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Demokraatit (Demócratas), una fuerza de centro-derecha liberal a la que las encuestas concedían el tercer puesto en las elecciones de Groenlandia, se ha convertido ... por sorpresa en la vencedora de estos comicios, que imprimen un giro radical a la forma de gobierno en la isla. De hecho, los dos partidos principales del país, Inuit Ataqatigiit (IA) y Siumut, se han desplomado y por primera vez en 46 años ninguno de ellos formará parte automáticamente del Ejecutivo. Como la mayoría del arco parlamentario, Demokraatit defiende un proceso de independencia respecto a Dinamarca, pero le diferencia su propósito de desarrollarlo a velocidad lenta. En ese sentido, colisiona con el deseo del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de anexionar Groenlandia al país de las barras y estrellas prácticamente de manera exprés.
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La autoridad electoral ha anunciado este miércoles los resultados definitivos, según los cuales el partido liderado por el joven de 33 años Jens-Frederik Nielsen ha obtenido el 30,1% de los votos. Demokraatit, que se define como «social liberal» ha roto así todos los pronósticos y cosechado una aceptación que triplica de largo los resultados que obtuvo en los comicios de 2021. Nielsen ha hecho sus primeras declaraciones en las que manifiesta que «extenderemos la mano a todos» en una inminente ronda de conversaciones porque «vivimos un tiempo en el que debemos estar juntos. Estamos abiertos a hablar con todos los partidos y buscar la unión, en especial con lo que ocurre en el extranjero», ha explicado el nuevo líder, en referencia directa a la oferta de Trump de expansionar EE UU en el continente helado.
Otra formación que era muy poco sospechosa de lograr un resultado relevante en las urnas, Naleraq, de tendencia nacionalista, ha quedado en segundo lugar con un 24,1% de los votos. Al contrario que el partido vencedor, éste apuesta por una ruptura rápida de la relación con Dinamarca al entender que la comunidad groenlandesa podrá así defender mejor sus intereses y preservar su cultura. Ambos representan las dos caras de una sociedad donde predomina la comunidad inuit y un sentimiento de antiguo colonialismo dependiente de Copenhague.
La coalición de gobierno conformada por los partidos Inuit Ataqatigiit (IA, ecologista de izquierda) y Siumut, socialdemócrata, ha sido duramente castigada. La primera era favorita a ganar y ha perdido 15,3 puntos tras contabilizar un total del 21,6% de papeletas. Sus feudos han sido las ciudades pero ha perdido el respaldo en las poblaciones pequeñas. En un fenómeno parecido, Siumut ha descendido 14,7 puntos y tiene el 14,9% de los votos. Ahora mismo componen la tercera y cuarta fuerza del Parlamento.
El conservador Attassut, que apoya mantener Groenlandia como una provincia autónoma de Dinamarca, será el quinto partido nacional con un 7,1% de sufragios mientras la formación de nuevo cuño Qulleq se queda fuera de la Cámara con solo un 1% de representación. Nacido en 2023 como resultado de la unión de antiguos miembros de Naleraq y Siumut, los objetivos de esta plataforma son la independencia inmediata del país y una economía basada en el petróleo. Hasta el pasado 13 de febrero Qulleq no logrço reunir las 856 firmas necesarias para participar en unas elecciones. Solo ha obtenido 256 votos.
Los primeros análisis postelectorales coinciden en que los resultados representan posiblemente el primer gran fracaso en la avasalladora política exterior de Trump. Las elecciones han registrado una participación del 70%, superior a la que tuvieron hace cuatro años, lo que parece indicar que la insistencia del presidente de EE UU ha tenido un efecto movilizador en una población que, en un 85%, se declara contraria a su oferta de anexión. Los 57.000 ciudadanos de la isla, y en especial sus líderes, se han molestado especialmente en estas últimas semanas por la interferencia del inquilino de la Casa Blanca en las elecciones, prometiendo hasta el último mimuto inversiones «billonarias» y un trato de favor como nuevo territorio de Estados Unidos.
El hecho es que los groenlandeses han mostrado su preferencia por un partido «tranquilo», que apuesta por fijar unas «bases solidas» antes de emprender la desconexión de Dinamarca y dueño de una clara vocación antitrumpista. Demócratas fundamenta su programa de acción en la consolidación de la economía local y la consecución de un Estado de Bienestar que garantice su soberanía fuera del paraguas danés, que le aporta más del 30% de su Presupuesto anual y coberturas en las principales áreas.
El partido ganador quiere que la futura independencia se note sobre todo en Sanidad y Educación, en un país aquejado por una preocupante tasa de violencia doméstica y suicidios. La teoría de su jefe de filas pasa por «construir una base» antes de dar lugar a un Estado independiente. Nielsen condenó hace unos días la «falta de respeto» de Trump por presionar a los groenlandeses.
