De la incertidumbre más absoluta a la parálisis total y a la lógica preocupación cara al futuro. Así han sido las últimas horas en las constructoras desde que el Gobierno anunció la tarde del sábado la suspensión de todas las obras a partir del ... lunes, aprobó el decreto el domingo y no aclaró hasta las once de la noche que se les concedía una moratoria de un día para poder dejarlo todo a punto antes de abandonar los tajos durante dos semanas. Los dos últimos días han sido frenéticos en cuanto a tapado de zanjas, vallado de zonas de trabajo, retirada de equipos, refuerzo de las grúas y otras estructuras, aumento de la vigilancia (normalmente están por la noche) y recogida de ordenadores y documentación en las oficinas para poder mantener algo de actividad administrativa desde casa.
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«Todo ha sido muy precipitado. Sabemos que las circunstancias son complicadas, pero después de varias semanas planteándose si las obras debían parar, entendemos que el paso dado no requería esta improvisación sin analizar las consecuencias», lamenta la secretaria general de la Asociación de Constructores y Promotores de Málaga, Violeta Aragón, quien pone en valor el peso de un sector que en la provincia aporta 55.000 empleos directos y que antes del parón que arrancan hoy ya estaban con el freno echado por la falta de suministros y el establecimiento de medidas de protección a los empleados. Ahora paran el motor.
Paralizar una obra de la noche a la mañana con las máximas garantías de seguridad no es fácil por mucho que la mayoría de empresas se hayan anticipado a este nuevo escenario. «Ya estábamos prácticamente parados, porque en vista de cómo se iba complicando la situación decidimos enviar a casa a todos nuestros trabajadores desde el pasado día 19, salvo un equipo de guardia para actuaciones urgentes», comenta la presidenta de Ielco, Ana López. La urbanización del proyecto del hotel de Moneo en Hoyo de Esparteros o la nueva casa hermandad de las Cofradías Fusionadas son algunas de las obras que tenía esta compañía malagueña.
Donde sí han conseguido mantener la actividad hasta el último momento, y por tanto, también sus certificaciones de obra, ha sido en Bilba, que tiene cerca de cuarenta obras repartidas por el país. «La información nos está llegando con cuentagotas y en la medida de lo posible hemos intentado prepararnos. Respetando la medidas de protección de los trabajadores, hemos podido continuar hasta final de marzo pese a las muchas dificultades en cuanto a desplazamientos, suministros de materiales o subcontratas que habían paralizado, por lo que dentro de lo que cabe la situación a nivel financiero y productivo la tenemos controlada por ahora», afirma su director general, Juan Borrajo, quien precisa que esa estabilidad a corto plazo «cambiaría si esta situación se alargara mucho ya que las empresas tienen que soportar todo el esfuerzo financiero y de salarios». La ecuación es sencilla: Si se para la actividad, no hay ingresos.
En este sentido, las distintas líneas de negocio que han abierto las compañías se han convertido en un buen colchón para poder afrontar esta crisis. Así ocurre en Sando, donde cifran en un millar el número de profesionales directos e indirectos afectados en la provincia por esta parálisis, aunque mantienen los servicios públicos que tiene adjudicados como limpieza viaria, recogida de residuos o tratamiento de aguas residuales.
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Precisamente en la esfera pública, la representante de las contratistas de obra civil en la ACP, María García, hace un llamamiento a las administraciones para que abonen las certificaciones de obra ya entregadas. «No se trata de ayudas, sino de pagar el trabajo ya ejecutado, que en algunos casos siguen pendientes desde diciembre. La economía la tenemos que levantar entre todos», advierte la también dirigente de la constructora Confegar. En cuanto al parón, se queja de que la planificación se tenga realizar «por horas porque todo cambia muy pronto», pero se muestra optimista asegurando que «todo esto pasará». Eso sí, remarcando un mensaje dirigido a las Administraciones que todo el sector tiene grabado a fuego: «La riqueza la hacen los trabajadores y los empresarios, no los políticos».
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