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Su padre solía repetirle: «Tú intenta ser la mejor. Nunca lo vas a ser, pero si no lo intentas no llegarás a nada, tienes que esforzarte, esforzarte y esforzarte». Pero al final, sí lo ha sido: la mejor actriz protagonista por su papel de Rosa en 'La trinchera infinita'. Un Premio Goya que la malagueña Belén Cuesta recibía anoche, justo al día siguiente de cumplir 36 años y que encumbra a la actriz que comenzó su sueño en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga (ESAD). (Lee la crónica completa de la gala, aquí).
Nacida en Sevilla y criada en Fuengirola, Belén Cuesta cumple aquello de que a la tercera va la vencida, ya que se ha llevado su primer Goya después de dos nominaciones anteriores, la primera como actriz revelación por 'Kiki, el amor se hace' (2017) y en segunda instancia como mejor intérprete de reparto por su trabajo en 'La llamada' (2018). Ambas interpretaciones incidían en su vis cómica, si bien no eran los derroteros interpretativos que más le seducían cuando estudiaba en Málaga. «Cuando estudiaba en la ESAD de Málaga, aunque haya humor, siempre lo que más se hace es teatro isabelino, siglo de oro, tragedia griega... Fue ya estando en Madrid cuando tuve más opción de trabajar este registro», compartía la actriz en estas mismas páginas con motivo del estreno de la película que le ha valido su primer Goya.
Y en Madrid conocería la actriz malagueña a una pareja crucial en su carrera: Javier Ambrossini y Javier Calvo, conocidos como 'Los Javis'. Ambrossini y Cuesta trabajaban juntos como camareros en Válgame Dios, un bar de Chueca donde su amigo le prometió que iba a escribir un personaje para ella. Era la hermana Milagros, que primero interpretó en una pequeña obra teatral que fue creciendo hasta convertirse en un musical. «Lo hicimos por puro amor al arte, ensayábamos en un garaje, los padres de los Javis nos llevaban táperes con filetes empanados para comer...», recordaba la intérprete sobre sus orígenes.
Unos comienzos en la capital madrileña en los que Cuesta combinaba trabajos como cajera o camarera con ensayos hasta la madrugada. Fueron los primeros compases de una carrera que empezaba a despuntar en series de televisión como 'Cazadores de hombres', 'Bandolera', 'Palomitas', 'Aquí paz y después gloria', '¿Qué fue de Jorge Sanz' y 'Vis a Vis'. Llegarían los primeros protagonistas con 'Buscando el norte' y 'Ella es tu padre'.
Pero vendría de nuevo de la mano de los Javis el papel que dispararía la popularidad de Cuesta. Se trata de su trabajo como Magüi, la sufrida ayudante de Paquita Salas en la serie del mismo nombre realizada para Netflix. En su meteórica carrera, Cuesta ha combinado cine, teatro y televisión. En la pantalla grande ha formado parte de '8 apellidos catalanes' de Emilio Martínez Lázaro, 'Tenemos que hablar' de David Serrano, 'El pregón' de Daniel de la Orden y 'El aviso' de Daniel Calparsoro, sin olvidar sus papeles en las cintas de Paco León y los Javis.
Eso sí, como ella misma confesaba anoche al recoger el premio de la Academia, el papel de su vida es, por ahora, Rosa, la mujer de Higinio, el 'topo de Mijas' interpretado por el también Antonio de la Torre en 'La trinchera infinita'. Un trabajo que ha convertido a Cuesta en la mejor, después de aplicar la receta que le repetía su padre: esfuerzo, esfuerzo y esfuerzo.
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