Recubierta en un 80% de hielo, esta enorme isla del Ártico con una extensión equivalente a la cuarta parte de Estados Unidos, posee hidrocarburos e importantes minerales para la transición energética. Sobre todo, la existencia de estos depósitos han despertado el interés de Trump, que probablemente se pronunciará este miércoles sobre los resultados electorales.
Los minerales son codiciados por varios países, que se han encontrado durante las últimas dos décadas con la dificultad de cómo extraerlos en un medio absolutamente adverso. La última expedición a un yacimiento, protagonizada hace semanas por una compañía australiana, debió darse media vuelta ante la acumulación de hielo y nieve. Las empresas tampoco han encontrado una solución a los materiales contaminantes, como el uranio, que impregnan muchas de las vetas.
«Respetamos el resultado de las elecciones», ha sido la primera reacción del primer ministro saliente, Mute Egede, líder de IA, que en vísperas de los comicios advirtió que «nuestro país se encuentra en el ojo del huracán» y en medio de una potente expectación internacional. De hecho, cientos de periodistas internacionales de Europa, Estados Unidos y países como Japón, China, Australia o Canadá han cubierto estas elecciones desde la isla, donde también Dinamarca ha desplegado una atención informativa absolutamente inusual. Pese al retroceso de su partido, de corte izquierdista, Egede mantiene una buena valoración personal. Los groenlandeses le consideran el segundo mejor líder de la isla, después del ganador de las elecciones, con 3.276 votos, un centenar más que en 2021.
A partir de hoy se abre la etapa de negociaciones ya que ninguno de los partidos ha superado la barrera de los 16 diputados que requiere un Parlamento de 31 escaños para disponer de mayoría. La tradición indica que el partido ganador de los comicios será el que dirija el país. La incógnita reside en quién será su socio. Algunos analistas apuntan a su preferencia por el socialdemócrata Siumut.
La diferente velocidad a la que entienden que debería consumarse la independencia separa diametralmente a Demokraatit de la segunda fuerza, Naleraq. Sin embargo, a favor de esta última como opción de cara a una coalición juega el hecho de haber convencido a numerosos ciudadanos de todos los ámbitos. Ha crecido en las ciudades tanto como en las comunidad nativas y los asentamientos más pequeños. Los analistas creen que muchos electores descreídos o que carecían de una opción ajustada a sus deseos han hallado aquí la respuesta.
Por si fuera poco, Aki-Matilda Høegh-Dam, de 28 años, diputada desde 2019, ha sido la política mejor valorada por los votantes después de Jens-Frederik Nielsen. Una porción importante de la sociedad groenlandesa está fascinada con esta independentista de fuertes convicciones, que fue finalista de Miss Dinamarca en 2015 y que hace poco más de un mes dejó las filas del Siumut para pasarse a la formación nacionalista en compañía de su novio, un empresario al que los socialdemócratas 'pillaron' en enero en Washington reuniéndose con varios republicanos que persiguen el mismo objetivo de su jefe, Donald Trump, de anexionar Groenlandia a Estados Unidos.
Aunque la campaña ha versado sobre multitud de temas locales, fundamentalmente la salud, la enseñanza, la explotación de los recursos pesqueros y minerales como base de la economía y la preservación medioambiental, el punto central de las conversaciones orbitará alrededor de la independencia. Los expertos creen que la agenda de gobierno se sustentará esencialmente en cómo desarrollar este proceso y sus tiempos, dado que la ruptura con Dinamarca es la aspiraciónde la mayoría de los 57.000 habitantes de la isla. El 91% de ellos pertenecen a la comunidad inuit, que tradicionalmente se ha sentido obligada y discriminada por Dinamarca.
A nivel personal, el triunfo de Jens-Frederik Nielsen es apabullante. En unos comicios donde también se examina la aceptación popular de cada líder, al menos 4.850 electores han mostrado sus preferencias por él, lo que multiplica por diez el consenso que logró hace cuatro años, donde anotó un exiguo saldo de 494 votos. En esa ocasión, varios dirigentes de su partido, incluida la vicepresidenta política Anna Wangenheim, consiguieron mayor popularidad que Nielsen.
En realidad, esta cita supone el resurgimiento político de uno de los líderes más jóvenes de la esfera internacional. Llegó a la presidencia de Demokraatit en 2020, a los 28 años de edad, tras haber sido consultor del partido desde 2018. De inmediato se convirtió en ministro de Industria y Materias Primas como parte de un gobierno de coalición del que se retiró en 2021 por discrepancias sobre la gestión minera del país. El electorado castigó fuertemente esta decisión. En las elecciones de ese año. la formación de centro-derecha se quedó solo con dos diputados.
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