marisol ortiz de zárate
Domingo, 28 de abril 2019, 12:47
Leonardo da Vinci, dejó en total menos de veinte obras certificadas sin lugar a dudas. Quizá por eso, las propuestas de atribución se suceden con alarmante frecuencia. Hace menos de un año, una cabeza del arcángel Gabriel realizada sobre un cuadrado de cerámica del tamaño ... de una baldosa común recibió el respaldo de algunos expertos. El análisis con rayos infrarrojos había descubierto una minúscula firma 'Da Vinci Lionardo' en la línea de la mandíbula: «Se veía perfectamente cuando se pintó y fue en el horno donde quedó borroso». De ser auténtica, sería la pintura más temprana de Leonardo, anterior al dibujo del río Arno que ostenta el título por el momento. Leonardo tendría 18 años cuando la pintó. El informe señala que, además, sería un autorretrato, prueba de la legendaria belleza de Leonardo y una imagen poco habitual del artista, a quien nos hemos acostumbrado a ver en la madurez cubierto con la gran barba blanca característica. Las afirmaciones del experto las rebatió en esta ocasión Martin Kemp, otro estudioso de Leonardo y emérito de Oxford que señala razones estilísticas. El debate quedaba servido y es probable que no acabe ahí porque lo que hay en juego es la diferencia entre unos miles de euros que puede costar una pieza anónima así y los varios millones que alcanzaría cualquier nueva atribución a Leonardo por pequeña que fuese.
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«Los chalados de Leonardo no descansan», ha dicho Martin Kemp en más de una ocasión refiriéndose a las incesantes propuestas que le llegan para dar su opinión sobre obras que son en su mayoría copias de la avalancha que se produjo en el siglo XIX. Pero resulta que el XXI está siendo pródigo en atribuciones y en 2007 llegó a su despacho una foto de un pequeño dibujo sobre pergamino.
Se trataba de un retrato de perfil de una joven vestida al estilo de la corte milanesa a finales del XV con el cabello cobrizo alisado en dos grandes ondas sobre las orejas y recogido en una complicada coleta anudada sobre la nuca. Apenas mide 33 por 24 cms. y la técnica consiste en una mezcla popular en el Renacimiento de tres colores: carboncillo, sanguina y tiza blanca. Kemp, que había tenido que viajar a Zúrich para verlo recién salido de una caja fuerte, lo examinó una primera vez, comprobó detalles obvios del sombreado, las zonas donde se nota si el dibujante era zurdo como Leonardo. Después lo comprobó de nuevo, varias veces, cada vez con más atención. Acabó por enviarlo a París para que un laboratorio independiente hiciese un escáner multiespectral. La datación por radiocarbono del pergamino situó la fabricación del soporte entre 1440 y 1650, un tramo poco preciso, pero suficiente para no descartarlo. La investigación histórica dio como resultado el nombre de Bianca Sforza, una hija ilegítima del duque Ludovico. En 2010 Kemp publicó un libro respaldado por algunos museos y otros expertos. Bautizaba el nuevo Leonardo como la 'Bella Principessa'. Poco después un falsificador convicto por otra falsificación declaró desde la cárcel que era el autor del dibujo y que en realidad se había inspirado en una cajera del supermercado de su barrio.
Por rocambolesca que suene la historia, no deja de ser habitual en casos como Leonardo, un pintor imitado casi desde que aun vivía por toda una escuela de pintores 'leonardescos' y seguidores de su estilo. Hay copias suyas casi contemporáneas y su cotización puede fluctuar de manera alarmante. Un museo puede contar con dos 'leonardos' en la colección permanente un año y al siguiente no tener ninguno. Durante más de un siglo se creyó que una 'Medusa' de los Uffizi era suya. Ahora se rotula como 'pintura de escuela flamenca, hacia 1600'. En 2016 apareció en París un dibujo de 'San Sebastián', mientras el doctor jubilado que lo encontró celebra su buena suerte esperando a que el Gobierno francés reúna los 15 millones de euros que cuesta, entre los expertos se empiezan a elevar las voces que señalan la 'Virgen de las rocas' de la National Gallery londinense como una mera copia de taller del original del Louvre. El 'Salvator Mundi' que, con 400 millones de euros, superó el precio máximo mundial en subasta en 2017, se había adquirido en 2005 por una módica cantidad como copia de Leonardo. Y son solo los casos recientes.
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