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cristina pinto
Miércoles, 17 de agosto 2022, 00:29
Cada noche a eso de las 23.00 horas, miles de jóvenes comienzan a prepararse para pasar el turno nocturno de la Feria de Málaga en la explanada de la Juventud. El botellón les espera y muchos tenían ganas de que ya volviese tras dos ... veranos sin feria. O sino que se lo digan a Carlos y Anaraida, dos malagueños que desde el domingo por la tarde se iban preparando para esta parte del día de feria. En su casa llenaron dos grandes neveras de mojito y con un cucharón de cocina se iban sirviendo en el real junto a su gran grupo de amigos, entre ellos Jesús Cestino: «Hoy es el primer día que volvemos al botellón, hoy es la vuelta que esperábamos», celebraba el joven de 21 años mientras se preparaba para beber. «Aquí hay buena música y buen ambiente», añadía el malagueño mientras se escuchaba la música de Toni Solís, Dj residente en esta zona de la feria.
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El buen ambiente puede que continuase, pero la buena música se cortó justo al día siguiente de que Jesús Cestino pasara su primera noche de botellón este año. Parte del escenario se derrumbó el pasado lunes durante la mañana a causa previsiblemente del viento y en la noche del lunes la música no pudo acompañar a los jóvenes en esta zona. Aunque durante ayer martes, una sorpresa aparecía delante del escenario: «Hola, Málaga, estamos de vuelta», decía el Dj para ambientar a la juventud a eso de las once de la noche. Volvía la música al escenario de la explanada. Aunque de forma provisional, ya que el Dj tenía su mesa de mezclas justo debajo del escenario, pero al menos ya se pudo bailar allí.
La primera noche sin música en directo ya pareció rara a muchos de los que fueron a hacer botellón, como César Guijarro, que llegaba desde Antequera cada año y nunca se perdía esta parte de la Feria de Málaga. «Este botellón no es lo mismo sin la música, estamos raros», comentaba la noche del lunes. Este antequerano estaba con algunos de sus amigos en una parte más alejada del centro de la explanada para estar más tranquilos y seguros: «Aquí no tenemos a tanta gente pegada, nos da miedo por los 'pinchazos'. Así podemos disfrutar bien», confesaba una de las chicas que estaba haciendo botellón en su grupo, Fátima García.
Otros como Rafael Arán, César López y Javi Serrano sí que se habían adentrado más entre las cientos de personas que ocupan la explanada. «Somos malagueños 100%», respondían al ser preguntados de dónde venían. Y es que gran parte de los jóvenes que siguen con la tradición del botellón son de la capital, ya que muchos de los visitantes de fuera no saben bien que existe esa zona en el real de la feria. «¿Botellón? Es la primera noticia que tengo, yo pensaba que solo estaban las casetas para poder beber», decía sorprendido un joven manchego mientras llegaba al recinto del Cortijo de Torres.
Al grupo de Elena Chamizo, Javier Carvajal, Salva Durán, Maite Rubio, María Jiménez y Cristina Laguna no se le olvidaba eso de que en la Feria de Málaga se hace botellón: «Teníamos ganas de que volviese. Es que aquí conoces a gente nueva, hay mucha variedad de grupos y podemos bailar y estar con gente. Preferimos emborracharnos aquí que en las casetas», comentaban estos jóvenes que celebraban el 25 cumpleaños de su amiga Johana: «¡Hoy es mi cumpleaños en la feria y me encanta el botellón!», bailaba y gritaba junto a algunos de sus amigos. Muchos estaban eufóricos bailando y otros más tranquilos alrededor de las botellas de alcohol, hielos y refrescos. Como si de un ritual se tratase, todos en corro y hablando para proteger su zona en la explanada y que nadie les quitase la botella o los hielos, que están tan cotizados en estas últimas semanas. «Por aquí hay un hombre que pasa vendiendo hielo y nos ha cobrado tres euros. Tengo amigos que han pagado hasta cinco euros por la bolsa en los puestecillos de aquí en el real», explicaba Irene Pérez mientras se echaba una copa.
En grandes grupos de 10 o 15 personas o en otros más pequeños de dos o tres. De 18 años –o incluso menos– hasta algunos que ya rozaban los 30, como el paleño Víctor: «Me siento fuera de lugar», confesaba entre risas acompañado por su hermana María y su amigo de Toledo, Samuel. «Es que se nota que la edad ha bajado desde la última feria, me siento más mayor. Y es verdad que antes lo vivía de otra forma con la idea de beber a tope de alcohol, ahora venimos a tomar unas copillas antes de entrar y ya está. Hay una parte de consumo irresponsable en el botellón, pero no siempre es a lo loco de alcohol y drogas, también hay una parte más pausada», aclaraba el joven de El Palo.
«Esto es Andalucía en estado puro», comentaba Carla entre la multitud. Da igual el día que sea, que en la Explanada de la Juventud siempre hay gente dispuesta a reír y charlar con amigos y desconocidos antes de entrar a las casetas. Muchos de ellos hacen botellón porque «beber dentro es muy caro», resaltaba Pepe junto a su amiga Isabel. Ellos tienen 18 y 19 años y se quejan del precio de las copas en algunas de las casetas de baile: «Cobran a ocho euros las copas y a cuatro la cerveza. Nosotros que no trabajamos no podemos permitirnos todas las noches tanto», añadían.
Si comparan el precio por el que les sale el botellón a lo que les saldría el mismo número de copas en una caseta, sale ganando lo de hacer la previa en la Explanada de la Juventud. El problema llega cuando a las 4.00 horas de la madrugada se pasa por allí y se ve toda la zona llena de bolsas y botellas entre algunos supervivientes que a esas horas siguen bebiendo allí. Muy pocos son los que se acuerdan de recoger y acercarlo al contenedor antes de ir a bailar. «Es una pena que todos los días esto se quede como un vertedero», se lamentaba Jesús Cestino en sus declaraciones a SUR.
Solo es miércoles y quedan muchas noches de botellón en esta zona del real. El sábado será la última de esta Feria de Málaga 2022. El escenario casi ha vuelto para poner la música en directo y ambientar como siempre las primeras horas de la noche. Parece que pronto estará todo en orden. Mientras, como decía Carla desde allí mismo: «Nosotros solo venimos a divertirnos y pasar un buen rato antes de entrar a la caseta».
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