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Una mujer paseando por las calles de Coín mientras el termómetro marca los 42º. Alba Tenza
El alcalde de Coín recomienda «no salir a las calles por las temperaturas extremas»

El alcalde de Coín recomienda «no salir a las calles por las temperaturas extremas»

Vecinos de la localidad malagueña, que ha alcanzado los 42º. aseguran que es complicado combatir el calor de estos días y prefieren quedarse en sus casas

Alba Tenza

Miércoles, 12 de julio 2023

Las calles parecen un desierto y no solo por el calor que acecha al municipio. Las terrazas de los bares tienen mesas vacías, pero a pesar de no haber lista de espera para coger sitio, hay quienes aún se atreven a vivir esta jornada de temperaturas extremas al aire libre. Siempre y cuando haya una bebida bien fría que les ayude a sobrellevar el calor. El primer termómetro que se ve al salir de la Plaza de la Villa—un enclave que suele estar transitado pero hoy se asemeja más a cualquier punto del Sahara—es el de la farmacia Álvarez Martín. A las 13.30 horas del mediodía las cifras en color verde que mostraba el establecimiento marcaban los 38º, lo que ya convertía esta conocida vía de Coín en una calle fantasma. Sin embargo, no fue esta la máxima del día, ya que a las 16:00 horas, tal y como había anunciado la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se alcanzó la máxima de 42 º en el municipio malagueño. Tal es la situación, que el Ayuntamiento de Coín ha alertado sobre esta situación: «Hemos recomendado a los vecinos que no salgan a las calles por las temperaturas extremas», según el alcalde del municipio, Francisco Santos.

En las desérticas vías del pueblo, el guipuzcoano David Loreña—quien ya se considera coineño por llevar nueve años en el municipio—se dirige hacia el lugar donde trabaja cada día. La inmobiliaria InmoMálaga es su «espacio seguro» al salir de casa porque tiene aire acondicionado, lo que le permite sentirse a gusto mientras trabaja. «Yo siento que el calor cada vez viene antes y se va más tarde a diferencia de años anteriores», reconoce Loreña.

Frutas, verduras y otros productos también conviven con estos 42º que afectan a los establecimientos. «Nosotros desde nuestro comercio notamos que la venta se produce mucho más temprano», cuentan Cristóbal y Ana María Romero, dueños de los congelados Romero, quienes cada día vienen desde Alhaurín el Grande hasta el municipio para trabajar. En el interior de los establecimientos, el aire acondicionado se convierte en el mejor aliciente, tanto de los trabajadores como de los clientes, asimismo sobrellevan el calor en la Frutería Estrella. Una de las dueñas, Rocío González, comenta que por las tardes no abren «porque no merece la pena».

Hay tan pocas personas en las calles que hasta las heladerías permanecen vacías. Las partes del municipio a la sombra son las únicas que reciben las pisadas de los vecinos, que salen a la calle para hacer algún recado o ir a trabajar. Los helados de la Heladería Lobato son otros de los afectados por esta alerta roja de calor. Así lo cuenta la dueña, Pilar Lobato, quien remarca que, a pesar de tener estos productos favorables para la época estival, no puede vender tanto «porque no hay nadie en la calle». La trabajadora del establecimiento apunta que la venta actual se está produciendo gracias a los vecinos que vienen desde sus casas a llevarse litros de helado, lo que supone «una venta de mayores cantidades».

La Heladería El Monaguillo con su terraza casi vacía; el termómetro con 42º y la dueña de la Heladería Lobato. Alba Tenza
Imagen principal - La Heladería El Monaguillo con su terraza casi vacía; el termómetro con 42º y la dueña de la Heladería Lobato.
Imagen secundaria 1 - La Heladería El Monaguillo con su terraza casi vacía; el termómetro con 42º y la dueña de la Heladería Lobato.
Imagen secundaria 2 - La Heladería El Monaguillo con su terraza casi vacía; el termómetro con 42º y la dueña de la Heladería Lobato.

Al avanzar por la calle Cárcel, en la puerta del Bar La Caña una mujer espera a que algún cliente entre al establecimiento. Su nombre es Blanca Arias y trabaja en el bar desde el mediodía, hora en la que abren, pero no es hasta las 21.00 horas cuando comienza a tener «faena» porque «hasta la noche no aparece nadie», asegura. La coineña comenta que estas temperaturas afectan, no solo al negocio, también a sus propias mascotas: «Yo saco a mis dos perros a las ocho de la mañana y ellos también sufren con esta situación, al llegar a casa tengo que lavarle las almohadillas con toallas húmedas», añade la vecina, quien sostiene que sería conveniente colocar aspersores en las calles de Coín con estas temperaturas.

Junto al Parque San Agustín, dos refrescos de naranja, una cerveza y un vaso de agua con hielo reposan sobre una de las mesas del Minibar los Abuelos. «Estamos aquí por salir un poco de nuestras casas y lo único que nos salva es tomar algo frío porque no tenemos ni piscinas a las que ir», comentaba Raquel Gómez. En este sentido, el Ayuntamiento asegura que la piscina cubierta del municipio está abierta, mientras que la nueva al aire libre de la Ciudad Deportiva aún no está terminada. El dueño del establecimiento, Gonzalo Nahuel Hueza, quien lleva ocho años al frente de este bar en Coín, cuenta a SUR la situación que están viviendo con motivo de estas altas temperaturas: «Por la mañana hay más movimiento pero desde las 14.00 horas hasta las 19.00 horas no viene nadie. Este calor es imposible para todos, no solo para los clientes, también para nosotros a la hora de cocinar».

El ocio también se ve afectado por estas temperaturas extremas. Los hermanos Víctor y Pablo Solano, definen esta situación como algo «agobiante», pero dicen que, por otro lado, les resulta positiva porque les incita a ir a la playa o la piscina. Por la calle la Feria bajan dos jóvenes que no cesan en repetir el «tremendo calor» con el que conviven. «Aquí no se puede estar», se quejaba Daniela Rueda. Tanto ella como su amiga María Victoria Berrocal ven este verano como un «infierno» y esto está afectando a su tiempo libre, del que ahora disfrutan por estar de vacaciones. «Podemos quedar para ir a nuestras piscinas, que afortunadamente tenemos, pero salimos mucho menos que otros veranos», añadía esta última, que no podía esperar a volver a su casa y colocarse debajo del aire acondicionado.

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