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La Denominación de Origen (DO) Málaga cumplió el pasado año 85 años desde su constitución oficial, como heredera de una larga tradición vitivinícola en la provincia que se remonta varios siglos atrás. En el año 2001 se creó también la Denominación de Origen Sierras de ... Málaga, para incluir a los caldos tintos, principalmente de la zona de la Serranía de Ronda. Entre ambas agrupan a 44 bodegas, con 540 viticultores, que cultivan 936 hectáreas de viñedos, según los datos que maneja el Consejo Regulador de las dos DO. A estas se suman las pasas de Málaga, que se cultivan fundamentalmente en la Axarquía.
Los caldos malagueños están viviendo un momento muy dulce, y no sólo es debido a que sean precisamente las uvas de estas variedades las que tradicionalmente más se han cultivado en la provincia, como la Moscatel de Alejandría. Con una producción que, a falta de los datos definitivos del cierre de la campaña, va a rondar los cuatro millones de kilos de uva, de los que el 75% son blancas y el resto tintas, la comercialización está garantizada, ya que cada vez es mayor la demanda, especialmente en la provincia.
«De los 13 millones de turistas que vinieron a la provincia de Málaga el año pasado, calculamos que más de la mitad, en torno a siete millones, son turistas muy interesados en la gastronomía y la vitivinicultura, que demandan vinos locales», dice el presidente del Consejo Regulador y bodeguero en la zona de Ronda, José María Losantos. Este tirón de la demanda interna, junto con la caída de la producción, de alrededor de un 20% con respecto al año anterior, garantizan la comercialización de los tres millones de botellas que saldrán al mercado con ambas Denominaciones de Origen.
«La calidad, en general, es muy buena o excelente en todos los vinos que se han embotellado este año dentro de las DO Málaga y Sierras de Málaga», apunta Losantos, quien destaca el hito que supondrá que, para este próximo verano, la totalidad de la producción se embotellará, por lo que se dejarán de vender litros a granel. «Con ello conseguimos que el valor añadido del embotellado se quede en la zona», resalta el bodeguero, propietario de la firma Doña Felisa, situada junto al yacimiento romano de Acinipo. «Un litro de vino a granel cuesta unos dos euros cuando, embotellado, el mismo vino se vende a entre seis y ocho», apostilla.
Según los cálculos del Consejo Regulador, en Málaga se consumen al año 45 millones de botellas de vino, por lo que la producción local apenas cubre un 0,06%. «Somos una DO muy pequeña, comparándonos con las grandes, como Rioja, que produce 350 millones de kilos al año», aclara.
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A pesar de ello, desde el Consejo Regulador y el sector bodeguero apuestan por acometer cambios que permitan seguir creciendo, tanto en producción como en referencias. Así, uno de los grandes retos pendientes es adaptar y modernizar el reglamento que regula las DO Málaga y Sierras de Málaga, «ya que es muy antiguo, de 1973, y no está adaptado a las nuevas realidades del sector, con productos innovadores, como los vinos espumosos, los vermús o las bebidas aromatizadas», considera el responsable del buque insignia de la DO Málaga y Sierras de Málaga, las Bodegas Málaga Virgen, situadas en Fuente de Piedra, Didier Bricout. «El consumidor va 20 años por delante de las Denominaciones de Origen», considera este enólogo. «¿Por qué tengo que elaborar mis vinos con 15 grados, y no puedo bajarlos a 13,5, cuando el cliente pide vinos más suaves, con menos graduación?», se pregunta. «La normativa tendría que ser más flexible», dice.
El Consejo Regulador se ha fijado además el objetivo de ampliar a toda la superficie de la provincia las zonas vitivinícolas dentro de las DO, ya que actualmente están marcadas únicamente cinco áreas. Lo cierto es que en el sector en la provincia conviven firmas de renombre y gran tradición, como la mencionada Málaga Virgen, fundada en 1885, o Quitapenas, nacida cinco años antes en la capital, con otras pequeñas bodegas, llamadas 'boutique' o de garaje, principalmente en la DO Sierras de Málaga. «Se está conjugando todo perfectamente, hay mercado para ambos tipos de productos», considera Losantos. En su bodega Doña Felisa producen 150.000 botellas al año, de tintos, rosados, blancos, dulces y espumosos, de los que alrededor del 15% se venden fuera de nuestras fronteras, principalmente en el norte de Europa, Singapur y EE UU. «Siempre digo que es más fácil exportar a Mijas, donde hay una gran colonia de finlandeses, que a ese país nórdico», sostiene.
El Observatorio Español del Mercado del Vino (ACEVIN), el Foro de Marcas Renombradas Españolas, De Bodegas por España, Grupo Cajamar y la Asociación Española de Enoturismo y Turismo Gastronómico presentaron esta semana en la feria Fitur de Madrid el Barómetro del Enoturismo en España, una alianza entre distintos agentes públicos y privados creada con el objetivo de dotar al sector de una herramienta de inteligencia de mercado útil.
El nuevo barómetro permitirá poner en valor la importancia del turismo enológico en España, tanto para las bodegas como para la economía nacional, destacando el impacto económico que genera, convirtiéndola así en una herramienta de valor para la fidelización de marcas y destinos.
Carlos Moro, presidente de Bodegas Familiares Matarromera, fue el encargado de presentar esta iniciativa en FITURTechY, Foro de Innovación y Tecnología Turística, en el marco de la feria madrileña que concluye hoy. «España es una gran potencia a nivel mundial en producción y exportación de vinos, así como uno de los destinos más visitados del mundo. No obstante, no hemos conseguido posicionarnos aún como un destino enoturístico de referencia. Las bodegas y museos pertenecientes al Club de Producto Rutas del Vino de España recibieron unos tres millones de visitas, lo cual nos sitúa lejos de otros países de nuestro entorno», consideró el empresario.
En el conjunto de las dos DO el porcentaje de la producción que se vende fuera de España ronda el 20% de los tres millones de botellas que se elaboran, que acaban en una treintena de países de los cinco continentes. La facturación del sector ronda los 20 millones de euros, según los datos que maneja el Consejo Regulador.
«La competencia es mucha, pero nos hace mejorar cada día», sostiene la gerente de las Bodegas Quitapenas, Marta Suárez. Con 36 referencias de vinos en su catálogo, esta firma es otro de los grandes referentes del sector en la provincia, con una producción que el pasado año rondó los 300.000 litros, de los que el 20% se vendieron fuera, en 18 países.
«Hemos notado una caída importante de ventas en Cataluña en los últimos meses», advierte esta empresaria, quien destaca la apuesta de su bodega por nuevos productos como el vermú que lanzaron en 2016, un espumoso o una sangría. «El cliente busca innovar, probar vinos con menos graduación, no algo tan tradicional», dice.
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