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Estaba la velada en los primeros tanteos cuando ya estaban hablando de masturbación y de llamar a la Policía Nacional. Los candidatos a las elecciones en Andalucía parecían llegar con la lección bien aprendida después del gatillazo del primer debate y el asunto empezaba a caldearse bien pronto de la mano de quien estaba previsto, pero por el flanco en apariencia poco erótico: un libro de texto.
Macarena Olona blandió de nuevo la programación escolar llena de papelitos de colores a modo de separadores y le ofreció el libro a Juanma Moreno, que lo rechazaba por si era «mercancía caducada» como en la vez anterior. La escena inicial venía a resumir una constante en toda la noche: Moreno haciéndole la cobra a Olona, a la que sólo le faltó tirarse al cuello del presidente y candidato popular. Le tendió la mano, el libro y el puesto de vicepresidente cuando ella sea presidenta. Y hasta ahí pudo llegar Juanma. «Eso es un delirio», repitió el popular al borde del desaire.
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Héctor Barbotta Antonio M. Romero
Olona pasaba de la tentativa de acoso al sadomaso cuando pidió a los espectadores algo así como darle una patada en diferido a Pedro Sánchez en el trasero de Juan Espadas. El candidato socialista casi dio un saltito detrás del atril, también un poco más entonado; Juan Marín tardó casi hora y media en hacerle de nuevo ojitos a Juanma Moreno para recordarle lo bien que habían estado juntos estos cuatro años, mientras Inmaculada Nieto se desmelenaba un poco y Teresa Rodríguez recordaba que ella no se casa con nadie. Es más, las dos candidatas a la izquierda del PSOE incluso intercambiaron sus tradicionales papeles por momentos, con Nieto peleona y Rodríguez atemperada.
Al fin y al cabo, la cabra del debate electoral tira con frecuencia al monte de la conversación de besugos, aunque de lo que presumió Marín, cocinillas él, fue de sus torrijas. «¿Tú sabes hacer torrijas?», le preguntó el candidato de Ciudadanos a la de Vox en uno de los momentos estelares de la velada. Nieto por su parte seguía la receta que mejor se sabe: aquel 'Programa, programa, programa' de Julio Anguita; Rodríguez se mantenía fiel a su menú feminista, verde y andalucista y Espadas trataba de repetir el plato que le dejó mejor sabor de boca en la cita anterior con esas citas médicas que nunca llegan. Confesó el candidato socialista que después del primer debate había recibido 246 mensajes en su WhatsApp, así que ríete tú de los grupos escolares con los preparativos para las graduaciones de este viernes de cierre de campaña.
Y puestos a tirar de material escolar, Moreno esgrimió un rotulador rojo para defender que aquello no era un camión, quién sabe si en un guiño involuntario al más puro estilo del surrealismo de René Magritte y su célebre cuadro donde puede leerse en francés 'Esto no es una pipa' bajo el dibujo, justo, de una pipa. Porque aquello no era lo que parecía. O sí.
Porque a esas alturas estaba todo un poco liado. Nieto admitía que no se aclaraba del todo con el formato del debate, Marín seguía recitando datos de memoria como quien repasa las fotos de un amor de verano, Espadas miraba a los lados como John Travolta en esa escena de Pulp Fiction convertida en meme y Rodríguez dejaba uno de los zarpazos dialécticos de la noche al bautizar a la candidata de Vox como «Iberdrolona», en alusión a sus acciones en la compañía eléctrica.
Pero Olona seguía a lo suyo, quemando las naves: «Señor Moreno, quiero decir, Juanma». Y Juanma que no, que nada, que si quiere bolsa, señora. Y Olona señalando a las candidatas de izquierdas, que estaban otra vez a la derecha de la pantalla, preguntándole a Juanma si de verdad va a dejar a los niños andaluces en manos de esa gente que defiende «a las personas que se acuestan con otras personas». Y sólo faltó que sacara un cartelito explicativo de esos que gastan los candidatos en estos debates con las peras y las manzanas de Ana Botella.
Porque al filo de la medianoche, la candidata de Vox usaba su minuto de oro para confesar que tenía «mucha hambre». Y todos sabemos que a esas horas no apetece una pieza de fruta. Mejor algo de atención, amor o unas buenas torrijas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Ignacio Lillo | Málaga
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