
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Si para el común de los mortales la playa o la piscina son sinónimos de descanso o de verano, para María de Valdés forman parte ... de su rutina. Esta nadadora malagueña de 23 años lleva varias temporadas en la élite de su deporte y este verano ha cuajado una gran actuación en el Mundial de Aguas Abiertas de Budapest, además de ser una de las grandes protagonistas del Campeonato de España absoluto tras proclamarse campeona nacional absoluta en las distancias de 1.500, 400 y 800 libres. Su gran reto a medio plazo es representar a España en los Juegos de París 2024.
–¿Cuál es su primer recuerdo relacionado con la natación?
–Recuerdo nadar en la piscina comunitaria de mi edificio en Fuengirola. Desde muy pequeñita tenía apego por el agua y además vengo de una familia de nadadores –su tío Rafael de Valdés también fue nadador profesional y sigue compitiendo con el grupo máster del Club Natación Mijas–.
–Pronto se le consideró un talento precoz de la natación andaluza. ¿Le llegó a pesar?
–No, pasaba un poco de toda esa presión de algunos entrenadores o padres. Me lo pasaba bien en la piscina sin pensar en mucho más allá.
–Mucha gente encuentra en la natación una manera de relajar tensiones y de aislarse, pero no sé si eso es posible en su caso.
–Bueno, yo lo intento. A mí nadar me libera, sobre todo en el mar. Es cierto que en los entrenamientos tienes que estar muy concentrado, en la técnica, en ir más rápido...
–Supongo que después de tantas horas en la piscina, el olor a cloro no se lo podrá quitar de encima.
–Totalmente, pero es que a mí me encanta. La gente de mi alrededor siempre me dice: «¡Qué peste a cloro!». »Pero es lo que hay, ya estoy acostumbrada. Yo lo llevo genial, a mí me encanta.
–Y peor que el cloro será lo de nadar kilómetros a mar abierto, con el frío, el oleaje, las medusas... ¿Ha tenido alguna mala experiencia?
–La que peor recuerdo fue hace tres años, en una Copa del Mundo en Abu Dhabi. Había medusas bastante grandes y en mitad de la competición me picó una en el cuello y me pasó por todo el cuerpo. Me dio reacción, se me hinchó toda la parte del cuello, me costaba respirar... Lo pasé bastante mal. Ahora se están haciendo muchas competiciones también en lagos o en ríos para evitar el tema de las medusas.
–¿Es cierto que en las carreras en aguas abiertas hay más de un golpe entre los nadadores bajo el agua?
–Sí, sí. Es horrible, es un deporte de contacto. Desde fuera es difícil hacerse una idea de lo duras que son las carreras, todo lo que pasa ahí bajo el agua de empujones, codazos... Sobre todo en las salidas y llegadas y en los giros de boya. Puedes haber entrenado mucho, que si te dan una buena leche, ya es difícil recuperar. Hay que prepararse bien mentalmente para todo lo que te pueda pasar en dos horas de carrera.
–La importancia de la fortaleza mental.
–Si tu cabeza no va bien, da igual cómo estés físicamente, todo lo demás va detrás. Es tan importante o más que el trabajo físico estar bien psicológicamente. Cuando compites a alto nivel hay que trabajar con un psicólogo que te ayude con lo deportivo y también con todo lo demás.
–¿Cuál es la mayor distancia que ha nadado?
–En una sesión de entrenamiento, 15 kilómetros, en la piscina de Sierra Nevada.
–Dicen que a los nadadores no les suele gustar mucho el trabajo en seco, el gimnasio.
–Bueno, a mí es verdad que me cuesta mucho. Hace cuatro o cinco años pensaba que tampoco era tan importante echar muchas horas en el gimnasio, pero ahora sé que es fundamental.
–Cuando va a la playa en sus días de vacaciones, alguno se habrá quedado alucinado viéndola nadar.
–Cuando voy con mis padres a la playa, pues a lo mejor vamos nadando hacia las boyas y sí hay gente que me dice que nado muy bien o me pregunta si soy nadadora profesional. Pero vamos, cuando estoy de vacaciones intento descansar y como mucho me pongo a bucear.
–¿Alguna vez ha tenido que rescatar a alguien a nado?
–Pues sí, una vez en la piscina comunitaria de casa, a un señor que se estaba ahogando. Yo tenía unos 14 años y un señor mayor se estaba bañando en la zona profunda. Le dio un tirón, no sabía nadar muy bien y se empezó a hundir; yo me tiré y lo saqué del agua. El hombre estaba muy agradecido, decía que le había salvado la vida y me regaló una estatua de un delfín.
–¿Cuántos Juegos Olímpicos recuerda haber visto por televisión?
–De Tokio 2020 vi poco, esperaba estar allí compitiendo y no me apetecía ver nada. Me mantuve bastante al margen. Pero las ediciones anteriores sí que estuve muy pendiente. Ahora me visualizo participando en París 2024. Es un sueño que puedo hacer realidad.
–De la natación solo viven unos cuántos elegidos, ¿cuál es su plan B para cuando termine su carrera deportiva?
–Hace dos años me saqué el Grado Superior de Deportes, este año estudié el de Educación Primaria pero el próximo curso voy a cambiar a Psicología, que creo que es lo que me va a llenar. También me saqué el curso de monitora y me gustaría lograr también el siguiente nivel para poder entrenar a más mayores.
–¿Cómo serían sus vacaciones perfectas?
–Desde que me fui de Málaga, me conformo con volver a casa, a estar con mi familia y mis amigos. Con eso soy la más feliz. Ahora vivo la mayor parte del año en A Coruña, este es mi sexto año aquí con el Club Natación Liceo, y desde entonces empiezas a valorar más tu casa. Mis vacaciones son en Navidades y desde finales de agosto.
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