado local de la plaza de la Constitución, y Prado lo sabrá de primera mano puesto que es uno de los tres propietarios, junto a otros miembros de su familia. «No sé nada, todo lo que se está escuchando en la calle son conjeturas (se habla de una expansión de la Canasta cercana o incluso de un McDonald's)». A lo que aclara: «Hay gente interesada pero nos tenemos que reunir la propiedad y decidir qué se va a hacer, todavía no hay absolutamente nada decidido porque no hay una oferta concretada».
¿Qué le gustaría que fuera? Prado tampoco tiene respuesta para esta pregunta. «No tengo una preferencia, todavía no me he hecho a la idea, el momento me está atropellando, cualquier cosa que diga sería una hipótesis. Es cierto que ha venido gente interesada y les he enseñado el local con mucho gusto, pero no les he hablado de los fantasmas, tangibles e intangibles, que forman parte del mobiliario», bromea el empresario.
Sobre la situación que se ha producido ante su inminente jubilación (67 años), Prado explica que sus hijos tienen sus negocios propios y «herederos hay», si bien el cierre ha sido motivado por un desacuerdo familiar. «Había muchas ganas de continuar, pero no de esta manera, trabajando y pagando alquileres, a nuestro juicio, desorbitados». Por tanto, la salida será que se alquile, aunque advierte de que no será fácil por las especiales características del local, que está repartido entres dos edificios: La Bodeguilla, en el antiguo Café Munich, y el propio Central.
Ya el domingo, último día de apertura, no se espera ningún acontecimiento especial, puesto que han preferido adelantar la celebración al viernes. Con una última comanda de nubes, sombras y 'mitás', uno de los decanos de las cafeterías de Málaga, la que inventó la forma de nombrar a los cafés, bajará la persiana por última vez. Cuando la vuelva a levantar, ya será otra cosa.
Llega el punto y final a 101 años de historia vinculada al Centro de la ciudad y a la vida de los malagueños. La cafetería abrió sus puertas a principios del siglo pasado, y las primeras referencias son del año 1920, cuando el nombre del negocio aparece en la publicidad de una guía turística de la ciudad: «Café El Central de Manuel Lucena», según recogió el historiador Fernando Alonso en su libro 'Comercios históricos malagueños'. En sus orígenes fue un café modesto hasta el que acudían 'tocaores' de guitarra, cantaores y demás personajes relacionados con el arte flamenco. El establecimiento lo regenta la familia Prado desde el año 1954, cuando lo adquieren después de estar prácticamente abandonado.
Cuando se conoció la noticia, Prado relató a SUR que la vida del Central es «la historia de su familia». El negocio lo iniciaron su padre y su tío después de la Guerra Civil y tras experiencias previas en El Suizo y el Café Munich, negocios que se encontraban en la misma plaza, a un lado y al otro de este. De hecho, el nombre de Central quizá se deba a que se encontraba en medio de los tres. «Mi padre nunca le cambió el nombre a ninguno de los negocios». Posteriormente, hacia el año 1968, compraron los locales anejos donde estaban el Suizo y el Munich hasta completar el bajo comercial donde se asienta hoy.
Si por algo es conocido el Central es por haber creado una forma propia de nombrar a los cafés que es un emblema de la ciudad y que atrae mucho a los turistas que la visitan. No en vano, la asociación de hosteleros de Málaga (Mahos) ya ha reclamado a las administraciones de la ciudad que conserven como patrimonio industrial el popular azulejo que está en el salón y que enseña a los clientes la forma de pedir el café en Málaga. Este, a criterio de los empresarios, «se debe ubicar en un lugar público, como homenaje a una manera de entender y trabajar la hostelería».
Rafael Prado recordó que su padre estaba cansado de rehacer los cafés porque los clientes siempre le pedían un poco más de cantidad. «En aquella época la gente era muy rácana e inventaba cualquier excusa para intentar beber más». Por ello decidió instaurar las ya famosas nomenclaturas que van desde el solo hasta la nube (o el 'no me lo ponga', que incluyeron a modo de broma).
Pese al cese, la esencia del negocio familiar se mantendrá en La Malagueta, donde los hijos del empresario abrieron una cafetería en junio de 2018. Además, el café de especialidad que era la referencia hasta ahora en el Central se podrá comprar en Artisan Coffee Málaga, el tostador que dirige su hijo Ignacio en la plaza de San Francisco.
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