Peñarrubia vuelve a tener una casa medio siglo después de desaparecer

«Llevamos soñando con este día mucho tiempo y hemos trabajado mucho», ha comentado con emoción Juan Mora que, a sus 71 años, da por bien empleado estos últimos diez años desde que la recién fundada entonces Asociación Rosario de Peñarrubia planteó la construcción de su sede en la ermita que desde este domingo es una realidad con su inauguración. Juan vivió en la localidad hasta los 21 años y ha estado a pie de obra casi a diario, aunque afirma que el «cerebro» del proyecto es José Durán, presidente de esta agrupación, que está a su lado y al que también le cuesta contener la mezcla de alegría y nervios.

«Nos quisieron borrar del mapa, pero Peñarrubia sigue viva», nos dice el representante de los vecinos, que poco después ha repetido esta idea en su discurso previo a la inauguración del local-ermita del que ha salido la Virgen del Rosario para su procesión en la que ha pasado junto a lo que hace medio siglo eran casas, iglesias, escuelas y edificios, como el cuartel de la Guardia Civil del que queda todavía el arco de entrada con el lema 'Todo por la patria'. Algo que los de lugareños han hecho propio al parafrasear esta divisa: 'Todo por la patria chica'.

Abrazos y besos han sido las monedas de cambio de esta jornada de domingo que ha reunido a centenares de vecinos procedentes de toda España. Y más allá. Diego Escobar y Encarnación Valle llevan más de medio siglo en Vitoria, pero hoy vuelven a ser Diego y Encarnuchi. «Yo me fui antes, pero le eché la vista a ella y estuvimos cinco años carteándonos hasta que también se vino al País Vasco», cuenta Escobar, que aunque tiene cuatro hijos y varios nietos confiesa que ahora que está jubilado viene mucho a Málaga y no se pierde un encuentro ni romería. La de este domingo ha partido de la réplica de la antigua iglesia y ha llegado hasta donde se encontraba la peana, una cruz de hierro sobre un pedestal que marcaba una de las entradas al pueblo.

Ese pieza emblemática para los paisanos ha estado guardada durante décadas y ahora se ha instalado junto a la ermita que se encuentra a los pies de la imponente peña de tonos rubios que dio nombre al pueblo. En el interior de la sede de la asociación se exhibe un mosaico con la fisonomía de la localidad antes de desaparecer bajo las aguas, un libro con fotos antiguos y del proceso de construcción de esta nueva edificación, y un libro de firmas, mientras que en el exterior también se ha realizado una réplica de 'La Fuentecilla', uno de los surtidores más populares que existían en la localidad. Un cartel advierte que el agua no es potable, pero a los cientos de asistentes a este día grande no les ha importado porque han compartido sus propias viandas y manjares en un almuerzo tras la finalización de la romería.

El propio alcalde de Campillos, Francisco Guerrero, no ha faltado a la cita por un doble motivo. Peñarrubia cedió su término municipal a la vecina localidad antes de desaparecer, pero además el actual regidor es natural de la desaparecida villa. «Yo soy el hijo de Frasquito el de Adela», ha recordado el alcalde, al que su padre le hablaba «cada día» de la vida en el pueblo. «La inauguración de este local-ermita es un homenaje a todas las personas que han perdido sus raíces», ha comentado Guerrero, que además de con muchos vecinos se ha reencontrado con el cineasta Dioni Palacios, en cuyo corto 'Borrados del mapa' participó hace más de década y media -cuando todavía no era alcalde- para contar la historia de la localidad y que no se perdiera.

El ambiente de felicidad y de reencuentro se ha mezclado ese domingo con la nostalgia de los recuerdos. José Pérez 'El Macetero' rememoraba con Josefa Verdún cuando vendía «frutas, pan y de todo por las calles del pueblo», mientras que Beatriz Ros y las hermanas Pozo han cantado unas coplas escritas por Diego Mora que rescatan la feria, las fiestas, los bares y nombra a algunos de los lugareños, como a la propia Isabel Pozo. «Es que iba muy guapa en los carnavales», explica la propia aludida que, tras vivir más de tres décadas en Alemania, ha vuelto «aquí cerca, a una casita junto al pantano del Chorro». Y es que como dice su hermana Pepi, «qué después de 50 años sigamos viniendo aquí a encontrarnos no se ve en todos los pueblos». Su gesto y sus palabras le da la razón a José Durán que, ante la nueva casa que tiene Peñarrubia medio siglo después de su abandono, ha proclamado que el pueblo «seguirá vivo mientras quede uno de los aquí reunidos, o un nieto o biznieto nos recuerde».